El vocero de la Armada, Enrique Balbi, anunció el fin de la búsqueda del submarino ARA San Juan y de eventuales sobrevivientes. El Ejecutivo delegó en la Marina la ingrata labor. Los familiares, víctimas sobrevivientes, expresaron furia y desconsuelo. Denuncian, claman que el Gobierno (y no solo la Armada) les mintió, les retaceó información, desatendió la búsqueda.

El ministro de Defensa, Oscar Aguad, conversó con los familiares. Cumplió con un arduo deber. Nadie podría consolarlos, contenerlos, dejarlos conformes. Pero la personalidad, la frialdad y los modales de Aguad agriaron el mal trance. Cualquier funcionario piensa en su futuro pero debe tratar de compensar esa pulsión con buen trato, empatía, algún ademán cálido. No es el protagonista adecuado.

El presidente Mauricio Macri decretó tres días de duelo nacional. Se combina el homenaje con un modo burocrático de habilitar trámites sucedáneos al fallecimiento comprobado: indemnizaciones, pensiones y convalidación del cese de la búsqueda.

La solidaridad colectiva es menos ritual, bien papable, conmovedora. Un sentimiento colectivo acompaña a las familias, que merecen ser arropadas y reconocidas. Tanto como ejercer el derecho de velar a sus parientes, elaborar el duelo, poder despedirse como predican las religiones o cualquier forma de pensamiento humanista.

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La reforma previsional fue aprobada por el Senado en tramite exprés. El jefe de la bancada peronista, Miguel Pichetto, pidió un cambio irrelevante en el cálculo del coeficiente de aumento de las jubilaciones. El ministro de Trabajo y Descomer, Jorge Triaca (hijo) lo aceptó de volea. Muchos senadores peronistas bancaron la reforma regresiva que reduce el valor adquisitivo de los haberes.

La disputa en Diputados se insinúa más reñida, los pronósticos previos sugieren que el oficialismo tiene chances altas de salirse con la suya. 

La oposición y en particular el panperonismo afrontan un desafío para el segundo bienio del mandato presidencial de Mauricio Macri. Deben confluir, no apenas para levantar la mano in extremis.  Acortar distancias, comenzar el camino de construcciones transversales más estables que la sumatoria de bloques en el Congreso. Hasta ahora, no dio la talla, la asiste otra oportunidad, peliaguda desde el vamos.

Si la reforma prospera, los cálculos sobre la pérdida del valor real de las jubilaciones será clave en los juicios que lloverán. La reducción del 13 por ciento, consumada cuando era presidente Fernando de la Rúa, fue decretada inconstitucional por sucesivos tribunales de distintas instancias, hasta que la Corte Suprema convalidó. La actual integración del tribunal no garantiza nada pero les cabe, a su vez, la oportunidad de dictar por una vez, un fallo a favor de los trabajadores.

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La lectura del veredicto en la causa de la ESMA concluye un proceso ejemplar, record en muchos aspectos. Un nuevo mojón en la historia de los derechos humanos. Imposible expedirse sobre las condenas y las absoluciones, desconociéndose aún los fundamentos. Pero ambas y la diversidad de las penas corroboran que se consideró caso por caso, que hubo oportunidades para acusados y defensas, que prosigue la lucha contra la impunidad.

La palabra de las víctimas sobrevivientes, de nuevo, fue prueba de cargo fundamental. El peso institucional de los testimonios resignifica sus vidas, dota de sentido a sus padeceres, a su templanza y al peregrinar infatigable.

Gana la sociedad en su conjunto, propinándole un revés a los cortesanos que quisieron aplicar el 2x1 a los juicios por crímenes de lesa humanidad. 

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Todos los hechos suceden en paralelo, así fluye lo cotidiano en la sociedad. En sentido literal y figurado los senadores no escuchan el sonido de la movilización masiva en la Plaza Congreso. 

Las personas del común transcurren interesándose en el submarino, ojeando los partidos de fútbol, palpitando cómo será el grupo de Argentina en el Mundial de Rusia.

El macrismo apuesta a que esa lógica dispersión, que incluye el reto diario de “salir a vivir” cimiente apatía, despolitización, fragmentación de la sociedad civil. A sus adversarios políticos les cabe el reto de recuperar interés y adhesiones, más allá de minorías politizadas y movilizadas. Parte de la labor es proponer un horizonte futuro, reavivar esperanzas, empezar a bosquejar que hay alternativas al modelo-programa macrista.