0 Central: Rodríguez (4); Ferrari (4), Leguizamón (3), Tobio (5), Parot (5); Martínez (5); Carrizo (3), Colman (3), Gil (4); Herrera (4), Zampedri (3). DT: Paolo Montero.

4 Banfield: Altamirano (6); Bettini (6), Civelli (6), Rodríguez (6), Spörle (7); Sperdutti (6), Remedi (7), Dátolo (6), Bertolo (5); Cvitanich (10), Mouche (8). DT: Julio César Falcioni.

Goles: PT: 20m y 30m Cvitanich (B), ST: 12m Mouche (B), 33m Sperduti (B).

Cambios: ST: 11m Rivas por Carrizo (C), 15m Pereyra por Gil (C), 20m Becker por Herrera (C), 34m Álvarez por Bertolo (B), 37m Asenjo por Mouche (B), 41m Bravo por Sperduti (B).

Arbitro: Mauro Vigliano.

Cancha: Central.

 

Sin atenuantes, sin reacción y con mucha facilidad para Banfield, Central se comió cuatro en el Gigante. Tibio y endeble, el canaya se encontró con equipo ordenado y con oficio que explotó al máximo las pocas chances que tuvo. Montero y el plantel se retiraron silbados e insultados. El equipo acumula nueve partidos sin ganar. Hacía diez años que a los auriazules no les convertían cuatro tanto en Arroyito. El juego ante Boca, pasado mañana por la Copa Argentina, se transformó en decisivo.

Montero rompió las dos líneas de cuatro, como para admitir fallas en partidos anteriores. Dispuso una línea de tres volantes mixtos y le conminó al bueno de Martínez que les cuide las espaldas a todos los ofensivos. De esa manera, pretendió imprimirle mayor poderío a un equipo que venía mostrando fragilidad en el ataque. Dominó la tenencia ayer, al menos en el inicio, se impuso decididamente en campo rival, pero volvió en el mismo punto porque careció de profundidad. Merodeó el área, pero sin dañar a la visita.

Como no lastimaba, Martínez comprendió que había probar desde lejos. Altamirano y el travesaño le negaron el festejo. Lejos de apostar solo al repliegue, Banfield se plantó de contragolpe, sello en los equipos de Falcioni. Con mucha comodidad, aprovechó al máximo cada una de las chances que tuvo y desnudó problemas en el canaya. Antes de la media hora, Cvitanich dio clase de categoría al pararla de pecho, ridiculizar a Leguizamón y definir con categoría. Sin haber hecho el gasto, el taladro estaba en ventaja. Pero Central, pese a tener la pelota casi todo el tiempo, no lastimaba.

Central conducía parsimonioso y Banfield ejecutaba. Los de Montero probaron atacar por todas las variantes del mediocampo, pero no tuvieran una chance clara. Zampedri quedó fuera de circuito y se limitó a resignarse. Lejos de conformarse con la ventaja, la visita redobló la apuesta y, cuando tuvo espacios, atacó e hirió. Cvitanich marcó el segundo, de penal, tras una dudosa falta del paraguayo Leguizamón. Con sumo oficio y carácter en todas las líneas, Banfield redujo al canaya.

Golpeado, Central fue a buscar el descuento, aunque con más vergüenza que ideas. Con cero concepto, fue de atropellada. Inquietó levemente al visitante, que seguía firme en su postura. Pero ninguno de los tres creadores, Gil, Carrizo y Colman, supo cómo comandar el ataque. El canaya es un equipo tibio, maneja la pelota, la cuida, es prolijo, pero no lastima, no profundiza nunca sus ataques. Y ayer se encontró con un rival durísimo y superior, desde el esquema y también desde el juego.

De pésima tarde, Leguizamón se durmió y Cvitanich se la robó. El nueve asistió a Mouche, que con su pierna no hábil, la derecha, marcó el lapidario tercero. Ya era goleada, el tercer tanto en casi misma cantidad de situaciones. Banfield era contundente, solidario y ordenado, atributos suficientes como para imponerse en Arroyito. En unos pocos minutos, Montero mandó tres pibes a la cancha. Rivas, Pereyra y Becker entraron para poner la cara y poco más con un tres a cero en contra.

"Vamos, vamos los pibes", empezó a bajar desde las tribunas, casi como un grito de guerra y pedido para lo que se viene. Banfield seguía en plan aplanadora y de la mano de los enormes Cvitanich y Mouche llegó al cuarto, que anotó el ex leproso Sperduti.

Complacientes con los jóvenes y enfrentados a los experimentados, los hinchas se hicieron oír sobre el cierre. Un coro de silbidos despidió al equipo y a Montero en particular. Y se viene Boca por los octavos de final de la Copa Argentina, un choque que por lo que ocurrió ayer se convertirá en un partido bisagra.