En medio de la oscuridad y la lluvia, trasladan a un hombre enfermo en un barrio humilde de Avellaneda que agoniza debido a una hemorragia estomacal. Una joven elegante se baja del coche y ofrece llevar al enfermo a un hospital en Buenos Aires. Ella es Eva Duarte.

Desde la primera escena que cuenta Libertad Demitrópulos en la biografía Eva Perón, publicada en 1984 (y reeditada recién por Marea) hay una Evita que vuelve de las millones de versiones que la construyeron, estallada en pedazos por sus seguidores y detractores y reconstruida con la mirada de cada uno de los poetas, novelistas, cuentistas y biógrafos que la convirtieron en protagonista de sus textos.

La figura de Eva Perón en la literatura argentina contemporánea vuelve una y otra vez a ocupar la escena. Es una muerta inquieta. Su cadáver no descansa. En el cuento “Esa mujer” (1966) Rodolfo Walsh la construye desde la ausencia de nombre la muerta desnuda que eclosionará en la novela Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, treinta años después. Casi al mismo tiempo en el que Abel Posse la retoma en La pasión según Eva, que coincide con el periodo biográfico que va desde la mujer enferma al cuerpo devuelto en 1971. El capítulo "Pasión y muerte de Eva Perón" de la biografía de Demitrópulos culmina con los eventos que rodearon su fallecimiento, particularmente mediante un párrafo final desde su muerte a la restitución de los restos “de quien superando la categoría de líder de un movimiento se ha transformado en bandera de liberación de los pueblos”.

Demitrópulos no necesita detenerse en la muerte. La biógrafa elige contar la vida. El cuerpo de Eva ha sido un cadáver inquieto y manoseado, como se ve en el relato “El único privilegiado” (1991) de Rodrigo Fresán: ahí la muerta sirve como objeto de iniciación sexual a un adolescente de clase alta.

Eva Perón es la santa para algunos y la puta para otros. Demitrópulos no se enfoca en la clásica disputa, sin embargo, en ese cruce trabaja Néstor Perlongher en “Evita vive” (1975), publicado en inglés y que aparece en Argentina recién en 1988. El escritor hace bajar a la santa del cielo (quizá con la escalera de los huesos de Aramburu, como cantaba Montoneros) para comerse la pija de un negro y participar de una orgía con sus grasitas, esos monstruos de Cortázar o esos cabecitas negras que describe Germán Rozenmacher en su célebre cuento.

De esa pluralidad de miradas, la biografía de la novelista y poeta jujeña Libertad Demitrópulos, nacida en 1922, constituye una apuesta política que prefiere su vida, y no su agonía, muerte y profanación del cadáver. La militancia peronista de Demitrópulos la llevó a trabajar en el hogar escuela Eva Perón, donde tuvo la oportunidad de conocer personalmente a la protagonista. Este encuentro inspiraría este trabajo. Cuando escribe en 1984 la biografía de Eva Perón, Demitrópulos ya era reconocida por sus novelas La flor de hierro y, sobre todo, por Río de las congojas, obra por la cual recibiría en 1997, un año antes de su fallecimiento, el Premio Boris Vian.

La mirada de Demitrópulos deconstruye a la “Eva Perón”, escrita en 1970 por Copi, donde Evita es una travesti cargada de violencia y manipulación que agoniza dentro del palacio presidencial mientras en la calle el pueblo está esperando “El Velorio”.

Como queda claro en la primera escena del libro, Demitrópulos hace hincapié, como dice más adelante, en que antes de conocer a Perón, Eva había desarrollado “un instinto de solidaridad y una naciente pasión política que muchos estudiosos de su vida no supieron ver”. Este es el punto distintivo del enfoque de la biógrafa.

Abandonando el lirismo de sus novelas, Demitrópulos despliega aquí un registro informativo que pretende ser objetivo y dar datos y detalles sobre los acontecimientos y personajes, por eso utiliza fuentes directas con las que respaldarlos. La obra está estructurada en capítulos cronológicos que abarcan diferentes momentos de la vida de la líder peronista: su nacimiento en un pueblo con dos nombres -General Viamonte y Los Toldos-, sus raíces familiares, sus primeros pasos en el mundo del teatro y la radio e incluso reconstruye con precisión el contexto político de la década infame.

Los capítulos IV y V detallan la participación gremial de Eva antes del encuentro con Juan Perón. El capítulo VI destaca eventos clave como el 17 de octubre de 1945 y la campaña presidencial. Los siguientes capítulos exploran su papel político, el famoso y cuestionado viaje a Europa, el sufragio femenino y la creación de la Fundación Eva Perón.

Demitrópulos escribe esta biografía después de la mirada de Eva Perón que regresa en “Ella”, donde Juan Carlos Onetti, en 1953, describe las colas de devotos desamparados que esperan horas para darle el último adiós. Diez años después, David Viñas refiere estas mismas filas de personas en “La señora muerta”. Este funeral también fue un hecho cargado de simbolismos en “El simulacro” (1956) de Borges, que narra una duplicación del acto, pero reubicándolo en un humilde rancho del Chaco. Todavía en 1981, Mario Szichman, en A las 20:25 la señora entró en la inmortalidad ironiza sobre un familiar que no puede enterrar a su muerto por el duelo nacional impuesto tras la muerte de Eva.

Demitrópulos evita el manoseo del cadáver, consciente de su uso literario y político. Eva Perón seguirá siendo, años después de la biografía, pura representación y doble en “Las dos muñecas” (1998) de César Aira, donde la líder espiritual del pueblo hace fabricar dos autómatas iguales a ella para satisfacer a sus seguidores en los actos. Es más, hace menos de una década, en Besar a la muerta, Horacio González hacer reaparecer en una charla durante un asado parte de ese cadáver hipnótico para la literatura argentina.

En los cuadernos de “Biblioteca política” de Centro de Editor de América Latina en 1984, Demitrópulos desarma las operaciones de fragmentación de La Razón de mi vida y resignificación poética que Leónidas Lamborghini desarrolla en su largo poema “Eva Perón en la hoguera”.

LIBERTAD DEMITRÓPULOS

Esta biografía se detiene en un punto relevante. Demitrópulos demuestra que antes de conocer al presidente Perón, Eva Duarte ya había desarrollado un interés activo en la política al instalarse en Buenos Aires. La novelista, esposa del poeta Joaquín Giannuzzi, discute con biógrafos que suponían erróneamente, según ella, que el interés de esa joven era solo en la actuación. Demitrópulos se detiene un capítulo completo para marcar como Eva Duarte estaba activamente involucrada en la realidad social y política del país.

En el apartado titulado “Sus inquietudes gremiales iniciales” se cuenta cómo la joven pueblerina llegada a la capital luchó por establecerse como actriz, sin ser indiferente a la realidad política y social de la llamada década infame. Además, ya había expresado su aversión por la vida confinada en la casa paterna o en el pueblo natal.

En 1943, Eva fundó la Asociación Radial Argentina para defender los derechos de los trabajadores de la radiotelefonía, demostrando su compromiso gremial y su preocupación por mejorar las condiciones laborales en la industria. Fue elegida presidenta, poco después, a comienzo de 1944, conoció a Perón.

En este libro que hoy se reedita, Demitrópulos optó por revalorizar otra figura: la de la Eva militante, independiente, la que está todavía viva.