Un palestino armado asesinó a dos guardias de seguridad privada y a un policía de frontera israelí, además de herir a otro antes de ser abatido ayer por las fuerzas de seguridad de Israel cerca de un asentamiento en la ocupada Cisjordania. Es el incidente más grave de los últimos meses en la región.

“Unidades de Policía respondieron a un ataque terrorista en el que tres israelíes fueron asesinados y uno trasladado al hospital en estado grave. El terrorista fue abatido”, informó el vocero policial Miki Rosenfeld. En tanto, la portavoz policial, Luba Samri, identificó al atacante como Nimr Mahmoud Ahmed Jamal, residente en Beit Surik, de 37 años y que llegó hasta el acceso a la colonia mientras los trabajadores palestinos pasaban los controles y entraban en el asentamiento. “Levantó sospechas y le ordenaron que se detuviera. En ese momento, sacó una pistola y, a corta distancia, disparó contra los guardias”, dijo Samri sobre el incidente en la colonia de Hal Hadar, a 15 kilómetros al oeste de Jerusalén, en la ocupada CIsjordania.

Después de un intercambio de fuego en el que los tres uniformados fueron abatidos, Jamal fue asesinado. Otro israelí, el coordinador de seguridad del asentamiento, también resultó gravemente herido por Jamal, que era titular de un permiso de trabajo israelí. “El atacante tenía importantes problemas personales y familiares, incluyendo de violencia familiar. Su esposa huyó a Jordania hace varias semanas y lo dejó con sus hijos”, informó el servicio de Inteligencia interior israelí, Shin Bet.

La policía israelí cerró el área cerca del poblado después del ataque. El hecho, el más grave incidente en varios meses y producido tras un periodo de relativa calma, dispara nuevamente las alarmas en esta conflictiva región en plena celebración de las festividades judías de Año Nuevo, Yom Kipur (la semana pasada) y Arrepentimiento (este fin de semana) y de la Fiesta de los Tabernáculos, momentos en los que tradicionalmente se registran ataques.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, responzabilizó a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) del suceso por “incitación sistemática”, y anunció que derribará la casa familiar del atacante y retirará los permisos de trabajo de todos sus hijos, además de instar al presidente palestino, Mahmud Abbas, a condenar el ataque. Un portavoz del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) calificó el ataque de heroico y dijo que el hecho constituye un nuevo capítulo de la Intifada de Al Quds, contra los intentos de judaizar una ciudad que es árabe e islámica. 

Paralelamente, Munir al-Jaghoub, vocero del partido laico y nacionalista Al Fatah, emitió una declaración en la que señaló que Israel es el único responsable de las reacciones palestinas ante los crímenes de la ocupación y subrayó que estos hechos seguirán si continúan las agresiones contra el pueblo palestino.

El ataque tuvo lugar dos años después del inicio de una ola de violencia -la mayor desde la Segunda Intifada (2000-2005)- que causó la muerte de medio centenar de israelíes, siete extranjeros y casi 300 palestinos, la mayoría de éstos últimos abatidos por soldados israelíes tras supuestamente ser atacados, según denunció el Ejército. En la mayoría de los casos los agresores (considerados lobos solitarios sin relación con organizaciones extremista)- utilizaron armas blancas o vehículos. 

Organizaciones palestinas y de Derechos Humanos denunciaron que en muchos de estos casos no había evidencia de los ataques palestinos y que se trató de ejecuciones sumarias.