La vida de una banda que nunca abandona es algo curioso. A lo largo de 40 o 50 años, la narrativa oscila entre la lucha, el éxito, el declive, la supervivencia y, si hay suerte, el renacimiento. A principios de la década de 2000, mucho después de que se desvaneciera el resplandor de éxitos como "Promised You a Miracle", "Waterfront", "Don't You (Forget About Me)", "Alive and Kicking", "Belfast Child", "See the Lights" y los álbumes de enormes ventas Sparkle in the Rain, Once Upon a Time y Street Fighting Years, el aire que rodeaba a Simple Minds se estaba enrareciendo. El grupo había sido cool una vez, pero nada erosiona tanto lo cool como el éxito masivo. Y cuando eso desaparece, ¿qué queda?

El cantante y miembro fundador de Simple Minds, Jim Kerr, recuerda bien los días de perros. "No me parece que haya pasado tanto tiempo desde que, tras escalar la montaña, volvimos a hacer discotecas", dice Kerr. "Estuvimos fuera del radar durante mucho tiempo. Durante una década, la gente me preguntaba: '¿Sigue la banda? ¿Seguís en la banda?". Se ríe con pesar. "'No, ¡me estoy dedicando a un jodido reparto de pan! ¡He vuelto a la plomería!".

Simple Minds en vivo.

"La gente ya no dice eso. Se ha corrido la voz, la perspectiva ha cambiado. Vendés 18.000 entradas en Ámsterdam y te preguntan si querés hacer dos noches... y no ha pasado nada en especial; no hubo ningún éxito. Hay un punto en el que te pasás de la raya y estás en Alaska y nadie quiere saber nada, y luego un punto en el que te consideran auténtico. La cosa real. Todo ha vuelto a cambiar para nosotros".

Simple Minds está experimentando un renacimiento palpable, habiendo aterrizado en el punto óptimo entre el pasado y el presente. Mientras sus brillantes, eclécticos y experimentales álbumes previos a los éxitos reciben por fin el reconocimiento de la crítica que merecen, la banda también funciona a pleno rendimiento aquí y ahora. Su álbum de estudio más reciente, Direction of the Heart, cosechó buenas críticas y se situó en el Top 5 de las listas. A principios de 2023 publicaron una excelente versión en vivo de su álbum clásico de 1982, New Gold Dream (81-82-83-84).

En 2024 se embarcarán en su mayor gira mundial desde la década de 1980, que incluirá una noche en el O2 de Londres, dos conciertos con todas las entradas agotadas en el Hydro de Glasgow, así como una aparición en el Festival de la Isla de Wight en verano. También visitarán Europa, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. "Este año podría ser el más ajetreado de nuestra historia", afirma Kerr. "Creo que también podremos sacar un nuevo disco. En 2023 sacamos un disco en vivo, en 2022 uno de estudio. Le estamos haciendo la competencia a aquellos primeros tiempos en cuanto a productividad".

Antes de todo eso, ya está disponible en Paramount+ un largometraje documental sobre la banda titulado Everything Is Possible. "La idea no surgió de forma natural", dice Kerr. "Tenemos una gran historia, y una gran historia necesita un gran final. Pero aún no hemos llegado al final. Tal vez estemos llegando a él. Por supuesto, cuando te subís al escenario tocás canciones que escribiste a lo largo de tu vida y te remontan a eso, pero en general nunca nos hemos sentido tan cómodos mirando atrás. Sin embargo, había presión para hacer un documental porque todo el mundo lo hace, y si no lo hacíamos nosotros lo haría otro, y no sería exactamente lo que querríamos presentar."

"Lo más importante para nosotros era cómo capturar la atmósfera de aquellos días y aquellos tiempos", señala Kerr. "Creo que el director Joss Crowley captó bien la atmósfera. Me gusta la autenticidad y el hecho de que parece haber una humildad que nos pareció importante."

Simple Minds se formó en Glasgow (Escocia) a finales de 1977, y el corazón de la banda sigue estando en sus dos miembros fundadores, Kerr y el guitarrista y co-compositor Charlie Burchill. Amigos de la infancia, vivieron de niños en el mismo barrio de Glasgow y ahora residen en la misma calle de Taormina (Sicilia). "Es una historia sobre autodidactas y tartamudos que encuentran una voz", dice Kerr, que tartamudeaba mucho cuando era más joven. "Inventar nuestro propio lenguaje, inventarnos a nosotros mismos. Se trata de una banda y de un dúo. Seamos sinceros: en la mayoría de los grupos, a pesar de lo que aporten los demás, en gran parte se trata de dos personas."

