¿Representante del gobierno ante el sector o del sector ante el gobierno?

La representación sectorial es algo complejo de analizar. No hay hechos o datos que permitan plantear, inequívocamente, cuando alguien “hace presentes” los intereses de otro en un determinado ámbito. Sin embargo, el elenco gubernamental del macrismo refleja claramente (mucho más que otros anteriores) la matriz del poder socioeconómico, especialmente de los sectores más concentrados. Por ello, analizar algunas características de sus funcionarios (rasgos y trayectorias personales, pertenencia institucional, acciones y declaraciones) constituye un buen indicador. 

En esa línea, el nombramiento de Luis Miguel Etchevehere, hasta entonces presidente de la Sociedad Rural Argentina, como nuevo ministro de Agroindustria nos brinda información respecto de algunos aspectos del gobierno de Mauricio Macri, particularmente lo relacionado con i) las relaciones de poder entre los distintos sectores socioeconómicos y políticos; ii) la estrategia de instrumentación de la gestión de gobierno; iii) la distribución de poder al interior del sector agropecuario. 

En torno a lo primero, el macrismo apostó, desde el inicio de su gestión, a que el crecimiento de la economía fuera generado por inversiones provenientes del capital privado y, en particular, las orientadas a aquellos sectores con posibilidades de competir internacionalmente. Con el fin de dinamizar las mismas (cosa que hasta el momento se ha logrado escasamente más allá de la inversión especulativa), el gobierno generó condiciones para el fortalecimiento del sector financiero, en la creencia de que este sería luego volcado a la inversión (incremento de tasa de interés, blanqueo); avanzó fuertemente en la desregulación de la actividad económica; e instrumentó medidas tendientes a transferir recursos económicos hacia los sectores de más altos ingresos, y/o generar las condiciones para ello, bajo el supuesto de que tal redistribución regresiva se traducirá y/o estimulará inversiones. 

Bajo estos lineamientos, las fracciones con capacidad exportadora dentro del sector agropecuario son identificadas como una clave dentro de la mencionada estrategia económica. En consecuencia, varias medidas gubernamentales apuntaron a redistribuir ingresos a su favor, a disminuir o eliminar controles estatales, la eliminación del plazo para liquidar divisas fruto de exportaciones, la flexibilización de las restricciones a la compra de tierras por extranjeros o a reducir injerencia de los trabajadores (desguace del Registro de trabajadores y empleadores rurales, Renatea) y de los agricultores familiares (degradación del área de específica).

En relación al segundo aspecto, el gobierno de Cambiemos decidió ceder el manejo de las distintas áreas de gobierno a representantes de diferentes sectores económicos. En función de ello, los elencos ministeriales están conformados, en buena medida, por agentes que anteriormente se desempeñaron en el sector privado, en ámbitos relativos a su área de gestión gubernamental actual. 

En este marco, la designación de Etchevehere como Ministro de Agroindustria permite entrever el lugar del agro en la distribución de poder de los distintos sectores económicos. Si bien a los agroexportadores se le otorga preeminencia sobre otras fracciones del capital (sectores productores de agroalimentos no exportables, otros rubros industriales orientados al mercado interno) la misma se encuentra subordinada a los sectores financiero y energético. Los ministerios más importante son el de Hacienda y el de Finanzas, que provienen casi en su totalidad del sector financiero. Le sigue el Ministerio de Energía, ocupado plenamente por miembros de grandes corporaciones del rubro, que ha trabajado fuertemente a favor de la transferencia de ingresos hacia las mismas. Mientras al sector agropecuario se le reservó el Ministerio de Agroindustria, de relativamente menor peso frente a los dos anteriores (incluso en estos días corre la versión de su absorción por parte del área de Producción). Esto implica que el gobierno de Macri no representa una vuelta al modelo agroexportador decimonónico. Más bien, su estrategia de desarrollo condice más con la implementada en Argentina a partir de 1976, donde prima lo que Eduardo Basualdo llama la “valorización financiera” y donde el sector agroexportador, si bien integra el bloque de poder, lo hace en una posición subordinada al capital financiero. 

Por último, el nombramiento de Etchevehere da algunos datos respecto a la distribución de poder al interior del sector agropecuario. Por un lado, que el actual presidente de SRA sea designado ministro hecha por tierra aquellos planteos que veían en SRA a un “cascaron vacío” carente de poder. Por el contrario, expresa el mantenimiento de cierto poderío político de los sectores más tradicionales del agro (con un peso importante de la ganadería en sus producciones, geográficamente situados en torno a la provincia de Buenos Aires y el litoral, y portadores de apellidos con más prosapia dentro del sector). 

Pero, por otro lado, la conformación del elenco ministerial, donde conviven representantes de distintas asociaciones gremiales y técnicas (Julio Currás, FAA;  Santiago del Solar, Juan Balbín y Ricardo Negri, AACREA) da cuenta de que SRA ya no es la expresión predominante del sector, como lo fue antaño. En otras palabras, que Etchevehere sea ministro no significa una nueva vuelta del espiral de la historia argentina, donde los “dueños del país” y que “tradicionalmente mandaron”, ahora, con nuevas caras pero con los mismos apellidos vuelven a tomar el mando. Por el contrario, esta mixtura de “viejos” y “nuevos” actores muestra la complejidad del sector agropecuario argentino en la actualidad y expresa los cambios ocurridos en el mismo en las últimas décadas, particularmente desde la aparición de la soja transgénica  

* Doctor en Ciencia Política. Autor de la tesis doctoral sobre la representación sectorial del agro argentino, trabajando en particular a la Sociedad Rural Argentina.