Las líneas tienen 15 años, pero una vigencia que no se oxida. Víctor Hugo las escribió para el prólogo de mi segundo libro, Fútbol limpio, negocios turbios. Lo publicó Astralib Cooperativa Editora en diciembre de 2002, una hija autogestionaria de la crisis pavorosa del año anterior. Dicen así: “En épocas fatales para la prensa, cuando el monopolio de la información es un hecho definitivo, la corruptela que vincula intereses que debieran estar en pugna, auspicia una verdad adulterada. Surgen personalidades a las cuales la protección periodística, transformada en un estilo y un estigma de estos tiempos, las convierte en héroes de la historia oficial. Se ocultan o se distorsionan los hechos, se mira con una lupa el mérito, se esconden de la manera más aviesa la travesura y el delito. En ocasiones son parte de las causas judiciales los protagonistas y aquellos de los que se espera el control ético de los primeros. Todos en la misma bolsa se convierten en una extraña corporación a la que solo mencionar provoca repulsión…”.

En este momento de zozobra laboral, de compañeros, colegas que se quedan sin trabajo todos los días, vaya este reconocimiento a sus luchas que Víctor Hugo siempre acompañó. A fines de 1983, lo conocí cuando apenas llevaba dos años en el país. Me recibió en un estudio de radio donde conducía Sport 80. Se solidarizó conmigo y los laburantes de La Voz abriéndome el micrófono. Estábamos en pleno conflicto gremial con aquel diario, que cerraría en el ‘85. Pero además me dio trabajo en Radio Argentina en 1986, ya desocupado. Estas líneas ahora son para él.