Nos sobran los motivos
La pandemia, la inestabilidad climática, los nuevos conflictos bélicos, la basura espacial que con cada vez más frecuencia amenaza con azotar la Tierra, y la serie de ansiedades que cada quien carga en sus pequeños dispositivos con conexión a internet, han hecho que "apocalipsis" sea una palabra cada vez más integrada a la conversación cotidiana. Puede que esta idea a menudo remita a la oscuridad, el horror, o el fin definitivo de algo. Sin embargo, también hay en ella un significado histórico un poco más interesante vinculado a la revelación y la renovación. “En su fuente bíblica, el Apocalipsis habla de un velo que se levanta sobre el reino eterno que reunirá a los creyentes en la Jerusalén celestial. ¿Una palabra de esperanza diseñada para frustrar nuestros miedos más profundos?”, dice el sugestivo comunicado que llega desde la Biblioteca Nacional de Francia, entidad que está ofreciendo la primera gran muestra dedicada al Apocalipsis como idea, donde explora sus distintos significados y representaciones a través de la historia del arte. Con 300 piezas que van desde la Edad Media hasta la actualidad, esta inventiva y acaso desconcertante exposición atraviesa el imaginario apocalíptico con pinturas, textos y rarezas: desde los manuscritos del Apocalipsis de Juan hasta la famosa serie de grabados de Durero o los desastres de la guerra de Goya, pasando por extractos literarios, de películas, de cómics, grabados, y algunas obras de tamaño monumental pertenecientes tanto al acervo de la misma Biblioteca como a colecciones insignes del Centro Pompidou, el Museo de Orsay o el Museo Británico. “Lejos de limitarse a una visión catastrófica del apocalipsis es en torno a la idea de 'Día Después' que se construyen las ficciones y representaciones más inventivas, que en cierto modo conciben la catástrofe como el preludio de un nuevo orden”, dice el texto curatorial.
Tatuajes de Chancay
Por hallazgos anteriores que demuestran un impresionante dominio de la ciencia y la medicina, la civilización Chancay –florecida entre los años 1100 y 1400 d.C. en lo que ahora es la costa central del Perú– es una de las culturas precolombinas más enigmáticas que la ciencia y la arqueología siguen investigando. Ahora, un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que sobre algunas de las momias de esta cultura se pueden encontrar tatuajes intactos con un diseño y una resolución que supera incluso a las técnicas de la actualidad. Se presume que los tatuajes fueron hechos con espinas de cactus o huesos afilados, y sus patrones de triángulos y diamantes tan increíblemente alineados sugieren un conocimiento profundo de la simetría y el arte. “Su nivel de detalle supera el de otras formas de arte, como la cerámica y los tejidos”, afirmó el arqueólogo peruano Henry William Marcelo, director del museo Arturo Ruiz Estrada, que participó de la investigación. Este hallazgo no solo confirma la complejidad cultural de la civilización Chancay, sino que abre algunas nuevas preguntas respecto a la artesanía y la preservación de sus obras. "La cultura Chancay no solo dominó el arte del tatuaje, sino también la medicina avanzada. Se han encontrado cráneos con trepanaciones quirúrgicas que fueron reconstruidas con incrustaciones de metal, lo que sugiere un nivel excepcional de conocimientos médicos y tecnológicos", destacó Marcelo.
Mi obra maestra
Las sandalias Birkenstock no son obras de arte. Simplemente son… bueno, sandalias. Así lo dictaminó la justicia alemana la semana pasada, luego de un drama legal que duró más de dos años, en el que la famosa marca de sandalias con suela de corcho –que todos parecen adorar, desde Barbie hasta Bill Gates, pasando por personal médico y deportistas– reclamaba protección de derechos de autor a la manera de una obra de arte. Resulta que, según la legislación alemana, las obras de arte gozan de una protección mucho más sólida que los productos de consumo. Y acogiéndose a esta idea, Birkenstock había presentado una demanda contra competidores que vendían objetos muy similares a los suyos, solicitando a la justicia que les impidiera fabricar sandalias de imitación y les ordenara destruir las que ya estaban en el mercado. El pedido, sin embargo, fue negado por la Corte que estimó que un calzado con suela y hebilla no es suficiente para ser considerado arte. Como fuere, este entuerto legal abrió una serie de discusiones sobre el asunto. Por ejemplo, la académica Emily Brayshaw, de la Universidad Tecnológica de Sydney, que investigó a la marca como fenómeno, dijo que Birkenstock es un ejemplo perfecto de artes aplicadas: “Su diseño único se basa en principios que estaban en discusión en las escuelas de diseño y los movimientos artísticos de mitad del siglo XX. Incluso decidiendo que la utilidad anteceda a la estética, esa es una decisión estética”, argumentó en defensa de las famosas chancletas.
Lo quieres más oscuro
Durante los primeros años de este siglo –cuando estaba por rozar los 75–, Leonard Cohen tuvo un colosal regreso a la música que lo presentó intempestivamente a una nueva generación de oyentes. Se embarcó en una gira insólita que duró cinco años en la que recorrió el mundo, dio cerca de 400 conciertos y su nombre volvió a instalarse definitivamente. Para cuando sucedió todo eso, Cohen llevaba años retirado de la palestra pública, viviendo como un monje budista en Los Ángeles en una reclusión feliz de la que tuvo que salir únicamente para volver a llenar sus arcas después de que su antigua manager, Kelley Lynch, fuera acusada de malversar millones de dólares dejándolo casi en la ruina. La aventura salió bien y Cohen pudo pasar sus últimos días en una relativa calma económica. Pero ahora, a casi 10 años de su muerte, un entuerto legal viene anunciando que ese retorno, aunque triunfal, tampoco tuvo características de los más felices. Una demanda presentada por sus hijos en el Tribunal Superior del Condado de Los Ángeles alega que el bufete de abogados de Cohen encubrió malas prácticas de otro de sus mánagers: el mismo que ayudó a materializar su gira de regreso. La última disputa sobre su herencia comenzó en 2022, cuando Adam y Lorca Cohen demandaron con éxito la destitución del ex manager Robert Kory como administrador de los bienes de su padre, cargo que le habría permitido hurtar la fortuna de 50 millones de dólares. Ahora están acusando a un bufete de abogados de Beverly Hills de falsificar documentos que habrían autorizado a Kory a designarse como administrador en contra de los deseos de Leonard. Como si fuera poco, todo esto está sucediendo mientras en otro lugar de Los Ángeles, una subasta ofrece sus más extraños objetos personales. Su pareja y colaboradora Anjani Thomas está subastando borradores de canciones y algunos manuscritos, lo habitual. Pero también dibujos eróticos, moneda de I Ching, un colgante con un mechón de su pelo y hasta el gorrito de pescador que él consideraba su sombrero mágico y fuente de inspiración y que está valuado en 6000 dólares. La gorra le perteneció finalmente al también difunto poeta Irving Layton, cuya esposa contó: “Irving le dijo a Leonard 'Yo escribo poesía, pero me gustaría escribir canciones y ganar mucho dinero como tú'. Y él le dijo: 'Tengo esta gorra, es una gorra mágica. Escribí mis primeras canciones con ella, te la voy a dar y podrás escribir canciones y ganar mucho dinero también'. Por desgracia solo funcionó para Leonard”.