Fueron Kerr y Burchill quienes mantuvieron el rumbo a medida que Simple Minds se alejaba de sus fríos comienzos como banda de culto. En 1985, tras la marcha del baterista Brian McGee y el bajista Derek Forbes, su sonido se había convertido en un himno musculoso. A instancias de su compañía discográfica estadounidense, una tarde grabaron "Don't You (Forget About Me)" -una canción que no habían compuesto- para la banda sonora de la película The Breakfast Club. Kerr describe su posterior éxito mundial como "un tiro libre de 15 metros que se desvía y se mete en el ángulo".

La canción, número uno en Estados Unidos en el verano de 1985, lo cambió todo. En el documental de Crowley, Kerr se sincera sobre su ambición de ver hasta dónde podía llegar Simple Minds, y también sobre el hecho de ganar por fin un dinero decente. En la segunda mitad de los ochenta eran omnipresentes. Llenaron estadios, actuaron en Live Aid y en el Día de Mandela, y consiguieron su primer número uno en el Reino Unido con "Belfast Child", una canción que tipificaba el nuevo interés de Kerr por hacer comentarios sociales a través de sus letras.

A partir de este pico, empezaron a caer. Estados Unidos perdió rápidamente el interés. El tecladista original, Mick MacNeil, abandonó la banda. Mientras U2 lograba reinventarse en los 90, Kerr y Burchill luchaban por encontrar un sonido y un lugar contemporáneos para Simple Minds. Kerr recuerda su única actuación en Glastonbury, en 1995. "Estuvimos horribles. Fue un momento en el que el espíritu estaba realmente en el nivel más bajo, y lo sentimos". El cantante, que se había casado con Chrissie Hynde en 1984, se hizo más conocido en los noventa por su segundo matrimonio con Patsy Kensit. Con su posición crítica y comercial en declive, Simple Minds fueron abandonados por el sello discográfico Virgin y se plantearon si continuar.

¿Cómo han revertido esta caída en picado? Hay muchas razones, dice Kerr, pero el tiempo y el azar han desempeñado su papel. "Creo que si hay calidad, la gente la redescubrirá, pero primero hay que alejarse un poco", afirma. "Pasa con la arquitectura, pasa con los autos. Podés ser un cacharro viejo y, si te quedás el tiempo suficiente, te convertís en un clásico. La gira 5x5 de 2012 (en la que la banda sólo tocó canciones de los cinco primeros álbumes) fue un golpe maestro para reenmarcarnos, y el mérito es de nuestro mánager, Ian Grenfell. Trabajar con él nos dio una nueva confianza. Durante mucho tiempo no tuvimos un equipo a nuestro lado. Ahora tenemos un gran equipo y una gran banda".

The Breakfast Club.

El mayor reconocimiento de la crítica y el aprecio de otros artistas también han sido significativos. Hoy en día se escucha a Simple Minds en todas partes, los éxitos junto a los fracasos. Puede ser "Alive and Kicking" o el clásico del electro-rock de 1980 "I Travel", que adquirió una estatura de neoclásico en emisoras europeas. El último disco de Suede, Autofiction, suena en algunos momentos a los primeros Simple Minds. La nueva banda Sugar Horses ha dejado caer su nombre en entrevistas, citando los grandes himnos de mediados de los ochenta como influencia. Horrors y Chvrches son fans desde hace tiempo.

Para mi reciente libro sobre el grupo, Themes for Great Cities, hablé con aficionados acérrimos de Simple Minds como James Dean Bradfield, de Manic Street Preachers, Bobby Gillespie, de Primal Scream, y Stuart Braithwaite, de Mogwai. "Ese viejo concepto de la New Musical Express de estar de moda o no estarlo ya no existe", dijo Braithwaite. "Cada uno tiene un camino diferente para llegar a donde llega. Sé que hay gente a la que sólo le gustan los grandes y grandilocuentes Simple Minds, pero es genial que hayan tenido sus comienzos en la escena art-rock, en la new wave y en la escena gótica. Empezás a darte cuenta de que tienen una herencia fantástica más allá de sus grandes éxitos".

