La suba repentina de los dólares financieros (MEP y CCL) y del dólar blue movió la estantería del esquema económico de Javier Milei. Su fragilidad ha quedado expuesta a muy poco de iniciado el experimento liberal libertario. A pocos días de cumplir seis meses en la Casa Rosada, está padeciendo la primera corrida cambiaria.

Otros planes similares, como el de José Alfredo Martínez de Hoz en la última dictadura militar y el de Mauricio Macri, tuvieron una extensión mayor, de cuatro y dos años respectivamente, antes de mostrar debilidades que precipitaron la huida de capitales por parte de los principales jugadores del mercado financiero.

El impacto lo está recibiendo Milei, aunque intente ocultarlo o no lo registre con la simulación de rockstar y de erudito de la ciencia económica en sus últimas intervenciones públicas. En cada función de stand-up ha lucido desesperado por explicar que él está haciendo las cosas bien y que es el mejor economista de todos y, por esta superioridad, sus críticos están equivocados.

Como se sabe, cuando los ministros de Economía -la función que ejerce Milei, además de la titularidad del Poder Ejecutivo- tienen que aclarar en forma permanente la viabilidad de la estrategia económica, es porque no se entiende lo que están haciendo o porque la realidad va por otro lado de lo esperado.

Reflejo de la inestabilidad cambiaria es la primera crisis política del gabinete libertario, entre otros motivos.

Toda la culpa pasada, presente y futura es de CFK y del kirchnerismo

Otra señal contundente de las dificultades que Milei encuentra en el frente económico, con el derrumbe de la actividad a niveles de la pandemia y de la crisis de 2002, a lo que ahora se le agregan turbulencias cambiarias, es que empezó a mencionar en forma crítica a Cristina Fernández de Kirchner y al kirchnerismo.

Como el tiempo de la esperanza ha ingresado en un proceso de licuación en grupos sociales que depositaron expectativas de una mejora de la calidad de vida con el régimen libertario, convocar el peligro del regreso de CFK se constituye en el recurso político de última instancia para retener adhesiones.

No se trata de una estrategia novedosa, pero sí efectiva sobre un sector importante de la población, abonada diariamente por una destacada red de analistas y encuestadores.

No falta mucho para que el fiasco económico de Milei sea explicado como culpa del kirchnerismo, si el discurso dominante insiste en que la irrupción de un gobierno de ultraderecha se debe exclusivamente al ciclo político iniciado en 2003 que culminó en 2015, pero por la magia analítica conservadora, instaló que gobernó durante 20 años, callando el período del gobierno de Mauricio Macri.

Los cuatro años de la alianza macrista-radical fueron, en realidad, los que crearon las condiciones para precipitar el deterioro económico, financiero y sociolaboral -que la administración de Alberto Fernández no pudo alterar en forma sustancial- y que terminó consolidando el malestar social, lo que facilitó el crecimiento de una figura marginal del ecosistema político.

Para evitar malas interpretaciones, los ocho años fueron el preludio, en un contexto externo de expansión de la internacional de ultraderecha, para empezar a comprender los motivos que llevaron a Milei a la Casa Rosada. Pero los cuatro de Macri fueron la base material fundamental de esta irrupción (por ejemplo, el insólito megacrédito del FMI que condicionó en forma determinante la política económica). Los siguientes cuatro de Alberto Fernández también tienen la cuotaparte de responsabilidad por no brindar respuestas satisfactorias para modificar el ciclo de retroceso en el bienestar general iniciado durante el macrismo.

La pereza intelectual o la vulgar especulación política, sin embargo, evalúan que toda la responsabilidad pasada, presente y futura de lo que pasa en el país es de CFK y del kirchnerismo.

Las fuertes devaluaciones son un drama para los ingresos de la mayoría de la población

Como se sabe a partir de eventos similares en el pasado, otra vuelta de devaluación de Milei impactará en el poder adquisitivo de trabajadores y jubilados por el previsible shock inflacionario, pese a que el traslado a precios puede llegar a ser más extendido en el tiempo por el escenario de profunda recesión.

La aceleración inflacionaria castigará igualmente el consumo masivo. Por lo pronto, esto es lo que ha estado sucediendo en estos meses iniciales del gobierno de Milei.

El equipo de economistas de Banco Provincia explica en un reciente informe que el proceso inflacionario actual tiene un mayor impacto sobre el consumo privado que los anteriores procesos de alza de la inflación. Indica que los motivos para que así sea son múltiples: políticas fiscal y cambiaria contractivas, caída del poder adquisitivo, mayor aumento de precios de los bienes "inelásticos" respecto de aquellos cuyo consumo puede sustituirse, como gastronomía, turismo, cultura y salidas recreativas.

