Durante más de tres años, los reputados fotógrafos estadounidenses Diane Cook y Len Jenshel visitaron decenas de puntos geográficos, buscando trazar un recorrido arbóreo por el mundo donde el paisaje de fondo se convirtiera en pieza estelar. Aventura que hoy les vale el cándido reconocimiento de medios que celebran una serie –devenida fotolibro– íntegramente dedicada a rendir homenaje al... árbol. “Árboles inspiradores, que hayan sido testigos de la historia, que hayan sobrevivido calamidades o que hayan sido centro de veneración espiritual”, recuenta la dupla al referirse a Wise Trees, como intitularon la mentada colección. Registro de más de 60 ejemplares de la perenne planta vital, emblemáticos por las más diversas razones pero con invariable punto de conexión: “Han impactado y moldeado innumerables vidas” (Cook y Jenshel dixit). Desde el manzano de Isaac Newton en Lincolnshire que inspiró las leyes de la gravedad, hasta el Árbol de Bodhi, higuera sagrada de la India que desciende del árbol bajo el cual Siddhartha Gautama alcanzó la iluminación espiritual, cada caso fue cuidadosamente elegido para despertar conciencia sobre el papel perdurable que desempeñan, además de ser “paisajes de complejidad, donde la naturaleza y la humanidad convergen”, en palabras de los autores. Está la secuoya de California sobre cuyas ramas la activista Julia Hill vivió 738 días para evitar que fuera talada; el pino blanco japonés que sobrevivió el bombardeo de Hiroshima... También un ginkgo biloba de 700 años, de Tokio, que otorga fertilidad a las mujeres que adoran a la diosa Kishimojin-do. “Cuarenta millones de árboles se pierden todos los días. Ellos pueden vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ellos”, subraya el dúo de artistas ambientalistas sobre sus objetos de devoción, a lo que llaman cariñosamente “supervivientes y centinelas del pasado”.