Catherine Anne Davies, la multiinstrumentista detrás de el exitoso proyecto The Anchoress, formó parte de la banda de gira de Simple Minds entre 2014 y 2018. "Como generación más joven, no siempre sos consciente del enorme impacto que Simple Minds tuvo en la música que amás, como mi banda favorita, Manic Street Preachers", dice. "Yo no los conocía más allá de 'Don't You (Forget About Me)', pero aprendiendo 80 canciones para la primera gira a la que me uní en 2014, llegué a conocer la profundidad y amplitud de su catálogo. Es enormemente disfrutable". También se están acumulando elogios de toda la cultura. Kerr presentó recientemente un programa en la Radio 4 de la BBC, mientras que en el documental aparece el autor de Trainspotting, Irvine Welsh, elogiando a la banda. Otro gran admirador es el escritor Alan Warner: "¡Gran banda!", dice el galardonado autor de Morvern Callar. 

El primer álbum de Simple Minds descubierto por Warner fue el segundo, el maravillosamente excéntrico Real to Real Cacophony, publicado en 1979. "Derek Forbes era mi héroe, con esas líneas de bajo circulares y matemáticas", dice Warner. "Muy sencillas pero complejas de pensamiento, con un groove impresionante. Simple Minds tenía poesía y vanguardia". El álbum Empires and Dance, de 1980, era increíble y parecía enlazar perfectamente con mis primeras lecturas de Franz Kafka y Hans Magnus Enzensberger; Günter Grass y Heinrich Böll; Georgio de Chirico y las amplias plazas europeas".

El Simple Minds previo a la gran explosión.

A pesar de su encaprichamiento con los primeros tiempos de Simple Minds, Warner se esfuerza por rebatir la idea de que el grupo sólo fue realmente bueno hasta New Gold Dream, después de lo cual se perdieron ante el atractivo del estrellato y el rock de estadios. "Es demasiado fácil bajar el telón en 1982", afirma. "Odio lo cool, lo que está de moda, y los grandes momentos continuaron: escuchen 'My Life', que está en (el disco de 1995) Good News from the Next World. Una canción asombrosa. Jim Kerr tuvo un álbum solista llamado Lostboy! en 2010, con una melodía llamada 'Shadowland', que en un mundo cuerdo podría haber llevado a Simple Minds al número uno. Incluso su reciente versión de 'Let the Day Begin' fue un momento de positividad que les debería haber llevado a las listas de éxitos. Tiene ese tipo de pan-religiosidad, esa sensación de gracia potencial, que se filtra a través de 'New Gold Dream' y 'Belfast Child'".

Catherine Anne Davies está de acuerdo, y cita canciones más recientes de Simple Minds como "Stay Visible" y "Stars Will Lead the Way" como favoritas, merecedoras de un lugar junto a los primeros clásicos como "Pleasantly Disturbed" y "Celebrate". "Recuerdo estar en los ensayos y ser muy consciente del talento de los compositores que podían producir éxitos, así como del matiz de esos primeros álbumes, pero también del material posterior", dice. "No muchos compositores tienen esa capacidad de crecer y cambiar, o esa ambición. Nunca se podría acusar a Simple Minds de seguir el ritmo de la moda. No se los reconoce lo suficiente por ello. Es muy difícil aferrarse a eso después de tantos años haciéndolo".

En cuanto a Kerr, a pesar de la naturaleza retrospectiva del documental, está muy centrado en el ajetreado y bullicioso presente de Simple Minds. También tiene un ojo puesto en el futuro. "Los corredores de maratón siempre se guardan algo para el final, un auténtico envión de energía, porque querés estar estupendo al cruzar la línea de meta", dice. Creo que ése es nuestro enfoque actual de las cosas que hacemos: queremos estar estupendos al cruzar la línea de meta. Puede que sólo sea importante para Charlie y para mí, pero esa es la actitud que hay detrás. Creo que nunca supimos hacer nada a medias, y desde luego no queremos quedarnos a medias sólo porque llevemos casi 50 años. Nos importa de verdad. Y no queremos defraudar al equipo".

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.