No hay "discurso único" al menos dentro del Frente Progresista y en las fuerzas que lo integran. La afirmación del presidente Mauricio Macri en torno al discurso que dice compartir con el gobernador Miguel Lifschitz no sólo no fue desmentida por el titular de la Casa Gris, sino por el contrario, pareció darle la razón. Y nada menos que en un tema en el que prácticamente toda la oposición cerró filas: La modificación del Impuesto a las Ganancias, una de las promesas más recurrentes de Macri en campaña, que sus opositores se dispusieron a "ayudar" a cumplir. Y si así no lo hiciere, no serán dios y la patria quienes lo demandarán sino los trabajadores, los que votaron por "el cambio" y los que no. Los diputados del FAP votaron el proyecto consensuado por todos los sectores de la oposición a excepción del Frente de Izquierda. Tanto Hermes Binner como Alicia Ciciliani levantaron sus manos y la diputada inclusive posó para la foto junto a Graciela Camaño del Frente Renovador y Héctor Recalde del Frente para la Victoria, más los diputados que responden a Diego Bossio, los Libres del Sur y representantes de fuerzas provinciales. Durante esa jornada varias veces hablaron los dirigentes del Socialismo entre sí. Los diputados en el Congreso, Antonio Bonfatti en la Cámara provincial, Lifschitz desde su despacho e inclusive la intendenta Mónica Fein.

Los operadores legislativos del PRO estaban en dificultades, sus llamados fueron infructuosos, no quedó claro si fue por errores políticos o matemáticos. Ingresando al territorio del absurdo creían estar cerca de ganar la votación cuando en ningún momento sumaron más de 80 o 90 voluntades contra más de 140 de la oposición en su conjunto. Apelaron a los gobernadores peronistas, y desde ya al propio Lifschitz, que en ningún momento les pidió a sus camaradas que votaran de otra forma. Pero después de eso, al ser consultado por la prensa el gobernador dijo que "Santa Fe se vería perjudicada en más de 2500 millones" lo cual puede ser así en caso de no retocarse el cuadro de retenciones a las mineras por caso o al campo inclusive. Y agregó ‑según sus propios compañeros innecesariamente‑ "es una mala ley". Sólo el núcleo duro del PRO se atrevió a tanto, el presidente calificó de irresponsable a la amplia mayoría de los diputados nacionales y llamó "impostor" a Sergio Massa, a quien adjudica la paternidad de la jugada. En Santa Fe hasta los aliados del PRO ‑José Corral por citar un emblema‑ fueron menos "generosos" que el gobernador en su apoyo al discurso de la Casa Rosada. Pero puntualmente esta situación no generó un cisma ni cerca de estar de eso dentro del socialismo. Bonfatti dijo "entiendo a Miguel, él tiene la responsabilidad de defender los recursos para Santa Fe", y no mucho más que eso.

 

Durante la fatídica jornada para Macri en Diputados, varias veces hablaron los dirigentes del Socialismo entre sí.

 

Al cierre de esta edición, los principales dirigentes del PS estaban reunidos ‑como suelen hacerlo los fines de semana‑ conversando sobre el tema y sobre todo entorno al proceso electoral que se desarrollará el año que viene. Es precisamente ese punto el que mayor debate reclama y la determinación de desdoblar o no los comicios va a ser crucial para definir las candidaturas. La tendencia más firme indica que serán unificadas. Es decir que las elecciones de concejales en los municipios y las de diputados nacionales se harán el mismo día. Eso equivale a "nacionalizar" la elección, y sin perjuicio de la relevancia de las candidaturas a concejales, los candidatos a las bancas en el Congreso de la Nación llevarán el paso del comicio. La semana pasada en esta columna se expuso acerca de una afirmación que comparten diferentes sectores del arco político, pero que especialmente desvela al Frente Progresista: "No hay 2019 sin 2017". Y a ese pronostico hay que agregarle no sólo una estrategia definiendo discurso y perfil, sino nombres y apellidos. Y una cosa va asociada a la otra.

 

La tendencia más firme indica que serán unificadas las elecciones. Eso equivale a "nacionalizar" los comicios de 2017.

