Una es una celebridad. A los 17 años fue invitada por Chick Corea para que tocara con él. Se formó escuchando los discos clásicos del género, pasó por todas las estaciones de la escuela jazzística, incluyendo la Berklee de Boston, es una de las más notables virtuosas del piano actual y, aún así, Hiromi Uehara es más valorada fuera de ese mundo que adentro. Quien llegará con ella a Buenos Aires para tocar a dúo también viene de los márgenes, geográficos y estilísticos, y aunque ha tocado con grandes como Paquito D’Rivera, Gonzalo Rubalcaba o la Mingus Big Band todavía es un músico casi secreto. El colombiano Edmar Castañeda tiene sus raíces, por supuesto, en la música llanera de su país. Pero su manera de manejar diversas voces simultáneamente y la capacidad para improvisar hacen que suene de una manera en que sólo él podría hacerlo.

Hiromi y Castañeda tocarán hoy a las 20 en el Teatro Opera. Ella ya estuvo aquí en 2014 y en 2016 –en el Coliseo– pero ésta es, para ella, una ocasión muy especial: “Cuando lo escuché por primera vez sentí que hablábamos un mismo idioma musical; un mismo nivel de pasión y compromiso”, dice sobre Castañeda. “A partir de ese momento, escribí nueva música pensando en el dúo y Edmar también lo hizo. Creo que se trata de un encuentro maravilloso”. El deslumbramiento inicial fue mutuo y tuvo lugar en el Festival de Montreal del año pasado. Cada uno de ellos escuchó la presentación del otro y cuando todo acabó, simplemente se acercaron y dijeron, casi al unísono, “tenemos que hacer algo juntos”. Se presentaron por primera vez en el Blue Note de Nueva York y ya grabaron un disco en vivo que sólo se consigue en edición japonesa.

Al tocar, Hiromi transmite una idea de espontaneidad. Se mueve libremente por estilos y géneros y, desde ya, no cree demasiado en los encasillamientos: “Para mí, la música es la música, no pienso demasiado en los géneros. Cuando los músicos tienen algo para decir con sus propias palabras, entonces cuentan sus historias con música y recién allí la gente puede, aunque no siempre, decir de qué se trata.” Ella comenzó sus estudios en la escuela Yamaha, desde los 5 a los 15 años. Descubrió el jazz, cuenta, gracias a su primera profesora de piano: “Ella amaba el jazz. Tenía muchísimos LPs y Errol Garner era uno de sus favoritos. Era, en rigor, una maestra clásica en estado puro pero, al mismo tiempo, adoraba el jazz. Me hizo escuchar a Garner cuando yo tenía 8 años. Demostré tanto interés que me preguntó si quería improvisar, y entonces comenzó a hacerme improvisar sobre piezas de Mozart o Haydn. A partir de eso comencé a hacerlo por mi propia cuenta. Así fui entrando en el jazz de a poco, primero alrededor de obras clásicas, y después escuchando más y más discos de la colección de mi profesora”.

No fueron sus maestros, no obstante, quienes la estimularon para que fuera a estudiar a los Estados Unidos. “Yo estaba, por ese entonces, haciendo jingles para la televisión. Empecé a preocuparme en particular por la orquestación y a pensar en cuán profundo podía llegar en ese campo. Y pensé que tenía que estudiar más. La verdad es que tenía ganas de ir a Estados Unidos desde muy pequeña. Amaba al jazz y el jazz estaba allí. Quería estar en el lugar donde el jazz había nacido y me pareció que el momento había llegado”. Uno de sus primeros contactos cuando comenzó a tocar en clubes estadounidenses fue el gran pianista Ahmad Jamal. “Conocerlo fue la más grande, la mejor oportunidad para mí”, rememora. “Y también conocí muchos músicos maravillosos en la Berklee, incluyendo mis maestros y otros estudiantes. Algunos de ellos estuvieron en mis grupos”.

Su fascinación con la improvisación no la ha hecho olvidar su interés en la composición. En su concierto en Buenos Aires tocará junto a Castañeda una suite. “Escribo todos los días”, cuenta. “Siempre busco, sintonizando mis antenas en busca de inspiración. Soy una persona curiosa. Algunas veces me siento al piano tratando de tocar lo que escucho y entonces escribirlo, pero las verdaderas ideas para componer me vienen de los eventos que me conmueven”.