Los Ngangkari son unos curanderos del desierto central de Australia a quienes sus más entusiastas discípulos les atribuyen, entre otros poderes, la capacidad de viajar en espíritu al Altjeringa (término toscamente traducido como "tiempo del sueño") para recuperar allí los pedazos de un alma rota y deshacer el mal hecho en el pasado. Algo así es lo que parece haber emprendido en la década del '80 el poeta Francisco Gandolfo, en una zona de su obra hasta ahora muy poco frecuentada pero sin embargo celebrada por sus contemporáneos más lúcidos. De haberse radicado en Buenos Aires y no en Rosario, Gandolfo (en vez de ser recordado como un imprentero algo excéntrico) hoy tendría el prestigio de un Edgar Bayley, por nombrar sólo a uno de quienes lo elogiaron en privado a través de las cartas que él guardó.

La editorial independiente rosarina Iván Rosado acaba de editar, reunidos en un solo volumen con el título de Secreto intransferible, los cinco libros que Francisco Gandolfo publicó entre agosto de 1980 y agosto de 1992. Cuatro de ellos fueron autoediciones de escasa tirada a través de su propia imprenta, La Familia, bajo el doble sello "El búho encantado/el lagrimal trifurca". La imprescindible reedición incluye fotografías y facsímiles de materiales del legado del autor y de las tapas originales. El autor del prólogo es Osvaldo Aguirre, quien cuidó la edición de su vasta correspondencia para dos libros: uno publicado en 2011 por Ediciones En Danza y otro en 2015 por Iván Rosado. Este reúne las cartas que se escribía con Mario Levrero. Iván Rosado también le publicó sus Versos de un jubilado en 2013.

En el prólogo a Secreto intransferible, Aguirre se documenta en dos de aquellas cartas para contar cómo un sueño de 1979 fue el origen de Sueño de los pronombres (1980), libro que abre el segundo período de la obra de Francisco Gandolfo, y que continúa en Plenitud del mito (1982), Presencia del secreto (1987), Pesadillas (1990) y Las cartas y el espía (1992), los cinco libros que reúne la edición.

El primer período abarcó sus tres libros de los años '60 y '70, que fueron reeditados juntos en 2006 por la Editorial Municipal de Rosario en un volumen titulado Versos para despejar la mente, con edición al cuidado de su hijo Elvio y un estudio preliminar por Daniel García Helder. Esto fue aún en vida de Francisco, quien murió en 2008, dejando al público una imagen incompleta de autor cómico, disparatado.

Secreto intransferible muestra un lado nocturno y atemporal de aquel poeta moderno nacido en 1921 en Hernando, provincia de Córdoba, cuya vida hasta que se estableció en Rosario en 1948 parece constituir el "secreto" y el "complejo" que a medias devela en el libro, usando por momentos una terminología tomada de sus lecturas de psicoanálisis.

El sueño que narra el autor en el poema 8 de Pesadillas podría dar una clave para la interpretación del Sueño de los pronombres. Un gran amor juvenil prohibido y muerto pudo dar origen a esa instancia que Gandolfo nombra como "Ella", figura de la amada y del alma, o de una parte del alma, extraviada en esa ruptura. En Sueño... se toman "los pronombres" de la segunda tópica freudiana ("el Yo", "el Ello") y de la filosofía, o quizás de Lacan ("el Otro") para narrar la adaptación que le permite al Yo seguir vivo y trabajando: amar a "la doble", quien no tiene siquiera que sospechar que ella no es "Ella".

A medida que busca inspiración en sus sueños, ellos lo llevan por los trenes del pasado hacia el oeste, a través del paisaje de los cerros que prefiguran la cordillera de los Andes y rumbo a una memoria dolorosa (cuya anécdota no cuenta en forma directa) para transformarla en un glorioso mito. Este viaje del héroe, como si de un humilde Dante Alighieri posmoderno se tratara, da cuerpo a los espléndidos versos de Plenitud del mito. Luego, en la prosa poética de Presencia del secreto se mezclan el relato fantástico y una voz sabia que parece venir del Zarathustra de Nietzsche o de algún espíritu inspirador.