En un clima de alta tensión, la Cámara Federal de Casación Penal se reunirá hoy para elegir nuevo presidente y discutirá cómo se distribuyen las subrogancias en los cuatro cargos vacantes. Son, ambos, grandes asuntos donde se juegan cuotas importantes de poder. La presidencia de Casación va rotando cada año por orden de antigüedad. Esta vez le tocaría a Juan Carlos Gemignani, quien enfrenta una investigación penal por posible privación ilegal de la libertad de una secretaria. Es poco probable que alguien avale su designación, por lo tanto Gemignani cedería el puesto y entraría Liliana Catucci, otra de las juezas designadas en los noventa. Las subrogancias más discutidas son las de la Sala I, donde están algunas de las causas más candentes (Hotesur, Dólar Futuro, Los Sauces, Efedrina, la denuncia de Alberto Nisman). En febrero de este año fueron nombrados ahí Mariano Borinsky y Gustavo Hornos, quienes consideran que su suplencia no tiene plazo. Otros jueces plantearían que sí deben cambiar.

El presidente saliente es Alejandro Slokar. Gemignani, el sucesor de acuerdo al reglamento, está en problemas. Después de meter presa a la secretaria Amelia Expucci por no acatar una orden, terminó imputado en una causa penal. La fiscal Paloma Ochoa pidió su indagatoria y Gemignani respondió con una recusación insólita basada en que participó en la protesta de Ni Una Menos. El juez Rodolfo Canicoba Corral tramita ese pedido de apartamiento. El proceso viene lento. Mientras tanto, nadie apoyaría al juez cuestionado en la presidencia de Casación. Si él acepta esta circunstancia y se corre, lo más probable es que la presidenta nueva sea Catucci. A su vez, un punto desconcertante es que los jueces de superintendencia de Casación, todavía mantienen abierto una actuación sumaria contra Expucci.

Borinsky se quejaba ayer de que el día elegido para el plenario fuera hoy, un miércoles, que suele haber audiencias en los expedientes. Pero en rigor también está alerta porque Slokar planteará la renovación de las  subrogancias (por las que los jueces cobran un 30 por ciento más). “Hay que elegir autoridades y resolver la integración de las salas”, le dijo Slokar a este diario. Una versión periodística que circuló con fuerza decía que algunos jueces intentan desplazar a Borinsky y Hornos de la Sala I porque allí está radicada la causa donde deberán decidir si reabren o no la denuncia que hizo Nisman antes de morir contra Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Timerman por supuesto encubrimiento de los iraníes acusados del atentado a la AMIA. En rigor, como ya está convocada la audiencia, ellos ya son los jueces de la causa. “No hay forma de reemplazar a los jueces de un tribunal después de fijar audiencia”, indicó Slokar.

En algunas causas, Borinsky y Hornos vienen funcionando en bloque, porque comparten la sala IV, donde ambos son titulares, y están juntos en la Sala I. Ellos, por ejemplo,  habilitaron que continúe la causa por traición a la patria contra CFK y Timerman, que es melliza de la denuncia de Nisman. Como tándem, teniendo en cuenta que la Casación tiene nueve jueces de trece, juntos pueden dominar un cincuenta por ciento de los votos. Slokar, que también subroga en la Sala II, va a dejar su suplencia y pediría que el resto haga lo propio bajo la idea de que no puede ser una designación infinita. El concurso para esos cargos lleva cuatro años trabado. Gemignani subroga en la Sala III. La Sala I es un foco de poder para quien esté allí, porque tramitan causas que hoy tienen alto contenido política. Borinsky y Hornos insistirían con que el Consejo de la Magistratura los nombró por tiempo indeterminado.