El índice "IBP consumo", indicador del gasto de consumo por cliente/a con tarjetas de crédito y débito y la billetera digital Cuenta DNI, mostró en abril una abrupta caída de 35% interanual. Los economistas del Provincia relevan los consumos realizados en territorio bonaerense y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El IBP consumo se elabora desde mediados de 2020 en la Gerencia de Estudios Económicos de Banco Provincia. Incluye información de los movimientos de 1,2 millones de tarjetas de crédito y 2,6 millones de tarjetas de débito. Además, analiza las transacciones de las más de 9 millones de personas usuarias de la billetera digital Cuenta DNI. Está ajustado por inflación de acuerdo con el IPC-Indec.

Según este indicador, el colapso del consumo popular fue mayor en el conurbano: mientras que en el interior de la Provincia la retracción llegó al 30%, en la Región Metropolitana de Buenos Aires alcanzó el 38,3%.

Al analizar la evolución del índice entre abril y marzo de este año, el rubro más afectado fue el de compras digitales, con una reducción de 55%. El dato más relevante es la contracción en supermercados y alimentos, que alcanzó el 21%, mostrando una aceleración de la baja con respecto al mes anterior.

Milei cayó solito en la trampa

En una economía bimonetaria como la argentina, con escasez de dólares para impulsar el proceso de crecimiento económico de mediano plazo, con pocos y poderosos dueños de los dólares comerciales y con el tipo de cambio siendo una variable distributiva clave, el debate económico sobre cuál es el nivel de equilibrio de la paridad cambiaria es permanente. Participar de esta controversia en el ámbito público por parte de funcionarios encargados de administrar el mercado de cambio refuerza la percepción de que existen complicaciones en este frente sensible.

Conocer un poco la historia económica argentina de los últimos cincuenta años enseña que discutir a cielo abierto si hay o no hay atraso cambiario, como lo hicieron Javier Milei y su secretario técnico del área económica, Luis Caputo, es una trampa que necesariamente debían eludir si no querían convalidar las presiones de devaluación. Más aún cuando buscan convencer a operadores financieros y protagonistas del complejo agroexportador de que el nivel del tipo de cambio oficial es el correcto y, por lo tanto, no habrá devaluación.

Milei cayó solito en la trampa puesto que ingresar en esta controversia convalida, con razón o sin ella, que existe o puede haber atraso cambiario. La reacción especulativa entonces fue previsible: hubo un primer fogonazo en las cotizaciones de los dólares financieros y blue.

El hiperajuste cambiario diario record

La megadevaluación de Milei del 13 de diciembre pasado fue la más impresionante de los últimos 50 años. No hay registro estadístico en este extenso período de un aumento deliberado del tipo de cambio oficial de 118 por ciento en un solo día. Fue de una brutalidad impactante en la administración de la cuestión económica, no sólo por la magnitud nominal del ajuste cambiario, sino porque no hubo ni una sola medida compensadora para los ingresos de la población.

El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) elaboró el ranking de hiperajustes cambiarios diarios más elevados, destacándose dos en abril de 1989. Ambas ocasiones se dieron en hiperinflación; no hubo una decisión autónoma del Banco Central de devaluar como en esta oportunidad, puesto que el mercado las hizo en la práctica porque no pudieron realizarse operaciones en el mercado de cambio oficial.

Milei y Caputo confesaron que colocaron la paridad oficial en 800 pesos, bastante por encima de lo que correspondía, para generar un "colchón". En la jerga de los economistas se denomina "overshooting" (sobrerreacción). Esta medida regresiva tiene correspondencia directa en la sobrelicuación de ingresos de la mayoría de la población.

Se evaporó el fabuloso colchón cambiario en apenas siete meses

La cuestión más impresionante que expone incapacidad de gestión es que semejante colchón cambiario, con las consecuencias mencionadas sobre el poder adquisitivo, se evaporó en poco tiempo.

El análisis convencional dice que la devaluación sirve para ganar competitividad cambiaria con el objetivo de mejorar las cuentas externas y, en ese lapso, generar las condiciones para fortalecer las fuentes del crecimiento económico, como la acumulación de reservas en cantidad.

La megadevaluación de Milei vino acompañada en forma inmediata por una amplia y descontrolada liberación de precios, que derivó en una aceleración inflacionaria. Fue tan veloz que el tipo de cambio oficial se apreció en pocos meses, perdiendo la efectividad buscada en el frente externo, al tiempo de provocar una brutal recesión.

Este resultado económico desastroso tiene como responsables principales a la dupla Milei-Caputo, sin poder trasladarla al gobierno anterior. Hundir la economía en el peligro de otra megadevaluación no tiene otra evaluación que la incompetencia en la administración de una variable tan sensible con influencia en la dinámica de la economía real y financiera.