 

Está claro que la figura del oficialismo en Santa Fe no será Luciano Laspina ‑que seguramente encabezará la nomina del PRO‑ sino Mauricio Macri, que ya debe saber ‑por haber vivido y tal vez hasta leído la historia‑ lo que suele suceder con los presidentes que pierden las elecciones de mitad de mandato. Así pues, con una porción de la UCR ‑la que lidera José Corral con un partido nuevo‑ "Cambiemos" irá a los comicios trantando de instalar a quien será su candidato a gobernador. El peronismo con sus internas abiertas designará candidatos al parlamento, ya que todo parece indicar que no hay un nombre que genere más expectativas que el de Omar Perotti para el 2019. Y el FAP que más allá de la docilidad del gobernador seguramente armará una lista cuyos integrantes ofrecerán matices diferentes pero que quien encabece marcará un tono decididamente opositor. En algún momento se pensó en Luis Contigiani, un "líbero" de la UCR de una sólida formación e inequívocas posiciones políticas. Tanto que Macri lo conoce y hasta se alegraría que dejara el gobierno provincial. El Ministro de la Producción el mismo día en que el presidente dijo que "se ven los brotes verdes de la economía de Santa Fe", le contestó con cifras lapidarias de recesión, pérdidas de fuentes de trabajo y persperctivas nada alentadoras para el futuro en tanto no se modifique el rumbo de la economía. Y eso ya se sabe que no ocurrirá, no antes de las parlamentarias, y resulta lógico si quien debería torcer el timón se autocalificó con "8 puntos" como timonel. Pero dentro de esa lógica, y con el 2019 como objetivo a largo plazo, ganar las elecciones parlamentarias es más que eso. Por esa razón es que nadie descarta ‑y menos él‑ que sea Bonfatti quien encabece la lista de candidatos a diputados nacionales. Sobre todo si se nacionaliza el comicio al realizarse ambas elecciones en la misma jornada. Para Bonfatti ‑y en alguna medida para el PS y FAP‑ es una apuesta a todo o nada. Si el ex‑gobernador no gana en esa instancia sus anhelos de volver a la Casa Gris se harían añicos. Si resultara el más votado, en cambio, sería difícil imaginar otro candidato del oficialismo que además contuviera a la mayoría de la UCR.

 

Si Bonfatti es candidato a diputado debe ganar la elección para conservar sus chances de volver a la Casa Gris en 2019.

 

Si en cambio las elecciones fueran desdobladas, el FAP que salió cuarto en las últimas elecciones para legisladores, detrás de Cambiemos, el PJ y el Frente Renovador podría conservar expectativas favorables para la elección en los municipios, donde ahí sí la figura del gobernador cobraría mayor relevancia. Sin embargo, también en los principales municipios se plantea el dilema: ¿Deben "jugar" o no las principales espadas? El caso más notable es el de Pablo Javkin, cuya generosidad política posbilitó la reelección de Mónica Fein en el Palacio de los Leones, y además tomó el riesgo de dejar su banca de diputado nacional por dos años más para asumir como Secretario General en la Intendencia, en momentos difíciles que provocan un desgaste desaconsejado para cualquiera que pretenda ser candidato. Esto se lo reconocen los principales dirigentes del socialismo, que no se caracterizan por confiar en los que "no son del palo". Algunos de ellos, más por necesidad que por convicción, están dispuestos a acompañar la candidatura de Javkin para la Intendencia en 2019. Pero aquí sucede lo mismo; el 2017 acecha y la pregunta se repite: ¿Puede, o mejor dicho, debe ser Javkin el candidato que encabece la lista de concejales? En una elección simultánea es muy difícil que la tracción del comicio nacional no afecte la lista municipal. Si fuesen desdobladas otro sería el panorama, en cualquier caso es mucho más lo que tendría por perder que por ganar. Las encuestas sobre imagen lo ubican por encima de la gestión, inclusive por delante de otros concejales y eventuales candidatos de otras fuerzas. Pero la elección es otro escenario, allí confluyen otros factores además de la imagen del candidato. Eso lo saben todos, Javkin y sus aliados políticos ‑algún eventual rival en la interna abierta‑ y si bien el comicio que renovará la mitad del Concejo es importante, la batalla definitiva será por la Intendencia dos años más tarde.

En estas arremolinadas aguas navegan las estrategias y las candidaturas. Sin embargo hay una corriente que con el correr de los días probablemente se acentué y es que no hay un "discurso único", no ya para el 2017 sino pensando en 2019.