¿Cómo fue la relación de los escritores con la Revolución?    –Este es un tema al que (León) Trotski le dedicó tantas horas como le dedicaba a planificar acciones militares. O más. Trotski juzga prácticamente a toda la literatura de la época y la juzga con fuertes conocimientos. Hay que tener en cuenta que salían más libros de los que salieron en ningún otro momento de la historia; que el movimiento literario era extensísimo y tenía a (Fiodor) Dostoievski, (Serguéi) Yesenin, (Máximo) Gorki y (León) Tolstói, todos juntos. Nunca se dieron así, ni siquiera en la Francia del siglo XIX. Casi todos ellos estaban vinculados a grandes tradiciones rusas nutridas en base a la memoria campesina, la memoria de la sacralidad de la tierra, muy influida por la iglesia ortodoxa, y eso daba grandes poéticas, grandes novelas, que es el gran tema de Trotski: cuestionar eso y al mismo tiempo demostrar que entiende el engarce con la sacralidad del mundo campesino que tiene la gran literatura rusa. Por eso casi siempre cuando combate contra estos escritores, casi todos inscriptos en el populismo ruso, tiene un extremo cuidado. Ese modelo de crítica literaria hecha en la izquierda difícilmente se volvió a repetir. A los escritores socialistas, no los populistas sino los del partido bolchevique, los Proletkult, les advierte Trotski que la cultura socialista aún no se ha construido, que Rusia todavía tiene que atravesar muchas etapas económicas y productivas para llegar al socialismo. Trotski admira más a escritores anteriores, que incluso no son partidarios de la Revolución, que a los escritores revolucionarios, que tienen una calidad literaria inferior y que creen haber llegado al momento comunista sin que esto hubiera ocurrido.