La economía argentina creció 2,7 por ciento en el segundo trimestre en relación al mismo período del año pasado, informó ayer el Indec. La comparación frente al período enero-marzo arroja un alza del 0,7 por ciento, mientras que en el primer semestre, el avance es del 1,6 por ciento. Los números oficiales reflejan la reactivación económica de la mano de la obra pública, que a través del sector de la construcción determinó una fuerte mejora en la formación bruta de capital fijo. El consumo privado subió por encima del promedio, comportamiento que contrasta con los datos públicos de ventas de supermercados y shoppings y las estimaciones privadas. De todas formas, el Indec aclara que el consumo privado avanzó partir de las mayores ventas de servicios y de bienes importados. Precisamente, el capítulo del PIB de mayor crecimiento fueron las importaciones, contra una baja de las exportaciones.

Uno de los aspectos centrales del análisis de la evolución del Producto Bruto Interno (PBI) tiene que ver con el punto de la comparación de los datos. El segundo y el tercer trimestre de 2016 fueron períodos de muy mal desempeño económico, luego del impacto de la devaluación de diciembre, la quita de retenciones, tarifazos y avalancha importadora. Los sectores de la economía y los componentes de la demanda se confrontan este año con los valores deprimidos de 2016. Por ejemplo, el PBI subió 2,7 por ciento frente a un período en el que había bajado 3,7 por ciento. La industria avanzó 2,5 por ciento pero hace un año caía un 8,2 por ciento, mientras que la construcción mejoró un 9,7 por ciento pero hace un año mermaba un 15,4 por ciento. Los datos muestran, de tal modo, que la mejora este año no alcanza a restituir la pérdida de 2016.

Los sectores

En su informe trimestral, el Indec analiza la marcha de la economía desde el lado de la oferta y de la demanda. En el caso de la oferta, se destaca el desagregado sectorial. En el segundo trimestre, los sectores de mejor desempeño fueron la pesca (suba de 19,5 por ciento), construcción (9,7), agricultura y ganadería (4,9), intermediación financiera (4,4) y transporte y almacenamiento (4,0). En un escalón más abajo quedaron restaurantes y hoteles (3,3), industria manufacturera (2,5), servicios sociales y de salud (2,2), comercio mayorista y minorista (1,7) y actividades inmobiliarias (1,1). En cambio, hubo retrocesos en minería (-6,9) y  electricidad, gas y agua (-2,2).

El repunte económico que, salvo excepciones, se registra este año convive con un panorama complejo desde el punto de vista del empleo. Si bien los datos del Ministerio de Trabajo muestran la creación de 159.800 puestos de trabajo desde que asumió el gobierno de Cambiemos, si se descuenta el efecto de regularización de monotributistas el resultado es distinto. Entre los asalariados, se perdieron 73.251 puestos en rubros con remuneraciones superiores a la media, frente a una creación de 40.277 puestos en ramas donde los salarios se ubican por debajo del promedio. El resultado neto es un retroceso de 33.000 empleos.

Consumo e importaciones

El comportamiento del empleo está relacionado a la evolución de la actividad en sectores mano de obra intensiva, aquellos que están expuestos a las importaciones y que dependen más estrechamente del mercado interno. Las importaciones se contabilizan dentro de la oferta económica como si se tratara de un sector productivo adicional. El “sector de importaciones” fue en el segundo trimestre la estrella del PBI: el crecimiento interanual fue del 9,1 por ciento y del 4,2 por ciento frente al primer trimestre. Y a diferencia de los otros capítulos de la economía nacional, el de las importaciones ya mostraba en el segundo trimestre de 2016 un alza del 8,6 por ciento en relación al mismo período de 2015. Mientras la obra pública tracciona sobre el sector de insumos de la construcción, la siderurgia y metalmecánica, las importaciones en muchos casos restan posibilidad de ventas a los fabricantes nacionales.

“La variación del consumo privado se explica por un alza en el consumo de servicios nacionales (transporte de pasajeros, internet y telecomunicaciones) y un fuerte crecimiento de los bienes y servicios de consumo importados (automotores, productos farmacéuticos y gastos de turismo en el exterior)”, explica el propio Indec. El consumo privado creció 3,8 por ciento interanual en el segundo trimestre, lo cual resulta exagerado incluso teniendo en cuenta el impacto de los servicios y de los importados. De hecho, indicadores de consumo del propio Indec y de privados muestran un escenario con tendencia negativa. El organismo oficial informó que en abril, mayo y junio las ventas en los supermercados bajaron, medidas en cantidades, uno por ciento, 2,5 y 1,2 por ciento, respectivamente. En el caso de los shoppings, las mermas fueron del 8,9 por ciento, 4,3 y 5,1 por ciento, respectivamente para los mismos períodos. Por último, la CAME midió que en esos tres meses las ventas minoristas bajaron 4,4 por ciento, 3,8 y 1,4.