“Estamos súper relajados”, ironiza Alan Palomo, cerebro detrás del fabuloso laboratorio de pop sintetizado Neon Indian, desde la ciudad de Nueva York. “Ahora que Corea del Norte está tentando a Trump con iniciar una guerra, y por otras razones como la deportación de inmigrantes, la sociedad civil acá tomó la iniciativa de organizarse. Es la única forma que encontramos, por ahora, para salir adelante ante la injusticia y la adversidad.” Pese a que su proyecto musical parece redimir el hedonismo, el rouge y la noche, al menos sonora y nominalmente, el músico, cantante y productor mexicano, establecido en Estados Unidos junto a su familia a los cinco años, es uno de los jóvenes artistas que en los últimos tiempos defendió a su comunidad en el país vecino. Al punto de que se ha ido distanciando de la rúbrica chillwave. “La música es música. De la misma forma, el Latin Grammy no debería denominarse así sino Grammy. De chico, me pregunté sobre mis raíces. Y hoy utilizo la plataforma que me brinda la música para redimirlas.”

Si bien aún está crudo, el nuevo disco de la agrupación creada en Denton, en 2008, tendrá por primera vez canciones en español. No obstante, en su último álbum de estudio, el espectacular VEGA INTL. Night School (2015), Palomo ya se acercó a sus raíces latinas, aunque de manera inconsciente. Lo evidencia un tema como Annie, en el que pone un pie en la cumbia. “Cuando me propuse trabajar en Neon Indian, mi educación latina no había venido realmente a mí en términos de influencia”, asegura este artista de 29 años que actuó por primera vez en su Monterrey natal en 2010. “Creo que, a medida que pasaba el tiempo, las influencias que mi hermano y yo empezamos a explorar me permitieron captar varios géneros diferentes: reggae, calipso, cumbia, tex mex. Suena como una ironía graciosa, pero estábamos aprovechando las cosas que quizás no internalizamos de jóvenes. Y es que nos dimos cuenta de que habíamos crecido.”

La primera vez que viniste a Buenos Aires, en 2013, fue como DJ. Y ese formato parece haber influido en el resultado de VEGA INTL. Night School.

–Ese DJ set me lo ofrecieron a último momento. Ahora regreso con banda, pero esa experiencia, que sigo llevando adelante ocasionalmente, me permitió reencontrarme con mi colección de discos y escuchar nuevas propuestas. Fue un ejercicio fundamental para definir el concepto de este disco, que es una especie de collage sonoro de lo que me gusta, especialmente de la música que apunta a la pista de baile.

¿Te sorprendió el éxito que tuvo ese disco?

–No lo pienso en función de si fue exitoso o no. Rescato que pude volcar todas las influencias que giraban en torno a mí en aquella época, grupos de los ‘80 que me gustan como Yellow Magic Orchestra y New Order. Aunque para ser sincero, fue la mejor excusa para regresar a hacer canciones, luego de cuatro años. Por los contrastes estéticos que ofrecen los temas, lo considero un “Grandes éxitos” íntimo. Aparte, me permitió colaborar un poco más con mi hermano, quien es parte de mi banda. Así que grabé, experimenté mucho y pude vincularme con amigos como Nick de Holy Ghost, quien tocó la batería en Slumlord.

A propósito, ése es tu tema más cinematográfico, amén del video. ¿Siempre pensás así tus canciones?

–Justamente en este disco quería evocar el ambiente cinematográfico, explorando directores a los que les gusta repensar la ciudad de Nueva York, como Spike Lee o Ralf Bashaki. Cada uno tiene su propia versión de cómo es la vida ahí. Si bien nació como algo autobiográfico, por eso mismo de que estudié cine, al final se tornó en una distorsión del lugar que hoy es mi hogar. Es lisérgico hasta lo grotesco. Por otro lado, no dejé de hacer cine. Compuse una banda de sonido de una película de terror y otra de ciencia ficción, y estoy en proceso de hacer cortometrajes.

¿Qué películas inspiraron tus canciones?

–Además de The Driller Killer y Fear City, de Abel Ferrara, y de Do the Right Thing, de Spike Lee, otra que me marcó durante ese proceso fue After Hours, de Martin Scorsese. Pero me encantaría volver a imaginar la música que ya no está en sintonía con la película. Un par de partituras que personalmente disfruto pertenece a Bernard Hermann, como su composición para Taxi Driver. Y hasta la música para cintas como Savage Planet.

¿Por qué pasó tanto tiempo entre la salida de Era extraña, tu tercer álbum, y VEGA INTL. Night School?

–La forma en que la industria de la música funciona ahora tiene como paradigma que un artista escriba un disco, gire 15 meses, y entre al estudio en seis, y lo haga de nuevo. No quiero pasar mis 20 años haciendo eso, no es interesante para mí. Me gusta tocar en vivo, pero por naturaleza soy más un ratón de estudio. Quiero estar trabajando en cosas en lugar de viajando. Así que creo que en una línea de tiempo lo suficientemente larga, puede ser un poco irritante.

¿Y te irrita que llamen chillwave a tu música?

–¡Por supuesto! Los géneros son guías para las personas que no entienden de referencias. Me explico: la gente etiquetó la música electrónica lo-fi como vaporwave hace cinco años. Así que me parece arbitrario que llamen así a lo que hago. Se diluiría pronto.

* Domingo 12/11 en Personal Fest, Club Ciudad, Av. del Libertador 5683.