Si levanta un poco, estoy en la lona”, describe Marco Meloni, empresario textil y vicepresidente de Industriales Pymes Argentina (IPA), la coyuntura del sector y advierte que “las perspectivas son peores”. Con tasas de caída en el orden de las dos cifras en el bimestre diciembre-enero, prevé que el deterioro continuará en febrero con costos en aumento y caída del volumen de ventas en el mercado interno. “Si se levanta el cepo para las importaciones, el drama será sideral", dice.

El sector textil está en riesgo, es intensivo en mano de obra y con predominio de empresas pymes: emplea cerca de 400.000 personas –mayormente trabajo femenino- y reúne unas 5.000 empresas y 10.000 talleres de confección. Las empresas evalúan adelantar vacaciones y reducir turnos si no repuntan las ventas.

“En mi empresa textil se trabaja tres turnos de 8 horas, pero ahora estoy manteniendo a la gente haciendo otras tareas y no de producción. Si las perspectivas no mejoran, en marzo-abril adelantaremos vacaciones y si no se reactiva el mercado interno, se eliminará el turno noche y los despidos serán absolutos”, confiesa Meloni en diálogo con Página/12. “Otras fábricas evalúan trabajar una semana sí y otra semana no. Y hay empresas bonaerenses que darán todas las vacaciones juntas y para cerrar durante tres meses y luego ver qué pasa”, agrega. El escenario del sector es malo, no solo por la caída del consumo azorado por la inflación, sino por el encarecimiento relativo en dólares de la mano de un crawling peg del 2 por ciento y aumentos en los costos del 50 por ciento.

“Es lo mismo que pasó con la tablita de Martínez de Hoz, en los años del 1 a 1 de Cavallo y cuando Macri mantuvo el dólar planchado pero la inflación en aumento, los costos ahogan la rentabilidad de un sector que no puede competir con importaciones desreguladas. Aproximadamente 1.200 millones de dólares anuales importa el sector textil e indumentaria. Las importaciones no estaban planchadas excepto en los últimos meses de administración comercial”, advierte Meloni. “Estamos mal pero podemos estar peor”, sintetiza, y se despega de las acusaciones del vocero presidencial, Manuel Adorni: “no somos la casta, en nuestro sector hay dispersión, podés comprar un jean desde 15.000 hasta 150.000 pesos”.

Ciclos

El think tank Fundar publicó una reciente investigación acerca de los ciclos productivos en el sector textil. Indica que “entre 1977 y 1981, la última dictadura militar abarató el dólar y liberalizó el comercio exterior, lo que estimuló el ingreso de una gran cantidad de productos extranjeros, en particular, de ropa. El salario real cayó deprimiendo aún más las ventas del sector. Y las subas de tasas de interés y el fin del crédito subsidiado al sector productivo incrementaron fuertemente los costos, afectando su rentabilidad. La década de 1990 estuvo marcada por una nueva ola liberalizadora. La convertibilidad, la apertura comercial y la desregulación volvieron a fijar incentivos favorables para importar. Esto se combinó, desde 1998, con el inicio de una prolongada recesión, que golpeó las ventas y afectó, aún más, al sector”.

“Desde fines 2002 hasta 2011, Argentina inició un proceso de fuerte crecimiento económico que redujo el desempleo y aumentó el poder adquisitivo, impulsando el consumo y fortaleciendo la demanda”, remarca el informe. “Con el cambio de gobierno, se eliminaron los controles a las importaciones y se dejó de subsidiar el crédito al sector productivo. Las sucesivas devaluaciones de 2018 y 2019 aceleraron la inflación y generaron una marcada contracción del poder adquisitivo y el consumo local. Este escenario fue negativo para la actividad económica en general, aunque particularmente más intenso en la industria manufacturera y, dentro de ella, en textil-indumentaria”, agrega.

“Entre 2021 y la primera mitad de 2022, la economía, en general, y este sector, en particular, experimentaron un fuerte rebote. Sin embargo, mientras la industria manufacturera superó los niveles de 2018, la industria textil-indumentaria sólo logró una recuperación moderada”, dicen los investigadores Gustavo Ludmer, Nadia Schuffer, Daniel Schteingart, Paula Isaak e Ignacio Ibarra