“Quería trabajar la identidad de género impuesta socialmente”, plantea Daniela Arias sobre Debajo, la corteza –sí, esa coma en el título es importantísima–, su último trabajo, parte de la colección de fanzines curados 100%, de Editorial La Pinta. Allí, una piba vive de contarles a los demás lo que sueña en un mundo distópico, de deseo normativizado y vida regulada al compás de falsas necesidades impuestas por un sistema anónimo. Es una historia de rebeldía, autodescubrimiento y ruptura con el mundo, con influencias de Aldous Huxley y Theodore Sturggeon desde la ciencia ficción, aunque con una épica personal, en el fondo del corazón, muy leguiniana.

Debajo, la corteza es una historieta preciosa. Es bella gráficamente (las acuarelas de la integrante del colectivo In Bocca Al Lupo son maravillosas), sutil en sus elecciones estéticas y de enorme espesor de sentido. Que apenas se distinga que la protagonista es una chica (y que la identidad de género de su pareja quede librada a la preferencia del lector) es una decisión estética tanto como narrativa. La paleta de colores, por ejemplo, es “ambigua” adrede.

Desde lo gráfico, Daniela está atravesada por el manga y la historieta francesa. “Crecí con el manga y, aunque de chica leía cosas más mainstream, después encontré autores más particulares en su manejo de la técnica”, tira antes de enumerar nombres y destacar que sus preferidos “trabajan el fondo como algo vivo”, detalle que salta a la vista en la construcción de universo que propone en la historia. Y de sus francobelgas favoritos (Sfar, Blaine, Vives) se podría decir otro tanto.

“Empecé a pensar en cuánto estética o superficialmente uno vira para un lado u otro, y si es realmente importante que un personaje sea hombre o mujer para una trama”, plantea. Su respuesta es que no mucho. Apenas si el género es relevante para lo que su protagonista debe atravesar en su crecimiento. “Sólo es importante si hay un personaje reencontrándose con quién quiere ser o cómo quiere verse”, propone la historietista, que mostrará sus trabajos en el sector fanzines y autoeditados de Crack Bang Boom (12 a 15/10 en Centro de Expresiones Contemporáneas, Rosario).

Arias –que también participa del suplemento Mal Flash de la revista NAN– señala la ruptura de su protagonista con el sistema que la rodea como el elemento constituyente de Debajo, la corteza. Así los sueños se abren paso y la sacuden. “Ellos no tienen un inconsciente libre porque tampoco tienen un consciente libre”, plantea. Y empieza a cuestionar todo: su trabajo, su rutina y, claro, también su relación estable. “Ella tiene este novie que es una standarización social de lo que tiene que ser una relación, porque así como pasa con los géneros, también se nos imponen relaciones, que tienen que ser de cierta manera y funcionales al entramado social que uno habita, por eso la relación de los personajes es así: sin aristas, sin magia, sin nada”.