Desde Londres

¿Se viene el Panama Papers de 2017? En la prensa británica muchos piensan que sí y en los bufetes de abogados del “Magic Offshore Circle” – Círculo mágico offshore– hay claras señales de pánico. Appleby, la firma más importante de este círculo que opera en paraísos fiscales de la Corona británica y otras jurisdicciones con secreto bancario, admitió en un comunicado que sufrió un “masivo ataque cibernético” y acusó a los responsables de develar los Panama Papers, el International Consiortium of Investigative Journalist (ICIJ), de “estar usando información que puede haber emanado de material obtenido ilegalmente”. 

 El hermetismo de este círculo mágico –10 firmas de abogados especializados en el offshore– hace que por el momento nadie sepa mucho sobre la data robada, pero según tituló en su portada de ayer el matutino Daily Telegraph se trata de “super-rich hacked in Bermuda data leak”. Según el diario, la información afecta no solo a británicos sino “a las grandes fortunas del mundo”, es decir, a usuarios consuetudinarios de los paraísos fiscales. 

En un intento de amortiguar el impacto de estas revelaciones Appleby indicó en su comunicado el martes que son una firma “que asesora a clientes en modos legítimos y legales de conducir sus negocios”, que están “comprometidos con proteger el secreto de la información de sus clientes” y que los están “contactando sobre la masiva filtración de información sensible”.   

Al igual que el Daily Telegraph, el matutino digital The Independent, compara el evento con los Panama Papers. “Es asombrosamente similar. La metodología parece diferente, pero los detalles y las consecuencias de los Panama Papers dan una idea de lo que puede pasar”, señaló el matutino. 

La presunta diferencia metodológica sería que en los Panama Papers la filtración habría sido a través de un informante, el célebre John Doe, mientras que en este caso habrían sido hackers profesionales. Pero como señaló Santiago O’Donnell, coautor con otro periodista de PáginaI12, Tomas Lukin, del recientemente publicado Argenpapers, el anónimo John Doe podría ser un hacker vinculado al líder de los fondos buitre, Paul Singer. “Esta es la hipótesis de Mossack Fonseca, el estudio al que le hackearon la información de los Panama Papers. Singer le había pedido datos sobre Argentina en su guerra con el gobierno de Cristina Kirchner. Mossack Fonseca no se los dio. En un conflicto en el que había tanto dinero en juego, con unos millones de dólares Singer pudo contratar a un hacker de primer orden para hacerse con los datos”, señaló O’Donnell a Justicia Impositiva, un programa de radio-podcast sobre Paraísos fiscales de la Tax Justice Network. 

En todo caso Appleby usa una estrategia similar a la de Mossack Fonseca: criminaliza el hecho para descalificar las “alegaciones” del International Consortium of Investigative Jorunalist (ICIJ). “Las preguntas que nos han hecho surgen de documentos que los periodistas aseguran que han visto y que contienen alegaciones contra nuestras operaciones y las operaciones que han llevado adelante nuestros clientes. Hemos investigado estas alegaciones y estamos seguros de que no hay ninguna evidencia de acto ilegal, sea de nuestra parte o de los clientes. Negamos toda alegación contraria y estamos dispuestos a colaborar con una autoridad legítima y autorizada al respecto”, dice el comunicado. 

La firma tiene oficinas en Bermudas, las islas Virgenes Británicas, las Caiman, Guernsey, Hong Kong, la Isla de Man, Jersey, Mauricios, las Seychelles, Zurich y, por supuesto, Londres. En su página web Appleby asegura con asombroso desparpajo que miembros de la firma forman parte “del legislativo y ejecutivo en una serie de centros financieros offshore”, es decir, una manera de publicitar que en estas jurisdicciones tienen la sartén por el mango.

Bermuda, sede central de Appleby, tiene unos 60 mil habitantes y unas 12500 empresas. Otra de las islas donde opera activamente la compañía, las islas Caiman, tiene uno de los edificios más famosos del mundo no por su arquitectura sino por su infinita expansión financiera: en su interior hay 18 mil empresas, como denunció en 2009 el ex presidente Barack Obama, que luego no hizo mucho al respecto. 

Esta desproporción entre compañías y población es parte del realismo mágico del mundo offshore. En las Bahamas hay 115 mil compañías para una población de 307 mil habitantes, es decir casi una compañía por cada tres habitantes. En las Caiman una sola empresa, la multinacional estadounidense del Monte, tiene su sede central y 28 subsidiarias, es decir una subsidiaria cada mil habitantes de la isla. Los empresarios argentinos tienen una irresistible atracción por estos centros offshore como queda en claro en los Panama Papers y el libro de O’Donnell y Lukin. 

Appleby forma parte del ejército de “enablers” o facilitadores de la evasión fiscal, verdaderos artífices intelectuales de esta operatoria global. Los grandes beneficiarios – multinacionales, multimillonarios y mafias – necesitan estos bufetes de abogados y compañías auditoras para su arquitectura de planificación tributaria, palabra elegante y decorosa para el menos honroso oficio de eludir o evadir impuestos y lavar dinero. 

La otra pata de esta maquinaria son las cuatro grandes auditoras y asesoras fiscales del mundo, las llamadas “Big 4”, como señaló a PáginaI12 la economista argentina Verónica Grondona. “En un estudio reciente publicado por el grupo parlamentario europeo Gue/NGL se vio que las big 4 - KPMG, Deloitte, EY (Ernest and Young) y PricewaterhouseCoopers - operan en 186 jurisdicciones con un promedio de casi cuatro oficinas por jurisdicción. Una cosa que llama la atención es la fuerte presencia que tienen en paraísos fiscales”, indicó la economista que hoy asesora a Gue/NGL en el tema de los Panama Papers y su impacto en la Unión Europea.

En este sentido y si llega a tener la dimensión de los Panama Papers, la megafiltración de datos de Appleby podría dejar al descubierto no solo a los beneficiarios de la planificación tributaria de distintas partes del mundo sino a los facilitadores, incluidas las big 4, que tienen una facturación de más de 100 mil millones de dólares a nivel global.