Me aventuro aquí en cuestiones más centradas en el afecto y un poco menos en la represión, aún cuando, si se es freudiano, ambas cosas no pueden ser totalmente disociadas, totalmente separadas, cuanto menos deben ser consideradas como articulada una a la otra. ¿El afecto es susceptible de ser reprimido? Para Freud, en la Metapsicología, el destino de los afectos es más importante respecto del resultado de las curas que el de las representaciones. Esta oración me había conducido a asociar con un elemento clínico. Una cierta cantidad de pacientes me dicen: "Hace varios años ya que vengo a verlo, tengo la impresión de no haber entendido mucho, incluso de no haber entendido nada, ¡y sin embargo ando mucho mejor!". Al contrario, otros afirman: "Comprendí muchísimas cosas, ¡pero no avanzo!" Es una manera un poco brutal y caricaturesca, seguro, pero que ilustra bastante bien un trabajo que estaría centrado solamente ya en las representaciones, ya en los afectos.

Este clivaje representación‑afecto atraviesa quizás también el movimiento analítico, en el sentido de las posturas teóricas. El movimiento kleiniano no habría podido teorizar si Freud hubiera permanecido en su primera tópica. El trabajo de Melanie Klein, que se adosa al de Freud, no habría podido ver la luz -es una hipótesis- si Freud no hubiera avanzado a su segunda tópica. Ahora bien, uno de los elementos esenciales de la 2ª tópica no es la introducción del instinto de muerte: es la desaparición de la noción de inconsciente tal como la había formulado en la 1ª tópica.

*Psicoanalista. Psiquiatra Infantil. Miembro Fundación Europea de Psicoanálisis. Fragmento de su libro La represión ¿Por qué y cómo?