Para Verónica Parodi, Hugo Midón “trabajaba con los valores más humanos con una poética bellísima y un lenguaje sensible”. “Nos importa que las nuevas generaciones sigan descubriendo su obra y los valores que transmite, tan afines al espíritu del Espacio Cultural Nuestros Hijos: la construcción de una sociedad con diversidad de miradas, más justa, solidaria, democrática y bella. Esa es la bandera que heredamos de nuestras queridas Madres de Plaza de Mayo”, dice la directora del espacio cultural y educativo, ubicado en la ex ESMA. Así resume el espíritu del Festival de Teatro Hugo Midón, un encuentro para toda la familia que además ya incluyó funciones en el Hospital Garrahan y en escuelas.

En el marco de esta sexta edición, hoy habrá espectáculos, stands de libros, juegos y música (ver recuadro) en el ECuNHi. El plato fuerte es Midoneando, producción especial que reúne a artistas que acompañaron al maestro, como Carlos March y Gabi Goldberg, y con la música de Carlos Gianni, su socio creativo por décadas. Por otro lado, en A Midonear, Silvia Kanter, otra actriz que ha trabajado con él, montará un espacio de juegos y coreografías junto a docentes de “Sábados midoneanos” (clases que recrean el legado del director y autor y que ella coordina). Parodi destaca la presencia de “una gran cantidad de alumnos, de una nueva generación que sigue la escuela de Hugo”. “Antes este festival duraba una semana. Ibamos a escuelas, venían escuelas... era una movida enorme”, recuerda la pedagoga. La propuesta se achicó debido a que el Ecunhi no recibe apoyo del Estado desde 2016. Por ende, los artistas donan su trabajo y al público se le pide que colabore, si es que puede, con un bono contribución.

“Midón traspasó las almas, hizo nido en nosotros. El desafío más hermoso es poder seguir haciendo esto que estamos haciendo, defenderlo entre todos. Hay que resistir y combatir. Seguir aunque todo se nos venga en contra. Es el mensaje de las Madres, que vienen caminando hace 40 años y nos devolvieron la democracia. Ellas están siendo atacadas, quieren desalojarlas de la casa de las Madres... El monstruo es muy tremendo. Tenemos la obligación de resistir y combatir; nos necesitan nuestros niños, las nuevas generaciones, para poder construir esa patria que queremos”, expresa Parodi, al comienzo de una charla con PáginaI12, de la que participan el músico Julián Midón –hijo del creador de La vuelta manzana y Vivitos y coleando–, March, Goldberg y Kanter.

–¿Qué creen que puede transmitir la obra de Midón a las nuevas generaciones?

Silvia Kanter: –Me parece que muchísimo. Es una invitación a reflexionar sobre cuestiones sencillas y profundas de la vida cotidiana. La musicalidad, el contenido. Hugo es un clásico. En mi caso, es escuchar las canciones y que se me piante el lagrimón. Me parece fundamental que las nuevas generaciones puedan conectarse con este material. Tenemos en Hugo a un autor que hay que difundir. Gigante.

Julián Midón: –Eso pasa cuando el material es rico. Siempre hay cosas para seguir disfrutando, aprendiendo. Es como un buen libro que volvés a leer o una película que volvés a ver. Porque esas cosas están creadas desde la calidad, el respeto y el amor. En la obra de mi viejo hay muchos valores, ideas sobre el respeto y la relación con los demás, el amor, los derechos. Y por la forma en la que están encarados estos temas, tiene mucho valor educativo. Una de las cosas interesantes que pasan en este festival tiene que ver con la difusión de su obra que, dentro de los circuitos comerciales en los que siempre se manejó, tenía un público más acotado: la clase social de capital que podía ir al teatro. Pero con el laburo que ellos (los actores) hacen, con sus presentaciones en el interior, y después de la muerte de mi viejo, su obra se abrió un poquito. Al interior y a otras clases sociales.

Gabi Goldberg: –En cada situación, hermosa o complicada, se me viene alguna canción o letra de una situación de alguna obra, o alguna cosa que hizo Hugo. Eso lo hace eterno. Fuera de capital se están haciendo muchas cosas suyas. Me parece bien, porque al comienzo ha sido un material muy... “me lo guardo”. Por amor. Creo que todos hemos podido soltar. No me refiero a mí personalmente, si quizás a Capital Federal. Se está popularizando. Y somos muchos los que vamos contribuyendo, como los maestros que se formaron con Hugo o nosotros que seguimos teniendo el material como columna vertebral de nuestros lugares de enseñanza.

Carlos March: –El era un atrevido, un adelantado. Es un atrevido, sigue siéndolo. Siempre miraba un poco más allá, hablando de lo que sucedía, sacudiendo las mentes y los espíritus sociales y colectivos, provocando una permanente reflexión. Siempre estaba tirando algo que iba más allá de lo que uno podía ver. Estaba pensando en el siglo que viene, o sea, el que ya estamos transitando. Siempre me llamó la atención esta cosa de Hotel Oasis, una obra de fin de siglo (N. de R.: su primera obra para adultos, que estrenó en 1998). Las obsesiones de los grandes autores son el motor de su línea editorial.

–¿Cuáles creen que eran las obsesiones de Midón?

G.  G.: –¡La obsesión de Hugo eran las valijas! Me parece que para que llevemos por todos lados su obra. En todos los espectáculos hay valijas.

