Medio año fue lo que duró la mendocina Mariana Porta en la agitada Buenos Aires. Vino a estudiar kinesiología en la UBA pero no le fue como imaginaba. “Era abanderada en mi escuela y de repente me saqué 2 en todo, ¡era el destino que me estaba diciendo que no lo haga!”, se ríe ahora convertida en Mariana Päraway. La cantautora nació hace 37 años en General Alvear, al sur de Mendoza, y luego con su familia vivió unos años en La Pampa. Después regresó a su provincia natal a estudiar guitarra clásica en la Universidad Nacional de Cuyo y ya se quedó. Desde ahí construye su canción, pero con un espíritu viajero y abierto al mundo. El 12 de octubre publicará su cuarto disco, La flecha (por el sello Concepto Cero), el más ambicioso, universal y sólido de su carrera. Producido por el mexicano Neto García (Julieta Venegas, Natalia Lafourcade), el disco fue grabado entre Ciudad de México y Buenos Aires. “Esta flecha tiene que ver con una reafirmación de ideas”, sintetiza.

Como en sus discos anteriores, hay un minucioso trabajo sonoro –texturas, capas, climas–, pero con un trabajo más profundo en el estudio. Si bien están presentes sus intuitivos y característicos colores folklóricos, los sintetizadores y los instrumentos eléctricos lo llevan para el lado del pop. Esa temperatura rítmica cobra más fuerza en canciones como Valeriana, con Andrea Echeverri (Aterciopelados) y Tomás Ferrero; o el vibrante rap La belleza del error, con Faauna. “Este es el más pop de mi mundo”, define. “Lo primero era súper tranquilo, creo que he ido en subida. Fue uno de los objetivos, pero también yo quería hacer nuevas cosas, salir de la zona de confort. La primera premisa fue escribir todo en castellano. En los otros discos hay canciones en inglés y en francés, pero en este no. Hay muchos invitados también. Fue un trabajo colaborativo”, desarrolla.

Es, además, un álbum breve y directo. Son siete canciones, pero que ameritan muchas escuchas. “Si ponés doce en un disco, se terminan perdiendo porque hoy la gente no escucha tanto. Lo que estaba bueno es que hubiera un montón de material para seguir trabajando. Elegimos las que más nos cerraban y quedaban bien entre sí.”

Abre el disco la bellísima Verne y el faro, con Loli Molina como invitada y una sensibilidad folk que conecta con Violeta Parra. “No he escuchado mucha música folklórica en mi vida. Las vidalas, que me vuelven loca, las aprendí a los 27 en la facultad. No sé de dónde viene lo folklórico. Del ADN, tal vez, de la memoria colectiva”, reflexiona. En Plan de vuelo, Shaman Herrera mete de manera sutil sus “voces de ultratumba”, y además hace coros en Fitzcarralda. También aportan voces Lucio Mantel y la mexicana Ruzzi en Décimas para los puertos.

“En el bosque está mi cuerpo, estoy desnuda / Soy la cena, soy un suculento festín”, canta con una dulzura oscura la mendocina, junto a Violeta Castillo, entre los colores densos del arpa, la trompeta y la percusión. La canción se llama Carnada y es la última del disco. “Me gusta mucho”, dice ella. “Habla de un femicidio, contado desde el lugar de la muerta. Me gusta que diga ‘Soy del viento, porque la vida es fuego’. Son frases fuertes, que te llevan a un lugar poético que no es tan macabro. Es una especie de danzón cubano: una canción de protesta que te hace mover, pero que te tira una data bárbara”. El tema cierra con un loop hipnótico: “No soy carnada”.

Tu disco anterior, Hilario (2014), tenía que ver con hilvanar lazos entre las personas. ¿El concepto de La flecha está vinculado a la fortaleza de la mujer?

–Lo de la mujer fue un devenir. Pero la primera palabra que apareció fue movimiento. Cuando hice Hilario no estaba cómoda con todo el movimiento de viajar tanto, tener que dejar mi casa. Pero en este disco abrazo esa situación y me abrazo, acepto que soy una mujer distinta a lo que la sociedad te dice que tenés que ser.  A partir de ese pensamiento aparecen las canciones y se empieza a consolidar con la participación de todas estas mujeres que cantan conmigo. Hay fuerza y serenidad.

* Sábado 12/10 a las 20 en La Tangente, Honduras 5317.