Milei no surgió de un repollo ni por generación espontánea, sino que en buena medida representa una determinada forma de ser y actuar de al menos una parte importante de los argentinos, es decir, no constituye una excepción a la regla general sino que es parte integrante del mismo conjunto. De repente alguien se sube con una motosierra a una tarima en el obelisco y pronuncia aquellas mismas palabras y frases que muchos argentinos están esperando escuchar y que inclusive desearían personalmente ejecutar.

Muchos de sus seguidores se sienten correctamente interpretados, como cuando, por ejemplo, un escritor escribe unos versos y los lectores dicen: este poema podría haberlo escrito yo, de haber tenido el talento y el coraje de hacerlo, por supuesto.

Como opinan muchos, es verdad que el "libertario" constituye un personaje construido e impuesto por los medios masivos de comunicación. Pero esos medios, afines en su mayoría a los intereses del neoliberalismo, no edifican ni promueven a cualquiera que aparezca gritando consignas a los cuatro vientos, sino a quien que se sitúa, consciente o inconscientemente, en el punto de confluencia hacia el que se dirigen los anhelos e identificaciones de una parte importante de la masa.

Freud en "Psicoanálisis de las masas y análisis del yo", dice que el líder es aquel que permite las identificaciones y se ubica en el punto exacto hacia el cual se dirigen los ideales de la masa. En ese sentido Milei no es un bicho raro ni un extraterrestre, sino más bien un paradigma, un fiel exponente de una determinada subjetividad colectiva.

Pero no hay que pensar que el ultraneoliberalismo (la fase actual del discurso capitalista), es sólo un modelo económico-financiero de apropiación planetaria y concentración de los recursos en manos de los grandes grupos de la economía global. Es también la más formidable maquinaria de transformación subjetiva y colonización de las mentalidades, que conlleva inclusive un cambio civilizatorio y hasta una real mutación antropológica.

Ya no habría, como en la Modernidad, una conciencia de clase y una noción de sujeto histórico que conciba su misión histórica de destituir a los amos, edificarse un futuro, cambiar la realidad, etc. Hoy la conciencia de clase y de misión en la historia, fue sustituída por el resentimiento y la decepción.

En ese sentido el líder "libertario" interpretó ese sentir general e introdujo, para reforzar la nueva subjetividad de este tiempo, la brutal y efectiva metáfora de la motosierra, en una cotideaneidad que comienza a funcionar enteramente por el lado del más allá del principio de la placer, freudiano, es decir, por el lado del goce mortífero y la pulsión de muerte. En definitiva, los estragos causados por el ultra-neoliberalismo en el mundo no son sólo económicos, sino fundamentalmente culturales y éticos.

Es por todo ello que, para cambiar la actual realidad argentina, no basta, o no es suficiente, el reemplazo del actual gobierno por otro de diferente signo político. Mucho menos, por supuesto, un estallido social, un juicio político, etc. En ese caso lo más probable es que al poco andar cayéramos nuevamente en lo mismo, o sea, en la constante y eterna repetición de un drama, o una farsa, que cada tanto insiste y que, como en el mito griego, confina a los argentinos en aquello mismo de lo que creían huir, es decir, en la frustración y el eterno retorno.

Por eso, los cambios deberían ser primordial mente subjetivos y éticos. ¿De dónde podrán venir esos cambios? Nadie lo sabe. Posiblemente de un recobro de la responsabilidad de cada cual y de un cambio de posición subjetiva ética, moral, educativa, etc.

En conclusión, no se puede cambiar la realidad sin cambiar antes de discurso y posición subjetiva.

*Escritor y psicoanalista