> Le Prièt vaha-chosmos e-bacon Maourian!!! (2011)

Apenas salió, muchos empezaron a conocerlo como el Pescado 2 de estos tiempos. Similitudes no faltaban: disco doble, portada de fondo blanco y dibujo a trazo negro; y futuros clásicos tampoco: la zeppeliana “El bombero”, la descarnada “El monstruo”, el cover de corte bonaerense “Ey, esa no es forma de decir adiós” de Leonard Cohen... Con un audio brumoso, como de ecos y fantasmas en el cuarto, Prietto y Mariano crearon un disco-prisma,  multiplicador de sentidos y sensaciones, en el que cada escucha es diferente y familiar a la vez. Un misterio que se deja libre. 


> Prietto (2015)

La portada de un Buenos Aires añejo no es casualidad. Con el fantástico swing de Oscar Alemán en mente, Prietto armó entre gallos y medianoche un cuarteto de contrabajo, piano, guitarra y batería más su propia voz “achavelada” que recupera esa porteñidad moderna que supimos tener y que acá nutre con letras iluminadas: “Vívelo. No preguntes: vívelo”. Y eso mismo plasma la escucha: el existir libre y pleno de una banda que simplemente se deja fluir y alcanza un nirvana relajado, al alcance de la mano. Casi como si el empedrado de Pompeya, sus baldíos y callecitas, su alma de barrio sin bullicio, pudiera ser el mejor camino para alcanzar la luz en las notas graves que delinean la base de una melodía (“Esmeralda”) o la patita suelta que marca el ritmo alocado de una guitarra (“Perro de hospital”). Escuchando este álbum, lo es.


> Agua Ardiente (2017)

El tercer disco de Los Espíritus prometía ser el definitivo. Y así fue (por lo menos hasta que salga el cuarto). Masterizados por el eximio Mario Breuer, expandieron ese groove que desde el principio se embebió de blues y contagiosa cantinela latina con un latido que parece desbordar los parlantes y letras que ahondan en su sabiduría pícara y terrenal. Acá saben hervir la sangre y bambolear los cuerpos con temas que parecen compuestos al borde del volcán (“La mirada”, “Las armas las carga el diablo”) o que unen el wah-wah de Hendrix y las tumbadoras de Santana una noche de juerga en el Yucatán (“Jugo”, “El viento”). La América tropical en trance es un disfrute en este disco, pero también la mirada suburbana, de repositor que aguanta la mirada en el compás. Un agua ardiente y vivaz para los cuerpos despiertos