En la víspera de las elecciones generales, el ambiente  en Honduras era de relativa calma, orden y tranquilidad, con llamados a votar desde distintos sectores sociales para reelegir o cambiar al presidente del país. A menos de 24 horas del inicio de las votaciones, las demostraciones públicas de apoyo a los candidatos fueron casi inexistentes. 

La poca propaganda que decora las calles de Honduras apenas evidencia que hoy más de seis millones de hondureños están llamados a elegir entre nueve candidatos, incluido el gobernante actual, Juan Orlando Hernández, al nuevo presidente de los próximos cuatro años. Los hondureños también elegirán tres vicepresidentes, 128 diputados al Parlamento nacional y 20 al Centroamericano, además de 298 alcaldías.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras salió al paso de las denuncias opositoras y garantizó la transparencia del proceso. La oposición acusa al TSE de preparar un fraude en favor del oficialista Partido Nacional (PN, derecha), que busca la reelección de Hernández, luego de que la Corte Suprema declarara ilegítima la cláusula constitucional que impedía esa posibilidad. El periodista Salvador Nasralla de la izquierdista Alianza de Oposición contra la Dictadura alertó el viernes que una serie de mecanismos que estarían en marcha para fraguar un fraude, citando la emisión de credenciales falsas para miembros de mesa de los partidos de oposición. También advirtió de un mecanismo conocido como “voto encadenado’’ que utiliza papeletas falsas, y la divulgación de datos manipulados para crear la percepción de que el presidente ganó la reelección.