Estas notas inconclusas se proponen identificar una secuencia en la que se traza la amenaza de un poder genocida. Este camino no es inexorable ni su final lleva necesariamente a un escenario de mayor libertad democrática. Que las notas sean inconclusas significa que la secuencia está en marcha e indica una tendencia peligrosa. También significa que la secuencia puede y debe ser interrumpida por las fuerzas democráticas. Lo que está en juego es la vida y la igual libertad de las mayorías, hoy amenazada por la arbitrariedad que impone la razón del más fuerte (camuflada como la libertad de mercado). Esta razón se expresa como un poder genocida (desaparecedor) que vuelve por otros medios pero con el mismo fin, y traza la siguiente secuencia:

1. Ruptura del pacto democrático: desaparición de Santiago Maldonado. Justificación de la desaparición y encubrimiento por parte de un sector relevante de la representación política: el PRO y aliados de JxC. Algo está podrido en Dinamarca y quebrado en la democracia argentina.

2. Atentado contra CFK. Lumpenaje post-pandémico organizado y financiado por empresarios del macrismo. Reacción social atenuada por el veneno inoculado a través de los medios de desinformación concentrados. En concreto: se le puede disparar al Pueblo-nación en la cara y el Poder Judicial no va hacer absolutamente nada al respecto. La tragedia ilimitada del lawfare.

3. Naturalización del negacionismo: elección como diputada de Victoria Villarruel (el discurso negacionista en el espacio de representación más democrático de los tres poderes). Se suman expresiones inconcebibles para la normalidad democrática: “cárcel o bala”, que rápidamente se transforma en “bala o bala”. Total (nueva) normalidad. 

4. El negacionismo pasa a ser reivindicación de los crímenes contra la humanidad perpetrados por la dictadura genocida. Vemos un desplazamiento: “no hubo terrorismo de Estado” se corre hacia “el terrorismo de Estado fue necesario”. El dispositivo negacionista articula tres nombres: Milei-Villarruel y Macri. En este contexto, golpean y abusan sexualmente a una integrante de la organización HIJOS. Silencio oficial: no es un perro, es una zurda. La palabra “zurda” enuncia una existencia despojada de humanidad, des-humanizada, que equivale a “ñoqui”, “kuka”, “chorro/a”, “montonero/a”, “terrorista”, “socialista”, y demás palabras que el (neo) lenguaje fascista dispone.

Aquí es importante una precisión: Milei es también el nombre de un dispositivo de destrucción del lenguaje. Menos palabras, reiteración y latiguillos (“digamos, o sea” y “entonces… entonces”). En el dispositivo los insultos y la descalificación reemplazan a los conceptos: se trata de una (neo) lengua en estado psicótico. Esta (neo) lengua funciona como una dimensión más de la destrucción del Estado: re-articula el orden estatal del lenguaje democrático y lo reemplaza por una estructura que es intelectualmente pobre, fragmentada y anti-democrática. De este modo, el (neo) lenguaje estructura un modo de ser (una subjetividad) neo-fascista en el que se produce el encuentro del “individuo tirano” con la construcción antropológica “enano fascista”.

Cuando habla, la (neo) lengua captura. Aquí “hablar” es capturar y “entender” ser capturado. Pero se trata de un entendimiento atrofiado, una capacidad de comprensión disminuida, resultado del empobrecimiento del lenguaje. El dispositivo Milei destruye palabras, y así, el lenguaje democrático, para una ciudadanía con capacidad de agencia, disminuye. Jean-Paul Fitoussi nos recuerda que hay una relación entre la destrucción de las palabras y el “pensamiento único”, y que la expresión “pensamiento único” cobra sentido cuando se produce una regresión de la democracia. Como todo pasa y sucede por la mediación del lenguaje, Joseph Goebbels sabía (y sostenía) que el proyecto del nazismo no era que las personas pensaran como los nazis, sino destruir el lenguaje hasta empobrecerlo tanto que las personas no tuvieran otra alternativa que pensar como nazis. El pensamiento único neo-fascista requiere la destrucción del lenguaje para transformarse en lo que el eslogan de campaña de LLA anunciaba: “la única solución”.

5. Se propone una reforma de la ley para que las fuerzas armadas puedan intervenir en seguridad interior. Se justifica, oficialmente, por la presencia del nuevo enemigo interno: el narco-terrorista. La época lo procesa como un hashtag: #VuelvenLasBotas. La etiqueta (el hashtag) es otro síntoma de la reducción del lenguaje: lo complejo se reduce a un solo elemento.

6. Instrumentar un mecanismo legal que permita liberar a los represores de la última dictadura. Se acompaña con un relato gubernamental que modifica la percepción pública de los crímenes de la dictadura, que fueron comprobados en los distintos procesos judiciales desde el retorno de la democracia. Hay un mensaje para las fuerzas represivas: ahora se puede volver a torturar y desaparecer porque no habrá consecuencias: no vas a ir preso.

7. La ruptura el pacto democrático, el atentado contra el Pueblo-nación, la presencia del enemigo narco-terrorista, la percepción alterada sobre los crímenes de la dictadura, y el plan económico de (otra vez) miseria planificada, ¿establecen una secuencia para un nuevo genocidio argentino que se presenta como la condición de posibilidad para llevar adelante la fantasía fundamentalista del libre mercado? Todo está cifrado en las siglas “VLLC”.

8. Puntos suspensivos: los pasos de estas notas inconclusas registran una trayectoria que aún no ha finalizado, ni finaliza necesariamente como lo requiere el proyecto de miseria planificada. La trayectoria no es inexorable, pero indica una tendencia. Como lo enseñan la historia y las filosofías de la libertad, siempre es posible articular una fuerza política para responder políticamente contra la opresión y la voluntad de servidumbre. Responder implica la acción de “escribir nuevas canciones” que no estén desligadas de lo más virtuoso de la historia del proyecto democrático argentino. Las nuevas canciones se componen a partir de las canciones conocidas. Se requiere una nueva canción para interpelar la subjetividad de la época y orientarla democráticamente hacía una representación nacional-popular-democrática. En la Constitución Nacional (nuestro contrato social) se establecen los derechos fundamentales de la lengua democrática para hacer frente a un sistema arbitrario cuyo objeto es destruir los derechos de la población. Hannah Arendt lo advierte: la muerte de la persona jurídica es el prerrequisito para la dominación totalitaria. La democracia habla el lenguaje de los derechos humanos. Allí está la letra para frenar el avance del poder genocida.

(David Sibio es profesor de la Universidad Nacional de General Sarmiento)