Conmemorar 30 años de la gobernación bonaerense de Antonio Cafiero es un buen momento para poner en valor una época que marcó el rumbo de la recuperación de la lucha por la idea. Tras la larga noche de la usurpación del poder que mediante el golpe de Estado de 1976 aniquiló el proyecto de la justicia social, completando así lo iniciado por el golpe de 1955, se recuperó la democracia en el año 1983, pero volvió renga, condicionada.

Un agobiante endeudamiento externo fue la condicionalidad económica, en tanto la desorganización de las diversas expresiones políticas, gremiales y/o partidarias la garantía de la continuidad en democracia de los valores fundacionales de lo que llamaremos antiproyecto. Lo que hoy se ha profundizado.

Proyecto de no país, impuesto por el terrorismo de Estado, propiciado y sostenido por el pilar financiero y el pilar comunicacional, que lograron imponer el modelo especulativo global, cuyo enemigo central fue (y sigue siendo) el trabajo y el trabajador, al que como sujeto social desaparecieron.

Frente a la desorganización, gestada por el golpe de 1976, el MUSO (Movimiento Unidad, Solidaridad y organización), como herramienta política, constituyó una respuesta re organizativa para unir lo desunido y hacerlo solidariamente. Reorganización que tuvo como brazos la militancia territorial y el trasvasamiento generacional, incorporando nuevas generaciones a la gesta bonaerense.

El Ceparj, Centro de Estudios para la Renovación Justicialista, por su parte, rescato la riqueza del pensamiento peronista, convirtiéndose en un instrumento que puso los libros al servicio de las alpargatas, el conocimiento al servicio de la defensa del trabajo y el trabajador.

La lucha contra el pilar financiero del antiproyecto se verifica en el contenido del discurso sobre la deuda externa de Cafiero diputado nacional. También en la centralidad dada a los trabajadores jubilados saqueados por el sector financiero desde Martínez de Hoz, y sometidos al ajuste estructural pactado con el FMI por el gobierno de Alfonsín.

A tres décadas del momento que en unos días rememoraremos, honrar a Antonio Cafiero es poner en valor lo hecho. El tema previsional, por entonces de una gran centralidad en la sociedad, fue uno de los ejes de la campaña electoral, encarada paradójicamente bajo la consigna “Jubilados es tiempo de Justicia”.

El Ceparj, Centro de Estudios para la Renovación Justicialista, me tuvo como coordinador de la Comisión de Previsión Social, recorriendo con Antonio todos los distritos de la provincia con mesas temáticas, donde la problemática de los jubilados era uno de los temas de debate. 

A los bonaerenses, en época de los decretos de “emergencia previsional” de Alfonsín, les preguntábamos: ¿Usted sabe por qué no se les paga a los jubilados?, tras lo cual le informábamos: Porque el gobierno radical prometió todo en la campaña y a tres años de gobierno nunca mejoró lo que decía iba a mejorar. Porque los jubilados financian el déficit fiscal tal lo que se pactó con el FMI. Porque los jubilados financian a los canales de televisión, los que por un decreto (3200/83) el gobierno eximió de pagar contribuciones previsionales, hasta que se privaticen. Porque mantiene al PAMI intervenido y se empeoraron sus prestaciones. 

Agregando como interrogante ¿Usted sabe por qué el gobierno no acata los fallos de la Corte Suprema de Justicia? Porque el gobierno es a los jubilados lo que los acreedores externos a la nación. Mientras les dice a los jubilados que no les puede pagar lo que las sentencias mandan, porque quebraría el sistema, a los acreedores externos no les cuestiona los intereses usurarios, el monto de la deuda y mucho menos su legitimidad.

Parece mentira que treinta años después se vuelva a argumentar parecido, se sostenga en campaña electoral que se reparó lo que, terminada esta, en realidad se rompe mediante la implementación de un brutal ajuste a los haberes previsionales alterando el cálculo de la movilidad. Sin embargo, como entonces, otro camino es posible. Por lo pronto hacer que las promesas sean realidad.

Gracias a la mirada estratégica del entonces gobernador Cafiero, se logró un IPS (Instituto de Previsión Social) sólido y equilibrado, aunque siempre apetecido y al que ahora se lo quiere “armonizar”, es decir empeorar.

Se acabó con la recurrente morosidad de los municipios, reteniéndoles (anticipadamente) de la coparticipación el monto de aportes y contribuciones, con el disgusto de muchos intendentes que usaban esos recursos para financiar sus comunas, los mismos que años después agradecieron, cuando pasaron a ser jubilados del IPS.

Se equilibró su financiamiento pensando a largo plazo, en un país sin la hiperinflación que por entonces reinaba, eliminando el aporte del 50 por ciento de cada aumento que pagaban los trabajadores a cambio del incremento de un punto de los haberes mensuales. 

Se demostró cómo se da fin a los que se suele denominar “la industria del juicio”.  Por entonces era un lugar común que el Instituto no reconociera el ajuste por inflación que se generaba durante el trámite de otorgamiento de una jubilación, en la peregrina idea de que no todos lo reclamaban y recién si lo hacían se les pagaba. Obviamente alentando la litigiosidad. También era común no aplicar criterios que la Justicia sentenciaba para casos individuales, obligando a otros en igual situación a una demanda. En realidad lo que había era un industria de la injusticia, que la gestión de Antonio Cafiero demostró lo fácil que se acaba, simplemente, cumpliendo con la ley, receptando los fallos judiciales, se acabó con los juicios, se acabó con la industria de la injusticia. 

Los mayores haberes mínimos del país, los mejores haberes promedio nacionales, la implementación del pago sin colas a los jubilados, el saneamiento del IPS, entre otros tantos logros, demuestran que la gestión Cafiero hizo realidad que para los jubilados fue un tiempo de justicia. 

El secreto es volver a lograr lo que Antonio Cafiero logró y hoy nos desafía, unir lo desunido, organizar lo desorganizado, volver a las fuentes de la propia identidad, sentando las bases de un nuevo modelo nacional, para debatir, para consensuar, para que si el pueblo lo hace propio, como ocurrió en aquel 17 de octubre de 1945, lo convierta en un nuevo Proyecto Nacional.

* Presidente del Instituto de Previsión Social entre 1987 y 1991.