En su última novela, Higiene sexual del soltero (Tusquets Editores), Enzo Maqueira analiza algunos dispositivos - familia, escuela, canchas de fútbol, prostíbulos- qué fabrican “machitos”, es decir, masculinidades hegemónicas con capacidad avasallante y abusadora. Pero, sobre todo, se pregunta sobre aquellos varones -entre los que incluye tanto a heteros como a gays, varones trans, bisexuales o queer, entre otros- que no quieren o no pueden llegar a los ideales de masculinidad exigidos por las sociedades patriarcales.

Lo novedoso es que no escribe un libro de teoría, sino que, lo hace a través de una ficción. Si en En la sangre (1887), novela xenófoba y antiinmigratoria argentina, Eugenio Cambaceres le puso "Genaro" a su personaje principal, un muchacho hijo de italianos, para dar despectivamente cuenta de un ser sin nombre, genérico y que produce degeneración; en Higiene sexual del soltero, el personaje principal se llama Junior, es decir, el que lleva el nombre del padre, el menor o el que sigue sujeto a las enseñanzas y obediencias patriarcales.

-Ahora que la novela está en circulación puede significar diferentes cosas para muchas personas. ¿Vos qué querías que fuese?

-Enzo Maqueira: Una invitación al debate. Que, desde una perspectiva feminista, se pusieran sobre la mesa cuestiones que se soslayan sobre los varones en las sociedades patriarcales. Frecuentemente, se habla en profundidad sobre los roles que las sociedades patriarcales les adjudican a las mujeres. Sin embargo, la imagen del hombre está un poco estereotipada: es la del varón blanco, cis, heterosexual. Y parecería que todos fuéramos iguales. Por supuesto, hay una serie de privilegios. Hay un sistema que coloca a los varones en una situación de dominación gracias a esos privilegios. Pero hay costos por esos privilegios. Hay una masculinidad ideal que se presenta como hegemónica: algunos hombres la compran, la consiguen, la alcanzan y son ellos los que están en la cima de la pirámide, aunque no exentos de sufrimientos. Pero hay una serie de varones, que no quieren o no pueden alcanzar ese ideal de masculinidad. Quería salir del estereotipo del varón cis, blanco, heterosexual siempre como potencial abusador, potencial violento. Hay una especie de escalafón. El varón gay está por fuera de ese escalafón, pero también el varón heterosexual que no da la talla de macho.

-¿Cuáles son los sufrimientos de las masculinidades hegemónicas de las que hablás?

-Las estadísticas señalan que los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres. ¿A quiénes se le dice que no pueden expresar sus emociones? A los varones. Al mismo tiempo, se nos dice que el único sentimiento que podemos expresar es la agresividad. Siete de cada diez personas que entran a un hospital por un accidente vial, una pelea, o por tener actitudes temerarias son varones. Ocho de cada diez personas que entran al hospital por prevención son mujeres. ¿Por qué? Porque los hombres somos “superpoderosos”, no podemos decir lo que nos pasa y ni siquiera escuchar a nuestro cuerpo.

-¿Qué materiales utilizaste para la novela?

-El primer material es un Manual de higiene para hombres de 1910 del español llamado Ciro Bayo. El libro lo tenía mi abuelo que fue seminarista y antes de hacerse cura, conoce a mi abuela y deja los hábitos. Fue el texto base, para discutir con esas ideas de masculinidad hegemónicas. En la mayoría de mis novelas, sobre todo Ruda Macho o Electrónica, suelo cuestionar los mandatos de felicidad como un vicio de la clase de media y los mandatos en relación con los géneros. 

-¿Qué experiencias personales aparecen reflejadas?

