Producción: Tomás Lukin


La cúpula empresaria

Por Leandro M. Bona y Mariano A. Barrera *

La fuga de capitales se trata de la salida de excedente económico (riqueza) de un país, generalmente tomando como refugio plazas financieras con secreto bancario y/o exenciones impositivas. El análisis de esta modalidad es relevante ya que se inscribe en un proceso de financiarización de la economía en la que las grandes firmas relegan la inversión en activos productivos para pasar a hacerlo en opciones financieras, afectando el potencial de la capacidad instalada de la economía, al reducir los niveles de inversión (dado que no se resiente el consumo de esos sectores), la recaudación estatal y, consecuentemente, afectando negativamente el nivel de empleo y crecimiento de la economía.

El proyecto de clase neoliberal que se inauguró con el programa refundacional políticamente represivo y socioeconómicamente regresivo de la dictadura cívico-militar durante el período 1976-1983, instaló un nuevo patrón de acumulación, la valorización financiera (1976-2001), en el que la fuga de capitales, cuya fuente de financiamiento era el endeudamiento externo, se transformó en una variable central para el comportamiento económico. Así, desde 1976, el drenaje de divisas de la Argentina fue constante. No distingue períodos de crecimiento o recesión, apreciación o depreciación cambiaria, tasa de interés altas o bajas, precios de exportación crecientes o estancados, gobiernos neoliberales o intervencionistas, aunque cambió la fuente de financiamiento ya que durante el período 2002-2015 las divisas las aportaba el excedente comercial y no la deuda externa.

Estimaciones publicadas en el libro “Endeudar y Fugar” muestran que entre 1976 y 2016 la fuga de capitales alcanzó los 288.200 millones de dólares corrientes que, actualizado a valor presente, asciende a los 415.400 millones de dólares. La cifra equivale al 75 por ciento del  PIB argentino. Estimaciones de Tax Justice Network llegaban a valores similares para el período 1970-2010 con 399.000 millones de dólares, mientras que el INDEC modera el cálculo: “apenas” a 240.000 millones de dólares.

Si bien la compra de dólares como mecanismo de ahorro en una economía bi-monetaria (otra herencia de las gestiones de Martínez de Hoz y Cavallo el frente de la cartera económica) es un factor relevante para los sectores medios, el núcleo central y mayoritario de la fuga de capitales es realizada por el poder económico de la Argentina desde 1976. Cuando se contemplan las evidencias presentadas en diversos listados de fuga de capitales se puede identificar a las empresas y personas que explican este proceso. Hay firmas vinculadas al sector primario y agroalimentario (LDC, Massalin Particulares, Cargill, Ledesma, Molinos Río de La Plata, Aceitera General Deheza, Oleaginosa Moreno, Arcor, Profértil, Bagley, Productos de Maíz SA, Cafés La Virginia, Cepas Argentinas), otras ligadas a la industria del petróleo (YPF bajo control privado, Shell, Esso, Pluspetrol, Petroquímica Cuyo, Total Austral, Tecpetrol, CAPSA, Pluspetrol, Wintershall) y conglomerados locales (Socma, Techint, Aluar, Acindar, Arcor, Clarín, Ing. Norberto Priu, Loma Negra, Coto), además de las empresas extranjeras. Algunos de los apellidos que más repetidamente aparecen son Lacroze de Fortabat, Blaquier, Roemmers, Magnetto, Noble, Coto, Belocopitt y Frávega.

El caso de la familia Macri también merece destacarse, porque si bien la figura del presidente no aparece en varios de los registros de fugadores, sí lo hacen sus parientes (alguno de los cuales recientemente “blanquearon” capitales previamente fugados), además de las empresas de la familia: grupo Socma, IECSA, Fleg Trading o Kagemusha.

Lejos de frenarse en la actualidad con la nueva política económica, desde la asunción de Cambiemos la fuga de capitales contabilizada por el Banco Central totaliza 27.506 millones de dólares, alentada por la liberalización del flujo de capitales. Si bien este proceso no es nuevo, ya que durante los gobiernos kirchneristas también fue elevada (entre 7 mil y 11 mil millones de dólares corrientes por año dependiendo la fuente utilizada), lo cierto es que, al igual que durante la etapa 1976-2001, actualmente este drenaje de divisas se financia con endeudamiento externo público, quedando luego de la salida de capitales el pasivo para el conjunto de la sociedad argentina.

