La tasa de emisión monetaria de este año es similar a la de 2015 cuando analistas y economistas de la city advertían acerca de desbordes que alimentaban la inflación. El tipo de cambio real, ya sea el multilateral o con el dólar, es bastante parecido al de diciembre pasado pese a que se aplicó la devaluación más fuerte desde 2002. El canal de financiamiento del Banco Central al Tesoro se mantuvo en niveles elevados. Las reservas internacionales están infladas con el anabólico de la deuda pública y privada. La emisión de deuda en pesos vía Lebac elevó el stock al equivalente de 43 mil millones de dólares, según la última cotización, con intereses pagados hasta octubre por un total de 7000 millones de dólares. Dejando las convicciones de independencia en la puerta de entrada del histórico edificio del Banco Central, las autoridades de la entidad monetaria redujeron la tasa de interés de referencia por presión del presidente Mauricio Macri. Federico Sturzenegger cumple un año al frente del Banco Central sin exhibir capacidad para frenar la fuga de capitales ni la dolarización de las carteras de inversión, colaborando en profundizar la recesión con tasas de interés elevadas, fracasando en reducir la inflación vía la política monetaria y desarmando los mecanismos de regulación de los perturbadores capitales especulativos. Como premio a ese desempeño obtuvo el aval del Senado para cumplir con el mandato de presidente de la entidad hasta el 2022. Extraño concepto de meritocracia tiene el macrismo.

La evaluación de la gestión Sturzenegger en el BC con criterios de la ortodoxia es muy crítica, línea de análisis que facilita la comprensión del nivel de desorientación que domina en el área económica del gobierno:  

  •  Entre enero y noviembre de 2015 la base monetaria subió en promedio al 32,4 por ciento interanual. En el mismo período de este año aumentó en promedio al 28,0 por ciento. Escasa diferencia para una administración que ofreció la promesa ortodoxa de reducir la expansión monetaria.
  •  Con base 100 diciembre 2001, el tipo de cambio real con el dólar era 1,05 en diciembre 2015, el mismo valor que en noviembre de este año. La megadevaluación fue neutralizada en apenas once meses. Con respecto a la moneda brasileña la relación es 1,18 y 1,44, respectivamente, quedando un margen de depreciación del peso, mientras que tomando el tipo de cambio real multilateral (ponderado según la relevancia del comercio exterior en dólares, euros, reales), en diciembre de 2015 era 1,20 y en noviembre de este año fue 1,26. 
  •   En 2015, el Banco Central transfirió al Tesoro Nacional 80.400 millones de pesos en Adelantos Transitorios y 78.124 millones de pesos en Utilidades; este año sumará 50.380 millones de pesos en Adelantos Transitorios y 109.617 millones de pesos en Utilidades. Montos nominales totales casi iguales, pero en este año la vía de auxilio con emisión de pesos se amplió con la compra de los dólares de la vertiginosa colocación de deuda del Tesoro. Sólo en noviembre el BC emitió 49.333 millones de pesos acumulando 154.077 millones en el año por esas operaciones.

Para facilitar el financiamiento del Tesoro, Sturzenegger también abrió las puertas a un infierno conocido en la convertibilidad que, como se sabe, tuvo un final dramático. Flexibilizó la regulación que obligaba a los bancos prestar los depósitos en dólares únicamente a empresas que exportan y, por tanto, tienen capacidad de repago de divisas, al habilitar la utilización de parte de esas colocaciones de ahorristas para financiar el déficit del Tesoro Nacional. Los bancos pueden ahora comprar emisiones primarias de títulos públicos en dólares, de 3000 a 3500 millones de dólares de acuerdo al actual stock de depósitos. Este tipo de financiamiento fue anulado luego de la crisis de 2001.  

La sentencia del mundo de la ortodoxia para el ortodoxo Sturzenegger es lapidaria. El último reporte de Economías & Regiones afirma: “La política monetaria de baja de tasa para incentivar el consumo despierta el riesgo de más inflación, lo cual termina castigando el nivel de actividad y el empleo. A su vez, este objetivo dual complica la comunicación entre el BCRA y los agentes económicos, lo cual es contraproducente para su credibilidad, la calidad y los resultados de su política”.

No es que el Banco Central instrumenta una estrategia heterodoxa; es deficiente en la gestión de una política monetaria y cambiaria ortodoxa. Es lo que dicen analistas ortodoxos.

