El Frente Progresista gasta sus últimos cartuchos y afina la puntería de cara a la campaña electoral que ya comenzó con vistas al próximo 22 de octubre. Ya hubo autocrítica interna -muy dura según dicen‑, lavado de cabezas, amenazas de cortes de cabezas y hasta el regreso de un hombre clave para estas lides pero de casi nula confianza de parte del gobernador Miguel Lifschitz. En efecto, el diputado provincial Rubén Galassi tendrá otro protagonismo en este tramo según pudo saberse. Ya al frente del equipo de campaña desplazó al ministro de Gobierno Pablo Farías, que al parecer no disimuló su enojo por el corrimiento en esas tareas que le resta mucho manejo político hacia el interior del Frente. Galassi es la mano derecha del ex gobernador Antonio Bonfatti, de una fidelidad extrema hacia Hermes Binner en su momento. Es el hombre que todo partido político quiere tener trabajando detrás de las luces que siempre encandilan. La incorporación de Galassi como jefe de campaña habla también de una suerte de breve paz entre Bonfatti y Lifschitz, más juntos en esta oportunidad por la extrema necesidad que impusieron los resultados de las PASO. De todas maneras, Bonfatti no se olvidó de marcar en un reportaje reciente que acuerda con la reforma constitucional que plantea Lifschitz pero no con la reelección del gobernador actual. Las tensiones sólo están aplazadas, no superadas.

Con todo, lo que sí parece no tener cambios respecto del mensaje que vertebró las consignas del sector para las PASO es el cultivo paciente y trabajoso del sendero del medio. Esto es, salir de la polarización y criticar con igual intensidad (aunque hay matices siempre) al presidente Mauricio Macri y a Cambiemos y a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y todo el gobierno anterior.

El instructivo interno para los candidatos del Frente Progresista es muy ilustrativo del asunto: Indica que no hay que hablar de "modelo", "neoliberalismo" o "populismo". Y sugiere evitar las "frases largas y cargadas de datos". Advierte además que no hay que hablar negativamente de la gobernadora María Eugenia Vidal ("es una buena noticia para la política argentina aunque no pensemos igual") teniendo en cuenta la altísima imagen positiva de la mujer que gestiona la mayor provincia argentina. También se contempló qué decir sobre Agustín Rossi y qué sobre el desconocido candidato de Cambiemos Albor Cantard. Obviamente, la idea es destacar la posibilidad de que sean electos diputados nacionales que vivan y conozcan Santa Fe y puedan defender a la provincia de una manera más efectiva. Como puede apreciarse, Durán Barba no inventó nada, quizás perfeccionó lo que se venía haciendo desde hace mucho tiempo ya.

Lo que no está en los instructivos para los candidatos es el demoledor desgaste al que el gobernador Lifschitz está sometiendo al intendente de Santa Fe José Corral. Desde "vocero presidencial" a "furgón de cola del PRO", el mandatario provincial le ha dicho de todo al que considera el responsable de la huída radical del Frente hacia la alianza con el partido de Macri. Recientemente, Lifschitz habló de "las cajas negras de Corral", que develó una investigación periodística que hizo eje en cómo se financiaban estructuras políticas de punteros y organizaciones barriales, con dineros públicos. "Está mal usar la plata de todos los santafesinos para promover punteros propios y clientelismo político", disparó certeramente el gobernador.

 

Eduardo Seval

 

 

La deuda y el presupuesto

A nadie se le escapa que la campaña política está detrás -o en medio‑ de la disputa de Santa Fe con la Nación por el pago de la deuda de 50 mil millones de pesos, por el fallo de la Corte Suprema que favoreció a la provincia. Pero lejos de ser una situación negativa, es muy bueno que en una campaña política se discutan estos temas que son centrales, en lugar del mundo de sensaciones al que candidatos y partidos tienen sometidos a la mayor parte del electorado de cara a los comicios de octubre. Y es bueno porque en el fondo se discute una situación estructural, se discute federalismo. El debate entre distintos sectores del Estado por fondos es la verdadera discusión por un país más federal. Y también, es la discusión sobre una determinada gestión: Dime cómo repartes el dinero y te diré qué gobierno eres. Gobernar es distribuir los fondos públicos y por eso el debate parlamentario del presupuesto es un debate central. Es lo más cercano que se puede estar de la discusión por un perfil de país.

A nivel nacional, un gobierno que recorta en la financiación de los programas de Agricultura Familiar, ¿qué tipo de gobierno es? Una gestión que toma 20 mil millones de lo que le corresponde al Banco Nación para destinarlo a las rentas generales y servicios de la deuda, ¿a qué perfil político responde? Lo mismo cuando se recorta en Ciencia y Técnica o en salud.

El gobierno de Mauricio Macri no puso en el presupuesto ninguna partida que contemple lo que debe pagarle a Santa Fe sin discusiones (es un fallo de la Corte Suprema), porque en realidad no piensa pagarle al menos por todo el 2018. Sí, ante la presión de las autoridades santafesinas y el espacio que el debate ganó en la prensa, distintos funcionarios nacionales tuvieron que hablar del tema y aseguraron que van a honrar sus deudas. También le dieron al gobernador Miguel Lifschitz que tenga paciencia, fe y esperanza. Una auténtica provocación política. Recién después dijeron que a lo mejor iban a pagar una parte en obras públicas. Y ahí está la trampa porque la Nación tiene que hacer obras en Santa Fe de manera obligada como en otras provincias argentinas. Ahí es donde queda claro que no quieren darle el dinero a Santa Fe para que no sea el gobierno provincial el que haga esas obras y las facture desde el punto de vista político.

Cambiemos tiene una muletilla para estos asuntos y pasa por decir que están trabajando en el tema pero que no se pusieron de acuerdo con la otra parte. La volvieron a usar por el tema de la deuda mencionada y también para justificar por qué no llegaron a Rosario unos 100 millones de pesos de un total de 700 que están destinados a erradicar las viviendas precarias de los terrenos de la ciudad universitaria en la zona de La Siberia. "Queríamos que el dinero llegue, pero no nos pusimos de acuerdo sobre la manera en que vamos a reurbanizar esa zona", se le escuchó en estos días a un concejal del PRO.

Esto no quita que el socialismo ya tiene un doctorado en cómo sacarse responsabilidades de encima y tratar de obtener rédito de estas disputas. Lo hace con Cambiemos como antes lo hizo con el kirchnerismo. Lo dijo esta semana un funcionario de primera línea del gobierno de Mónica Fein: "El disciplinamiento que hay para Rosario es peor que en la época del kirchnerismo".