-Desde chico atravesé gran parte de las vivencias de Junior referidas a no sentirme lo suficientemente hombre, de acuerdo a lo que exigían mi padre, compañeros o amigos. Como Junior fui a un colegio de varones solos, tocaba el piano y también frecuentemente me tildaban de “puto” utilizado como un insulto. Como Junior tuve un amigo con el que jugábamos a “Fama”. Con los años me reencontré con mi amigo y era un puto divino. Y yo, devine un heterocurioso o un heteroqueer como me gusta autodefinirme. En la novela Junior es un pollerudo, que hizo toda la vida lo que le decía la madre y las novias. Y en un momento las mujeres le empiezan a decir que es un varón privilegiado y ellas empiezan a tener experiencias eróticas con otras mujeres y entonces él también empieza a explorar otras formas de sexualidad .. Son las experiencias eróticas que lo liberan y me liberaron. Antes yo pensaba que no tenía derecho a formar parte de la comunidad LGTBIQ y cada vez me siento más dentro de esa “Q”.

-¿Cuáles son esos mandatos masculinos que no alcanza a cumplir Junior?

-Si sos hombre tenés que ser violento, te tienen que gustar mucho las minas y tener sexo con muchas y jugar bien al futbol. La Santa trinidad de la masculinidad hegemónica. 

-¿Cuál es la escena que más te costó escribir?

-La del debut sexual de Junior porque fue como la mía. Con una prostituta, en un antro. En el momento no me di cuenta de nada. Se puede decir que me autoabusé. El patriarcado me llevó a entregarme a los 15 años a una chica que tenía 25 años. Lo tuve que hacer porque lo habían hecho mis amigos, los más grandes del colegio, porque mi papá me preguntaba.

-¿Con qué otras cuestiones discutís en la novela?

-Se suele afirmar que los varones son el patriarcado. El patriarcado es un sistema que le caga la vida a las mujeres y a los varones. En los últimos años, las mujeres se empoderaron. A los varones los veo siempre en la misma, no les entra bala. Evidentemente no es diciéndoles a los varones que renuncien a los privilegios la manera en que va a caer el patriarcado, así como no es diciéndoles a los burgueses que renuncien a los privilegios como va caer el capitalismo. Sino mostrándoles a los varones como alguna vez dijo Rita Segato que el feminismo viene a liberar a las mujeres, pero sobre todo viene a liberar a los varones. Los hombres tienen que liberarse de los mandatos patriarcales, abrir sus emociones. Los empoderaría mostrar sus fragilidades.

¿Cuáles son algunas las formas de liberación propuestas por la novela?

-Dejar de pensar el mundo en términos binarios y pensar que la sexualidad es un abanico. También la heterosexualidad es un espectro con amplias posibilidades de exploración. Hay que animarse a buscar. Junior lo hace gracias a los feminismos. Correr al falo del centro. El término deconstruir resulta insuficiente, sobre todo para quienes nunca nos construimos como machos. Junior tiene que reconstruir su sexualidad luego de la educación religiosa donde la única mujer que conoce es la Virgen María o la prostituta. Hay que explorar otras zonas erógenas corporales que aparecen prohibidas porque se ligan a lo gay o lo pasivo. Hay que hacerse la pregunta sobre la monogamia que implica posesión. Por ello, el poliamor o amor libre son respuestas de la novela.

¿A qué riesgos te exponé esta la ficción?

-Que un varón hable de temáticas vinculadas al feminismo siempre es mirado de reojo, aunque yo lo hago parado en el paradigma de las nuevas masculinidades o de ninguna masculinidad. El termino "aliadín", para referirse a los varones que nos involucramos, me parece injusto. Seríamos aliados si no fuera nuestra lucha. Junior quiere demostrar que la lucha contra el patriarcado es también la lucha de los varones. Es victimario y víctima como todos los varones. Si hay tantos abusadores, tantos golpeadores, hay una matriz, hay una fábrica de machos o de machitos. Por lo tanto, hay que sumarse a la lucha. Creo que pasó la etapa de que los varones tenían que callarse. Quizás está bien en un momento como en la etapa de la dictadura del proletariado, una etapa de la dictadura de las mujeres después de ser las principales víctimas. Pero creo que ahora es una etapa donde hay que tener una posición y los varones pueden y deben hablar.