Credibilidad

A mediados de año Sturzenegger pensaba ingresar triunfante al Senado para la aprobación de su pliego de presidente porque estaba seguro de que iba a mostrar un fuerte descenso de la tasa de inflación como resultado de su tarea. No pudo ser. El aval de los senadores no lo consiguió por sus méritos sino porque gran parte de la oposición en la Cámara Alta no quiere –por afinidad ideológica– o no puede –por el sometimiento de gobernadores a la billetera de la Casa Rosada– incomodar al gobierno de Macri.

La ortodoxia financiera postula que el Banco Central debe trabajar en construir credibilidad para que el mercado acompañe la orientación de sus políticas alineando expectativas con las oficiales. Sturzenegger estuvo presentando a lo largo del año una serie de iniciativas de buen banquero central ortodoxo para ganar esa confianza de financistas y de empresarios: Metas de Inflación, Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), Comité de Política Monetaria para fijar semanalmente la tasa de interés. Además de sobreactuar la independencia funcional respecto al Poder Ejecutivo, en especial con el Ministerio de Deshacienda Alfonso Prat Gay. Ninguna de esas formalidades institucionales las ha podido desplegar con efectividad y menos mostrar resultados satisfactorios. 

Más allá de la frivolidad académica de querer imitar la institucionalidad de bancas centrales de países con estabilidad monetaria y cambiaria, la gestión diaria desarrollada por Strurzenegger y su equipo revela una inconsistencia que ha empezado a alarmar al mundo de las finanzas. Comparten estilo y discurso con esos funcionarios que los sienten como socios de sus negocios, pero advierten que es imposible construir credibilidad en el mercado y en el mundo empresario si en apenas once meses de gestión modificaron en cuatro oportunidades el sentido de la tasa de interés. Y los cambios fueron por urgencias cambiarias y políticas, alejados de una estrategia sólida en materia monetaria. 

La tasa de interés subió cuando Sturzenegger desembarcó en el Central como señal de dureza monetaria, luego bajó al poco tiempo como muestra que al BC no le preocupaba la evolución del mercado cambiario, el cual ya había sido impactado por la megadevaluación. Pero cuando el dólar tocó casi los 16 pesos a fines de febrero apareció el miedo, subió inmediatamente la tasa de interés y la mantuvo en niveles elevados a la espera de la “desinflación”, facilitando de ese modo una impresionante bicicleta financiera que adormeció la cotización del dólar. Los comunicados semanales de emisión de Lebac explicando las razones que el Central tenía para mantener la tasa de interés elevada son pruebas documentales que deberían incomodar a Sturzenegger. La “desinflación” no se hizo presente y pese a no alcanzar el objetivo empezó a reducir la tasa de interés por presión política del presidente Macri, que así espera dar un poco de aire a una economía asfixiada por la recesión. 

Pese a las tasas elevadas y la invasión de bienes de consumo final importados, medidas que buscan disciplinar los precios, la tasa de inflación sigue cerca del 2 por ciento mensual .La expectativa de inflación que monitorea la Universidad Di Tella, que hasta hace poco era referencia para el cosmos de la ortodoxia, es creciente, pero el Banco Central argumenta que ese indicador está influido por el recorrido pasado y no por el sendero futuro previsto. Sin embargo el Relevamiento de Expectativas de Mercado, que construye el BC con la tómbola de indicadores de consultoras de la city y de grandes bancos locales e internacionales, anotó un alza de la tasa de inflación esperada. 

Es muy complicado que una banca central pueda conseguir credibilidad a su gestión si maneja la tasa de interés, variable muy sensible para financistas y empresarios, en una forma tan errática. La actual reducción de la tasa de interés fue aplicada al tiempo que está disminuyendo la demanda de dinero, combo poco recomendable para mantener estabilizado el mercado de cambios, hoy compensado solamente por el dólares del blanqueo y el endeudamiento público. Se pueden ofrecer marcos institucionales que son aceptados internacionalmente y sobreactuar seriedad en la administración de la cuestión monetaria, pero si una de las tareas principales como es la definición de la tasa de interés registra semejantes mudanzas, la conducción del Banco Central termina erosionando su credibilidad.

  En el gobierno se preguntan por qué la economía no arranca o no pueden exhibir resultados macroeconómicos satisfactorios pese a las medidas de liberalización del mercado cambiario, de la cuenta capital y del comercio exterior. La respuesta la tienen en ese mismo interrogante.

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