El fundador de la mítica revista Playboy y hedonista de pura cepa, Hugh Marston Hefner, falleció a los 91 años en la famosa mansión de estilo gótico de la calle Charing Cross de Holmby Hills, en el oeste de Los Ángeles, de la que ya no era dueño. El magnate de los medios de comunicación que impulsó la revolución sexual en la década del 50, que defendió el aborto antes de que fuera aprobado en Estados Unidos, la píldora anticonceptiva y el consumo de drogas, también fue vilipendiado por sectores del feminismo. Según sus voceros de prensa, el magnate, que será enterrado junto a la tumba de Marilyn Monroe, la primera mujer en aparecer en la portada de la revista Playboy, en 1953, murió por causas naturales, aunque habría que ver qué se entiende por natural en un hombre que pasó las últimas décadas rodeado de mujeres que apenas alcanzaron la juventud llenas de siliconas y consumiendo cantidades industriales de Viagra que lo dejaron sordo. Su hijo Cooper Hefner sostuvo que su padre “vivió una vida excepcional de alto impacto como pionero mediático y cultural, y se convirtió en una voz destacada detrás de algunos de los movimientos sociales y culturales más significativos de nuestro tiempo en la defensa de la libertad de expresión, los derechos civiles y la libertad sexual”.

Según el propio Hefner, que había nacido el 9 de abril de 1926, en Chicago, su vida, como una larguísima despedida de soltero, tenía sus raíces en la familia puritana en la que creció. “Mis padres son puritanos. Mis padres son prohibicionistas. En mi casa no se bebía alcohol. No se hablaba de sexo. Y creo que vi muy pronto el lado doloroso e hipócrita de eso”, dijo durante una entrevista el magnate, que aseguró que “buena parte de mi vida ha sido como un sueño adolescente de la vida adulta”. 

Gay Talese, el representante del viejo nuevo periodismo, hizo un largo retrato del magnate en su libro La mujer de tu prójimo, donde contó los inicios del joven Hefner, quien tras licenciarse del ejército en 1946, con 21 años, se inscribió en la Universidad de Illinois. Se aficionó a los vuelos acrobáticos como diversión de fin de semana y un año después obtuvo la licencia de piloto. Formó parte de una orquesta de estudiantes y se especializó en psicología mientras publicaba caricaturas y dibujos en un periódico. Al mismo tiempo, escribió una obra de teatro donde un científico probaba la inexistencia de dios y el gobierno ocultaba esa información porque el pueblo no podría vivir con esa verdad.

En un país en el que en 1950 muchos estados prohibían el sexo oral entre marido y mujer, Hef, como lo llamaban sus amigos, fue virgen hasta los 22 años, y se casó, en 1949, con su novia católica, Millie Williams, con quien tuvo dos hijos, Christie y David, treinta y cinco años después tendría con su segunda, pero no última esposa, otros dos, Marston y Cooper.

Encerrado en un matrimonio frustrante, mientras trabajaba en la revista Esquire y atravesaba una situación económica complicada, decidió reunir fondos a través de amigos y lanzó Playboy, que incluía una foto desplegable de una joven y casi desconocida Marilyn Monroe desnuda, que logró vender 53.000 ejemplares y fue el inicio del imperio cuyo símbolo, un conejo con esmoquin y corbatín que apareció en el segundo número, se convirtió en la encarnación del sexo.

El filósofo español, transexual y feminista Paul Preciado analizó en su libro Pornotopía la relación entre arquitectura y sexualidad en Playboy durante la Guerra Fría, y cómo transformó en cultura la pornografía al tiempo que trastrocaba el modelo familiar norteamericano y hacía público lo privado.

En 1959, y después de divorciarse de su primera esposa, condujo el programa televisivo de entrevistas Playboy’s Penthouse, antes de inaugurar los primeros Playboy’s Club, que llegaron a tener 40 locales en todo el mundo. 

En 1963, y a raíz de una campaña moralista, Hefner fue a prisión bajo el cargo de “obscenidad” por su publicación, pero por poco tiempo, ya que fue absuelto, tras lo que impulsó la Fundación Playboy para luchar contra la censura y apoyar la investigación sobre la sexualidad. En 1969 se convirtió en entrevistador del innovador programa Playboy After Dark, que batió récords de rating en su país.

Con los años irían apareciendo en las tapas de la revista figuras como Jane Mansfield, Pamela Anderson, Kim Basinger, Ursula Andress, Raquel Welch, Joan Collins, Nastassja Kinski, Drew Barrymore o Lindsay Lohan.

Hefner, quien dijo haber pasado gran parte de su vida buscando amor en los lugares equivocados, sostuvo sobre sí mismo que “si no hubiéramos tenido a los hermanos Wright, seguiría habiendo aviones. Si no hubiera habido un Edison, seguiría habiendo luces eléctricas. Y si no hubiera habido un Hugh Hefner, seguiríamos teniendo sexo. Pero quizá no lo disfrutaríamos tanto. De modo que el mundo sería un poco más pobre”. Con la acidez que lo caracterizaba, agregó que “ahora que lo pienso, también lo serían algunos de mis parientes”.

Sin embargo, además del moralismo imperante, los palos le llovieron también por el lado del feminismo. Gloria Steinem, periodista y feminista, trabajó de incógnito en uno de los clubes nocturnos y escribió el artículo A Bunny’s Tale, para Show Magazine, donde acusó a Hefner de explotar a las “conejitas”, y llegó a afirmar que “una mujer leyendo Playboy es lo mismo que un judío leyendo un manual nazi”.

Más tarde se deshizo de sus famosos clubes y al promediar la década del 70, cuando los hippies enarbolaron las causas de la libertad sexual y la contracultura, se instaló en Los Ángeles y produjo programas de televisión y películas.

En 2015, Playboy eliminó los desnudos totales y pasó a publicar mujeres semivestidas en poses eróticas, no está claro si para transgredir una vez más el sentido imperante cuando Internet ya había hecho al sexo ubicuo o porque la batalla por la transgresión estaba perdida.