El presidente Mauricio Macri aterrizó ayer en la cancha de rugby del Club Provincial, en el Parque Independencia, y entró al estadio cubierto para brindar apoyo a los candidatos a diputados y a concejales en un acto con las formas ya conocidas del estilo Cambiemos, aprendidas al dedillo por cada uno de sus dirigentes. Tarima baja y en el centro para el orador, color, volumen in crescendo de altoparlantes, consignas con apelaciones a la fe y ultimátums de cambio o el abismo. Otra vez, la diferencia con un ritual de pastores evangélicos estuvo en las estocadas al kirchnerismo y al Frente Progresista.

Lo habían precedido Federico Angelini, José Corral, Roy López Molina y Albor Cantard. Y hacia las seis y media de la tarde el estadio provincialista explotó con un público extra que desde los baffles coreaba el "¡Sí, se puede!". Macri entró con toda la espectacularidad posible, como si fuera cualquier día menos un 17 de octubre, aclamado por los dirigentes partidarios y asistentes vip en el piso de parquet. Abrió con un par de guiños a la localía: "Estoy en la cuna del mejor jugador del mundo", dijo, también aludió al Coloso y al Gigante. Entre apelaciones emotivas y expresiones de deseos, repasó sus razones para "subirse al cambio". "Confío en ustedes, que harán que Rosario y Santa Fe sean importantes para Argentina. Cada día el entusiasmo crece porque encontramos el camino del cambio. Hacemos las cosas bien, con manos limpias. Vamos a construir el futuro soñado entre todos", y abundó en enunciados como esos. Todos alrededor siguieron sonriendo cuando el Presidente aseguró querer "libertad, oportunidades, trabajado de calidad y educación de calidad". Aplaudieron cuando aseguró que él aumentó la inclusión. "Estamos para reducir la pobreza", llegó a decir.

En los quince minutos que duró su discurso, el presidente se adjudicó la recuperación ferroviaria y la llamó "la revolución de los trenes". Asimismo, habló de "la revolución de los aviones" para mencionar la incorporación de vuelos en el aeropuerto de Fisherton y le hizo ver al público, con muchos grupos llegados desde distintos barrios y otras localidades: "Ahora Rosario se conecta directamente con el mundo", dijo.

El líder de Cambiemos se ufanó de la reactivación del crédito hipotecario y lanzó una chicana: "Lástima que Santa Fe no adhirió a la reducción de Ingresos Brutos para que las cuotas sean más baratas" dijo y pifió: el mes pasado, la Legislatura santafesino bajó la alícuota de ese impuesto del 7,5 al 1,5 para créditos hipotecarios, a proposición de la Casa Gris.

Macri también llamó a terminar con "la mafia de los juicios laborales" y ahí también le reprochó a Santa Fe que no adhiera a la ley de ART. En este marco, mencionó obras de su gobierno y también del anterior, y otras que aún no son, como los accesos a puertos. "Está en marcha el plan de infraestructura más importante de la historia nacional", se animó.

Y como cada uno de los que lo antecedieron, también Macri pidió el voto encarecidamente. "Pido que el domingo digan en las urnas que este es el cambio que queríamos para siempre. ¡Los quiero!", terminó a gritos, entre una nube de papelitos brillantes y los baffles a reventar.

El acto fluyó organizado de principio a fin. Un estricto vallado filtró la gente, con cacheo individual incluido y la temerosa orden de dejar en la entrada paraguas, encendedores y hasta frascos de perfume, por las dudas. Los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria parecían haber instalado un puesto de venta ambulante.

A su turno, el primer candidato a diputado, Albor Cantard, acusó al gobernador Miguel Lifschitz de amenazar a intendentes y jefes comunales para sumarlos a la campaña, y al kirchnerismo de haber discriminado a la provincia y escamoteado coparticipación. "Vamos a mediar en el acuerdo (por la deuda histórica) pero para que el dinero vaya a infraestructura, no a subsidiar malas administraciones o a pelopinchos en la cárcel de Coronda", dijo.

La ofensiva electoral de Cambiemos en Rosario vendrá reforzada hoy con la visita de los ministros Jorge Triaca, Rogelio Frigerio y Guillermo Dietrich al congreso de la Fundación Libertad.