* Área de Economía y Tecnología de FLACSO-Sociedad de Economía Crítica.


Paradise Papers y justicia tributaria

Por Verónica Grondona *

Los Paradise Papers revelaron 13,4 millones de documentos con información sobre sociedades creadas por la empresa Appleby para los dueños de grandes fortunas y empresas transnacionales. Es difícil demostrar que lo que hacen los usuarios del mundo offshore sea ilegal, pero eso no quiere decir que no lo sea. Si, como apareció en la nueva filtración, Nike se realiza pagos a si misma por el uso de la propiedad intelectual desde sus filiales en todo el mundo a sus filiales ubicadas en guaridas fiscales, entonces reduce su ganancia en sus diferentes subsidiarias en jurisdicciones de alta tributación y aumenta su ganancia en jurisdicciones de baja o nula tributación; aumentando así su ganancia global. El fisco argentino no tiene herramientas para ver el panorama global, y por lo tanto difícilmente intente llevar a Nike a juicio por esta evasión; ya que si la llevaran a juicio, difícilmente ganarían considerando el actual marco normativo.

Otra multinacional que aparece en los Paradise Papers es Glencore, empresa controlante de Oleaginosa Moreno en Argentina. Oleaginosa Moreno ha tenido al menos dos casos que han sido llevados a juicio, uno por el ejercicio fiscal 1999 y el otro por el ejercicio 2000. En ambos casos, se había utilizado una intermediaria en Suiza, Atlantic Oils & Meals, en operaciones en las que la AFIP había detectado una subfacturación de los commodities exportados. Hasta el momento, lleva un caso ganado y otro perdido.

Muchas personas en Argentina, pero también en otros países, me han dicho en varias oportunidades: “el problema es que tenemos impuestos altos y no recibimos nada a cambio, porque el Estado es ineficiente, y por lo tanto es lógico que nadie quiera pagar”. Es necesario distinguir algunas cuestiones:

1) Cualquiera que sea el tamaño del Estado en el que estemos pensando, es necesario mantenerlo y para ello se requiere una contribución de todos (y eso es lo que conocemos como impuestos).

2) No podemos pagar todos por igual, porque no tenemos todos los mismos ingresos ni los mismos bienes, por lo tanto, es necesario un sistema progresivo donde pague más el que más tiene.

3) Un Estado que no logra cobrarle los impuestos a los que más tienen le cobrará estos impuestos al resto de la población: trabajadores y pequeñas y medianas empresas (entre éstas últimas, por ejemplo las mujeres suelen estas sobre-representadas y por lo tanto son quienes terminan pagando una mayor proporción de impuestos).

4) Aun cuando las políticas de austeridad tienen un basamento ideológico, la realidad es que un Estado que no logra recaudar adecuadamente deberá resignar gasto público;

5) Incluso si la decisión de gasto público es política, inevitablemente se termina en menores políticas re-distributivas (entre ellos, por ejemplo, los programas orientados a mejorar la calidad de vida de las mujeres, niños, ancianos, personas con capacidades diferentes, grupos poblacionales marginados, etc.)

¿Cuáles son las soluciones? En estos días el ministro Dujovne presentó el proyecto de reforma Tributaria que enviará al Congreso. Aun cuando el proyecto como tal no se conoce, entre las principales, y primeras cuestiones destacadas se encuentra la reducción del impuesto a las ganancias del 35 al 25 por ciento en 2021, con el fin de atraer de esa manera “inversiones internacionales”. 

Muchos pensarán que esto es positivo. Sin embargo, es sugerible reducir las expectativas, porque los principales beneficiarios de esta reducción serán las empresas grandes y los individuos de más altos ingresos. El resto (personas y pymes), proporcionalmente terminarán pagando más (sea por vía de más impuestos alternativos, o por menos servicios prestados por el Estado).

La reducción del impuesto a las ganancias es un gran problema, ya que es el impuesto más progresivo que tenemos. Por lo tanto, las soluciones pasan por considerar a los grupos transnacionales como lo que son: grupos transnacionales. Y cobrarle los impuestos por las actividades que realizan en cada país. Porque los grupos transnacionales no se localizan en uno u otro país según el nivel de impuestos que tienen éstos, sino por la cercanía a los sectores extractivos, la capacitación de la mano de obra, la infraestructura con la que cuentan, y lo que pueden vender en ese lugar.

* Economista - Asesora del grupo GUE-NGL en el Parlamento Europeo.