Como fue Tula en los del menemismo, el Mago sin Dientes es el emblema de los actos de Cambiemos. Así, por arte de magia, Julio De Vido y Amado Boudou fueron convertidos en los protagonistas principales del especial Mauricio Macri del lunes. El gran secreto de Fu Man Chu, Mandrake y del mayor de todos ellos, René Lavand: poner la atención en un lado y hacer desaparecer las cosas del bolsillo del otro.

Argentina fluye entre dos grandes acantilados, como esos ríos de El Señor de los Anillos. De un lado el programa de ajustes anunciado el lunes por Macri, que describe un país sin solidaridad. Del otro lado la inmensa movilización del miércoles convocada por la familia Maldonado, que representa un país con una gran fuerza solidaria. Son alturas formidables y opuestas. Entre las dos hay honduras infranqueables como si no formaran parte de la misma sociedad, dos países, dos culturas, dos historias.

No es la famosa grieta que armaron los publicistas del oficialismo sobre la  antinomia “k” y anti “k”. Estos dos inmensos peñones que enmarcaron esta semana de los argentinos perfilan otra grieta que no tiene nada que ver con la campaña de los periodistas oficialistas ni con Jaime Durán Barba. Es la reiteración de dos países en pugna, una disputa subterránea, sorda,  profunda, que se ha representado en cada etapa del país en formas políticas diversas, pero que siempre ha estado allí, con democracia o sin ella, en cada discusión sobre economía, sobre lo social o lo económico. Un enorme acantilado expresa al país brutal, el de la ley de la selva y el mercado, donde siempre gana el más fuerte. Y el otro gran peñón se eleva sobre una conciencia de comunidad-nación y solidaridad que construyen los sectores populares con el entramado de sus verdaderos intereses.

La convocatoria de la familia Maldonado fue en un día de semana, en horas laborables, después del hallazgo del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, lo que para el gobierno significaba el fin de la cuestión. No era el mejor momento para una convocatoria. Sin embargo, decenas de miles de personas asistieron a expresar su solidaridad con la familia que, además de perder a uno de sus miembros, había sido fuertemente hostigada por los medios oficialistas y las autoridades. Decenas de miles desbordaron la Plaza de Mayo. Es un país que existe y está.

El otro país se pronunció en el discurso de Mauricio Macri en el CCK el lunes. Anunció una reforma laboral que elimina las ocho horas de trabajo y facilita los despidos de trabajadores; una reforma previsional que le sacará cien mil millones de pesos por año a los jubilados al cambiar el índice de actualización, y una reforma fiscal que aumenta los impuestos a las personas y les saca impuestos a las empresas. Un programa ambicioso de ajuste, recortes y transferencia de riqueza de pobres a ricos.

Son las medidas que siempre quisieron aplicar las derechas, democráticas o autoritarias. Son los puntos por los que presionan los organismos financieros internacionales. Cada uno de ellos favorece a los ricos, pero Macri habló como si fuera al revés: Para definir los objetivos de su propuesta sanateó con “combatir la pobreza”, “crear empleo” y “lograr equilibrio fiscal”. En realidad, busca desesperadamente lograr equilibrio fiscal, pero sobre la base de crear más pobreza y precarizar el trabajo. Con la misma gambeta agregó que “cada uno deberá ceder un poco, empezando por los que tienen poder”. Insistió con que “hay que perderle el miedo al cambio” y a “despojarse de etiquetas y prejuicios”. Dijo que disminuir la pobreza es la principal meta de su administración pero a los únicos que atacó con nombre y apellido fue a los trabajadores judiciales y a los empleados de la Biblioteca del Congreso.

En el CCK lo escucharon sindicalistas, legisladores, gobernadores y miembros del Poder Judicial. Casi todos ellos venían negociando algunos de los anuncios y varios se sintieron traicionados. Los gobernadores fueron impactados por los impuestos al tabaco y al vino. La CGT anunció que se reuniría con los gobernadores para no dejar pasar la reforma laboral en el Congreso. Los jubilados no tienen representación. Perderán en silencio alrededor cien mil millones de pesos, lo que, si se divide por el total de beneficiarios, cada uno perdería alrededor de 12 mil pesos por año. No es un cálculo. Macri lo anunció con alegría: “Con este cambio vamos a ‘ahorrar’ cien mil millones de pesos”. Varios periodistas del oficialismo salieron a respaldar: “Cada uno tiene que ceder algo” se escucharon en la televisión los ecos del Presidente.