C. M.: –Además, lo he visto cuando viajamos a Uruguay y a Venezuela. Tenía una obsesión con las valijas. ¡Era tan ordenadito! Ponía la camisita, el calzoncillito, las medias, la toallita... Terminaba de armar su valija, se iba y podía entrar a una escena. Así que esa obsesión era una proyección de lo que le pasaba a él con las valijas, el viaje, lo trashumante.

S. K.: –Siempre me resultó atractivo el respeto que tenía hacia su propia creación. Se mantuvo siempre en una línea en donde el medio no lo tentara o lo corriera. Admiro su concepción sobre el trabajo, los ensayos generales, lo que hizo día a día en la escuela Río Plateado. Ese programa de televisión tan fuera de los parámetros. El recorrido lento pero certero... El teatro se pasa de boca a oído, lleva un tiempo. Empezó en Capital, porque él se desarrolló en Capital. Naturalmente, cuando eso es genuino, se expande. Me conmovía trabajar con él todos los días, las situaciones que pasaban en los ensayos, cómo no claudicaba en un texto, una réplica, una charla con un empresario o un sistema gubernamental.

J. M.: –Cuidaba mucho su producción. Eso me lo dicen productores que hacen obras hoy: “Extraño cómo producía tu viejo”. No es fácil jugártela en un espectáculo para chicos. Con teatro para chicos de autor, sabés que no te vas a forrar en guita. Además, él llamaba al escenógrafo y al vestuarista más caros. Había una entrega tan grande en hacer un espectáculo de calidad que, a veces, lo que le pasaba a mi viejo cuando trataba de abrir el juego, era que se quería matar. Cuando se hacía su obra en otro lado, no estaban los estándares con los que estaba acostumbrado a laburar. Veía su obra y no era suya, le faltaban cuestiones más allá del texto y las pistas. Dejó este legado y ahora es momento de abrirlo, tratando de mantener eso.

C. M.: –Es nuestro Shakespeare. Lo digo con toda la autoridad. Shakespeare seguirá haciéndose de todas las maneras posibles y es patrimonio de la humanidad. En vida tenía todo el derecho de hacer lo que se le daba la gana con su obra, pero siendo ya patrimonio de la humanidad, hay un derecho de la humanidad de apropiarse de esa obra y hacer lo que quiera. Uno, que estuvo involucrado, que conoce el material, compartió con él y conocía su pensamiento, lo va a defender en la medida de lo posible. Yo prefiero que se siga haciendo de la manera en que sea, que se pueda, a que no se haga y no trascienda. Prefiero que salga del núcleo en el que siempre estuvo. Eso me obsesionaba. Porque comprobaba lo que pasaba las pocas veces que salimos. Caracas y Montevideo fueron los únicos dos lugares a los que salimos fuera del país, y fue impresionante lo que pasó. Su obra tiene que trascender al mundo.

–¿Qué les produce invocarlo con este festival?

Verónica Parodi: –Si lo hiciéramos en cualquier otro espacio sería igualmente conmovedor y hermoso, y lo haríamos con el mismo amor. Ubicado donde está, en el espacio de las Madres de Plaza de Mayo, y en este año tan convulsionado también, trasciende de otra manera, llega al alma de otra manera, te conmueve, te pasa por adentro, te sacude. Te moviliza de una forma enorme. Y todo tiene otro sentido, porque estamos ahí, hablando de todo lo que hablaba Hugo, defendiéndolo y llevándolo como bandera, sintiendo que estamos ahí, en el que fue el principal centro clandestino de detención, donde habitó todo el dolor, en un año en que esto nos conmueve de manera espantosa. Estamos haciéndonos la pregunta de dónde está Santiago Maldonado; tenemos que decir que hay un desaparecido en democracia. Sigo sintiendo que el Ecunhi es el lugar donde tenemos que hacer este festival. Y seguir defendiendo el espacio de las Madres, su voz, su lucha. Que esté Hugo ahí es muy necesario y es posible gracias al apoyo de cada uno de los artistas. Con el corazón de las nuevas generaciones latiendo ahí. Vamos a estar hablando de esto, de la memoria, de las Madres, los desaparecidos y de Maldonado.

J. M.: –Si queremos cambiar para bien algún día, me parece que tenemos que trabajar profundamente en los valores de nuestra cultura. Hay muchas cosas en la obra de mi viejo que están conectadas con esto. Los valores, el respeto al otro, el amor, las relaciones humanas, la verdad. Un montón de cuestiones que a largo plazo son las más importantes para vivir en sociedad. El Ecunhi tiene un peso importante en este sentido, en relación con la transformación que queremos como sociedad. Hacer un trabajo a largo plazo, con chicos, tiene un valor importante. Yo en general no me involucro en producciones de mi viejo, pero me involucro en este festival por esto. Trato de aportar lo que puedo para que realmente tenga un espacio en la sociedad esto. Un espacio que aporte todo el potencial que sé que la obra de mi viejo tiene para aportar. Todavía tiene mucho potencial de llegar a mucho más. Son cosas profundas, universales. Y habla del mundo en que queremos vivir, en qué país.

C. M.:– Y en qué país estamos viviendo. Las dos cosas. Hoy Hugo estaría diciendo dónde está Santiago Maldonado. Conozco cómo pensaba. Este pensamiento, además, está en su obra. Tiene un posicionamiento, ético, ideológico y político.

S. K.:– Yo estoy feliz y agradecida de participar, por dónde y cómo se da. Quizá de manera más personal, individual, me permite hacer una acción concreta que para mí es muy necesaria.