"La droga está presente en todos lados, pero la sociedad la naturaliza y no se da cuenta del daño que provoca. Sobre todo en los más humildes, y últimamente entre los más chicos, ya que el consumo llegó a pequeños de ocho o nueve años. El problema se invisibilizó, se negó, y eso es cultural. Adicción significa no hablar, ocultar, negar, y no ponerle palabras a lo que ocurre."

Quien habla con BuenosAires/12 es Martha Arriola, que desde hace un año coordina la comisión animadora de la Pastoral de Adicciones de la Comisión Episcopal Argentina. "Cuando una persona víctima del consumo se siente querida, mirada, acompañada, y que es importante para el otro, todo mejora", explica. Y agrega: "Cuando hay un herido en el camino sólo se detiene el que tiene sensibilidad y misericordia, ése es el mensaje del Papa Francisco, y nuestra experiencia marca que cuando eso ocurre, la persona tiene posibilidades de sanar".

Junto a la Región Platense de la Pastoral, coordinada por Griselda Barrionuevo y Karina Vitali, celebraron un encuentro en La Plata, donde presentaron la Estrategia Nacional de Prevención, Asistencia y Re vinculación (PAR), que ya fue presentada en la Región de Cuyo en marzo.

Durante el sábado 13 y el domingo 14 de abril, en un encuentro abierto a la comunidad que llevado a cabo en el Seminario Menor de calle 149 y 62, organizaciones de iglesias comunitarias, evangélicas y autoridades del Gobierno nacional, de la provincia de Buenos Aires y de los gobiernos locales que componen la Región Platense, se reunieron e intercambiaron experiencias para abordar la problemática del consumo en la región. Allí plantearon desafíos, necesidades, potencialidades y posibilidades de articulación en el contexto de la realidad de local, y de esa manera trazaron una hoja de ruta a desarrollar por la Estrategia PAR.

Arriola es psicóloga social y pronto presentará una tesis de teología latinoamericana. Se autodescribe como "una educadora popular", y cuenta que siempre estuvo ligada al trabajo en las comunidades, a tal punto que en algún momento conectó ese trabajo con la gestión pública. Hoy es parte del movimiento nacional Cuidadores de la Casa Común, cuyo lema es "Trabajo más Espiritualidad es Revolución"

Explica que la Pastoral de Adicciones nació hace 16 años, "al calor del trabajo" del entonces Monseñor Bergoglio, que fue quien "encarnó muy fuerte el trabajo de los curas villeros". "Él los animó, fomentó todo su trabajo e impulsó la creación de una Pastoral específica para la problemática de las adicciones", cuenta Arriola.

Según destaca, el Papa Francisco plantea que vivimos una crisis civilizatoria sin precedentes, pero subraya que con ello también ofrece una salida, un nuevo paradigma que la Pastoral de Adicciones tomó como eje de trabajo. "Francisco busca incrementar y fortalecer lo comunitario y lo fraterno, poniendo al ser humano en el centro mediante una acción preferencial con los más humildes y descartados", cuenta Arriola, que explica que "es la tradición de la iglesia de los pobres, que entiende que esa es su misión".

Sin embargo, toda idea requiere un proceso de ejecución. Por ese motivo, y en busca de generar una propuesta, en noviembre pasado se realizó en Córdoba el encuentro nacional “Hacia una Red de Prevención, Asistencia, Reinserción y Acompañamiento en Adicciones”, donde participaron delegados de las Pastorales de todo el país. Allí se formuló la Estrategia PAR, nombre que lleva las tres letras que abrevian las funciones: Prevención, Asistencia y Revinculación.

Arriola la describe como una estrategia que intenta poner sobre la mesa el hecho de "levantar al caído, acompañar al que sufre, y poner el cuerpo en el compromiso con los rotos, con los pibes y pibas que están enfermas y que son las principales víctimas de este enorme negocio y flagelo que son las drogas, que lucran con los más pobres en una situación de extrema vulnerabilidad donde el mercado toma la rienda". Dice que eso "se profundiza mucho más en contextos donde el mercado se desregula y el Estado se demoniza", y advierte que la Estrategia PAR busca "hacer alianzas con todos los niveles del Estado, que deben hacerse cargo del problema, en todos sus niveles".

En encuentros regionales como el que se desarrolla este fin de semana en La Plata, se agrupan diversas diócesis, que son las jurisdicciones de la iglesia. Este fin de semana asistió el Arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, y el presidente de la Comisión de Pastoral Social, Monseñor Jorge Lugones. Junto a ellos dijeron presente diversos representantes del Gobierno nacional, provincial, y local. Por la Provincia de Buenos Aires asistieron la subsecretaria de Salud Mental, Julieta Calmels, el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, el de Seguridad, Javier Alonso, y el de Infraestructura y Servicios Públicos, Gabriel Katopodis, entre otros.

Arriola advierte: "Es bueno provocar el encuentro entre estado y comunidad, que haya escucha, y que se pueda articular un plan de trabajo centrado en los tres ejes de la estrategia PAR”. Y subraya que cuando se detecta que los niños consumen "hay que intervenir sin esperar nada, porque cuanto antes se intervenga, mejor será el proceso de superación"

"A eso, lamentablemente, la sociedad no lo asumió", dice Arriola, que asegura que "no hay dispositivos preparados para esas edades" porque "ni las legislaciones ni los marcos de la gestión pública están preparados". "Cuanto más tarde más difícil, porque la persona forjó una personalidad, una familia, y una cantidad de cosas que obstruyen", agrega. A eso se suma que, en los lugares más carenciados, la variedad de la droga es muy amplia y de pésima calidad, ya que se estira con veneno, fertilizante, nafta, vidrio molido y demás, lo que genera daños tanto a nivel físico como mental.