Ese discurso representa al modelo donde el poderoso siempre gana porque impera la ley del más fuerte y el Estado no protege al más débil. Está bien representado por el mago sin dientes y por el lenguaje melindroso que usó Macri, típico de los magos cuando quieren hacer desaparecer algo, como plata de los bolsillos de la gente. Es la Argentina que se opone a la que salió a la calle el miércoles en un acto solidario.

Casi no hay intercambio entre las dos orillas. Los paquetes vienen completos. Hace tiempo que los radicales desaparecieron de las movilizaciones por los derechos humanos porque compraron el discurso del neoliberalismo macrista. Gran parte de los jubilados votó las listas de Cambiemos, igual que trabajadores y capas medias. Esa masa se referencia en Macri hablando en el CCK. Hay discursos de una crueldad insana para justificar la desaparición de Santiago Maldonado, en boca de buenas personas que dejan de serlo en ese instante. Las medidas que se anunciaron el lunes perjudican a trabajadores, capas medias y jubilados, muchos de los cuales en este momento se sienten plenamente representados por ese discurso.

Aunque pareciera que ese respaldo es espontáneo, para sostener a esa masa aglutinada detrás de un discurso que claramente los perjudica hay un gran esfuerzo del macrismo. No hace falta pensar mucho. Los dos hechos más importantes de la semana han sido el acto por Santiago Maldonado y los anuncios de Macri. En la historia, anuncios de ese tipo provocaron cataclismos sociales. Pero no pasó lo mismo ahora.

Unos días antes, en complicidad con medios oficialistas, jueces y Gendarmería, el gobierno desplegó el espectacular show Julio De Vido, o la detención arbitraria de un ciudadano como si fuera El Pingüino en ciudad Gótica. Y el viernes de la misma semana de los anuncios fatídicos, fue el súper reality Amado Boudou, la foto de un tipo esposado en pijamas. Las dos operaciones se comieron a las demás noticias incluyendo el acto por Maldonado y los anuncios que afectan directamente a la vida de los argentinos.

Según los jueces, los súpervillanos De Vido y Boudou podrían interferir con las investigaciones. No explican cómo podrían haberlo hecho, ni existen antecedentes en ninguna de las causas que den pie a esa afirmación. Pero se los privó de su libertad sin estar procesados ni condenados. Los dos operativos fueron humillantes y aparatosos, un espectáculo denigrante de linchamiento público. Y no se ejecutaron en los tiempos judiciales sino cuando le convino al gobierno

El macrismo quiso arrastrar al kirchnerismo al terreno de esta discusión. El escenario hubiera sido con el kirchnerismo peleando en el barro una pelea perdida de antemano para el juicio mediático y el macrismo lavándose las manos gracias a los jueces que le hacen el trabajo sucio. El kirchnerismo evitó ese escenario en el Congreso, pero al hacerlo se generaron cuestionamientos en sus propias filas por no respaldar a dos de sus ex ministros. Es una encerrona, cualquier decisión que tome tiene un costo.

El macrismo no quiere al kirchnerismo en la discusión del saqueo a los trabajadores y los jubilados. Lo quiere embarrado en el tema de la corrupción que fogonean sus periodistas y sus jueces. El macrismo quiere aislar con esas operaciones al kirchnerismo, ubicarlo lejos de la preocupación que se extiende entre los gobernadores, el mundo del trabajo y en la sociedad en general. El papel que juega la Justicia en todas las operaciones mediáticas del gobierno forma parte de esta preocupación. Como síntoma de ese malestar, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, informó ayer a la Corte Interamericana el incumplimiento del gobierno argentino en el caso de Milagro Sala. Con otras palabras, eso quiere decir que el gobierno argentino no respeta su Constitución. Es la imagen de esta nueva Argentina.