El presidente Donald Trump arremetió ayer contra varios senadores de su Partido Republicano por el posible fracaso de la reforma del sistema de salud. El mandatario dijo que estaba muy decepcionado con algunos senadores republicanos, en relación a varios miembros de su partido que anunciaron que no apoyarán el último proyecto de ley para derogar el “Obamacare”, el sistema aprobado por la administración de Barack Obama. 

Los senadores Rand Paul, John McCain y Susan Collins anunciaron en los últimos días que rechazarían el proyecto en una votación. Los conservadores, con 52 bancas en el Senado, sólo pueden tener dos votos negativos en su grupo para lograr la mayoría de 50. 

Los tres republicanos se opusieron por razones diferentes: McCain consideraba que la propuesta de ley era una improvisación, el conservador  Paul la encontraba demasiado tímida y la senadora moderada por Maine, Collins, la estimaba cruel para los más pobres, que hubieran visto limitado su acceso a la atención médica. En general, los republicanos moderados se opusieron principalmente porque la derogación que habría podido dejar a millones de estadounidenses sin seguro de salud, borraría los avances de los últimos años. Por su parte, los más conservadores rechazaron las diversas versiones del plan republicano porque no derogaban enteramente “Obamacare”. 

Después de varias semanas de negociaciones tras bambalinas para resucitar el proyecto, la mayoría arrojó oficialmente la toalla ayer, a pocos días de la fecha tope del 30 de septiembre, el fin del año fiscal. “Decidimos que, puesto que no tenemos los votos, pospondremos esa votación”, dijo a periodistas el senador Bill Cassidy. A su lado, Lindsey Graham insistió en que la idea de acabar con “Obamacare” seguía en pie. “Vamos a llegar ahí”, aseguró.

En julio habían sometido a votación otra versión del proyecto de derogación, que fracasó a causa de la defección de tres de los 52 senadores de la mayoría (de un total de 100). En todos los casos John McCain estuvo entre los rebeldes, provocando la ira de Trump. “Estamos muy decepcionados con algunos autodenominados republicanos”, dijo el presidente. Los promotores de la derogación afirmaron que volverían a la carga el año próximo. Sin embargo, el jefe de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, anunció que de aquí en más la prioridad sería la reforma fiscal, prometida para antes de fin de año. Su contenido será anunciado el miércoles.

El fracaso es tanto del Partido Republicano como de Donald Trump. El primero había convertido a la derogación en su gran meta durante siete años, pero se mostró incapaz de formular un sistema alternativo al “Obamacare” susceptible de hacer bajar los costos de la atención sanitaria sin excluir a nadie del sistema de salud. En lo que atañe al presidente, acaba de poner en evidencia que su influencia sobre el Congreso es limitada. Trump buscó tanto seducir como amenazar a los senadores republicanos, pero éstos no dudaron en decirle que no, por temerle más temor a la reacción de los habitantes de sus estados que a la ira de un presidente poco interesado en las sutilezas del sistema de salud.