Asegura que el panorama es complejo por la proximidad que tiene cualquier vecino de un barrio con las redes del narcotráfico. "Se hace un pasamanos donde todos se quedan con un peso, entonces la droga pasa a ser un nuevo ordenador que se potencia cuando no hay trabajo, salud, ni educación, pero sí hay droga para vender", dice Arriola. 

Entre todos

El monseñor Pedro Laxague es asesor de la Comisión de Pastoral Nacional de Adicciones de la CEA y obispo de Zárate, Campana, y dice a BuenosAires/12: "No podemos arreglar estas situaciones cortándonos solos, tenemos que trabajar en comunión y entre todos haremos algo, sobre todo cuando se trata de los más humildes, que no pueden acceder a terapias costosas".

Al ser consultada por los métodos de prevención, Arriola apunta al origen. "Los pibes necesitan vivir bien, quieren vivir", dice y señala que "cuando los pibes y las pibas tienen a mano más proyectos de vida, más Estado, más comunidad, más salud, más educación, más oportunidades de trabajo, más espacios de juegos y deportes, y una mayor comunidad organizada, las toman, disfrutan de ellas, y pueden vivir bien". Pero como contraposición, apunta que cuando se debilita la presencia del Estado "también se debilitan las oportunidades de integración", y el trabajo se ve "suplantado por el negocio del narcomenudeo, que es lo que pasa en nuestros barrios”.

"¿Por qué caen en estas redes, en estas telarañas? Porque no hay otras oportunidades", afirma Arriola, y hace hincapié en que la situación se ha deteriorado a lo largo de los años porque como país "no hemos podido generar un proyecto que nos haga más humanos". Asegura que la prevención implica que "haya un Estado mucho más presente en los territorios, que pueda reconocer el valor y capacidad de las comunidades, escuchándolas y apostando a construir juntos, para que todos tengamos una vida que respete nuestra dignidad”. 

A la hora de hablar del territorio, apunta hacia la descentralización como un método de prevención, pero también de revinculación. "Hay grandes concentraciones urbanas con más de 12 millones de hectáreas de tierras fiscales, que podrían ser utilizadas para desconcentrar, repoblar el país, y procurar una vida con pleno trabajo, que permita vivir de la tierra y generar valor agregado. Con muchas organizaciones venimos trabajando en este proyecto, retomando el sueño de la marcha al campo, que lleva más de 50 años".

Mientras habla con este medio, Arriola sincera cuando dice que "parece una utopía", pero advierte que desde hace años trabajan al respecto. Existen pequeñas experiencias como la Comunidad “La Argentina 1” de Maipú, que nacieron al calor de la iglesia de Monseñor Novak y, más cercanas en el tiempo la experiencia de las tres T, Tierra Techo y Trabajo, en el municipio de Marcos Paz, creadas por los "hogares de Cristo" que, gracias a cuarenta hectáreas cedidas en comodato por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, hoy concretan parte de esa utopía. Arriola señala que "no dejan de luchar por las tierras, ya que la prevención se activa de esa manera".

Como la situación se agrava día a día, en sintonía con la Estrategia PAR y respondiendo a su segunda letra, la A de asistencia, la Pastoral de Adicciones genera redes y promueve la formación de agentes y preventores comunitarios, que tienen como misión generar alertas tempranas en cada barrio. Las actividades no se resumen a dar charlas en las escuelas, ya que la pluralidad de actores de la comunidad que integran la red, genera que se hagan presentes las tres C que nacen de la experiencia de los Hogares: Clubes, Capillas y Colegios.

Según Arriola, una primera estrategia es que se multipliquen los espacios de acogida, porque "cuando un pibe siente que hay un espacio y personas que lo escuchan y lo acompañan, abre un abanico de posibilidades para ser acompañado en el proceso", ya que los espacios funcionan todo el día con talleres, deportes, escucha, ofertas educativas y laborales. "Ese es el primer espacio que cura", afirma la coordinadora.

El obispo de la diócesis de Lomas de Zamora, Monseñor Jorge Lugones, celebró misa el viernes y reflexionó acerca del consumo: "Mientras el narcotráfico y el narcomenudeo aumentan, estamos viendo más tolerancia social al consumo, pero no a los adictos. Nos faltan brazos para abrazarlos y ayudarlos, nos están destruyendo las familias y se está empeñando el futuro de nuestros adolescentes y jóvenes más vulnerables. Estamos cayendo en el acostumbramiento de ver que este veneno de la droga daña y mata".

El Padre Charli, de los curas villeros de San Miguel, dice a este diario que "hay una verdad cristiana irrefutable que es la dignidad absoluta de toda persona", y asegura que quienes integran la iglesia ven "resplandecer la dignidad que es inherente al ser humano, aún en las personas más rotas".

Como respuesta al desastre, Arriola reflexiona y sentencia: "El amor y la comunidad nos humaniza, nos hace alcanzar la plenitud de la persona, que es ser cada vez más humano, y Jesús vino a regalarnos un proyecto de vida, la construcción del vivir en fraternidad, ser capaces de convivir como hermanos entre nosotros y con lo creado, pero solos no se puede, es indispensable la red y articulación real y efectiva con el Estado".