“¿Qué madre o qué padre pueden dejarles a sus hijos deudas y problemas?”, preguntó Mauricio Macri a los funcionarios, gobernadores, empresarios y sindicalistas que asistieron al CCK. “Recibimos un Estado con un déficit alto, insostenible en el tiempo, que estamos bajando gradualmente de a un punto por año, porque queremos cuidar a quienes pueda sufrir la transición”, continuó el Presidente. “No nos gusta endeudarnos pero ¿mentirnos, emitiendo dinero sin respaldo y generando inflación?”, se preguntó, para luego arengar por el equilibrio de las cuentas públicas.

El discurso de Macri descansa sobre la tesis ortodoxa de que el actual proceso de endeudamiento externo es consecuencia del “gradualismo” para reducir el déficit de las cuentas públicas. La misma descansa sobre varias premisas falsas. Una de ellas, que el proceso inflacionario es generado por la emisión de “dinero sin respaldo”. Al respecto, vale señalar que a dos años de inicio de la política de endeudamiento externo, la inflación mantiene la misma dinámica que cuando las cuentas públicas se financiaban con “emisión sin respaldo”. La inflación escaló al 41 por ciento en 2016, de la mano de la devaluación y suba de tarifas, un valor similar al que se había producido tras la devaluación de 2014. Este año descendió al 24 por ciento interanual por la política de dólar barato, un valor similar al alcanzado durante el retraso cambiario de 2015. Es decir, se tomó deuda en dólares para pagar sueldos y jubilaciones en pesos, con la excusa de que emitir pesos sin respaldo generaba inflación, y los precios continuaron su marcha ascendente sin inmutarse.

Otro error de diagnóstico es que la toma de deuda externa se reducirá cuando lo haga el déficit público. Para mostrarlo, supongamos un hipotético año 2016 donde el Estado hubiera financiado la totalidad de sus gastos, incluyendo los vencimientos de deudas, con recursos internos (impuestos y colocaciones de bonos en pesos en el mercado local). ¿Cuál hubiera sido entonces el resultado de las cuentas externas? Según el balance cambiario del Banco Central, el resultado de la cuenta corriente más la fuga de capital neta de inversiones directas y financieras fue negativo por en 31.958 millones de dólares. A ese rojo hay que sumarle que en 2016 vencieron títulos en divisas del Estado Nacional por 6195 millones de dólares. De esa manera, si el Estado no tomaba deuda en dólares, las cuentas externas de la Argentina hubieran arrojado un rojo de 38.153 millones de dólares (siempre que no se produjeran cambios de magnitud en el resto de las variables externas). Como las reservas eran 25.563 millones de dólares a diciembre de 2015, no hubieran alcanzado para cubrir el déficit externo y la economía hubiera enfrentado una crisis cambiaria con cesación de pago de las deudas.

Las perspectivas de las cuentas externas hacia adelante son aún peores, por el agravamiento del déficit comercial y la acumulación de intereses y vencimientos por deudas externas. De esa manera, aun cuando se lograra una gradual reducción del déficit fiscal, se seguirá precisando un creciente e insustentable endeudamiento en divisas.

@AndresAsiain