Cargadas sí, violencia no.

Es el umbral del final. El umbral está en la ciudad que terminó de alcanzar su identidad en un clásico de fútbol. El instante se apoya en el minuto 92 y empieza a prolongarse hacia la inmensidad. Mientras Maxi va caminando hacia la esquina tipo Aleph, la reflexión se brinda en bolas/ovarios: no podemos dejarlo solo, hay que acompañar sus virtudes con alguna energía, algo más que los cantos del deseo y la ansiedad. Pienso en ofrecer algo a cambio de la alegría del gol indispensable. ¿A quién prometer sin ser falso? Todos los relatos de los Testigos Divinos  se repiten para justificar la explotación del ser humano por el ser humano. Sólo me queda la Difunta Correa: le prometo no tomar tinto ni nada de alcohol por tres meses. La pelota es acomodada en el césped en el lado superior del semicírculo del córner, los hinchas canayas putean al 11 dándole más tranquilidad, Maxi retrocede cuatro pasos para tomar impulso. En el mismo rincón del instante repito: "Difunta, si hace gol no tomo vino por tres meses". Maxi mete el centro, la pelota empieza a volar en comba hacia su destino exacto, el Gato Formica cabecea con precisión, la pelota salpica tres veces en el área, Pomelo se hace a un lado al ver a Maxi acercarse a la obra maestra. La pelota busca la derecha del leproso, el puntapié es una caricia sólida que la hace penetrar en el arco.

No es sencillo vivir sin alzar una copa.

El instante se hace más profundo en el minuto 47:41 del segundo tiempo. La Difunta Correa cumple. La casa vuelve a estar en orden en medio de la celebración casi imposible y desenfrenada.

Ganamos.

La primera semana pasó fácil, pero después se fue complicando. Del agua mineral a los exprimidos, del mate a las gaseosas, todo tipo de infusiones para calmar la tensión inquieta. Brindar para Año Nuevo chocando con las copas el celular y en su pantallita otra vez el video del gol y los festejos de titulares y suplentes en el césped de la filial Arroyito del Museo de la Memoria. El goleador agradeciendo y besando la rojinegra.

No es sencillo vivir sin alzar una copa. Esto lo saben muy bien quienes hace más de 30 años lo desconocen.

Al atardecer del 23 de enero destapé una botella donde la espiritualidad no se diferencia de la materialidad. Cumplí, celebré tomando una copa. El instante siguió por las cepas del infinito hasta el día en que Maxi Rodríguez dejó caer lágrimas anunciando su retiro de Ñuls.

¿Qué podría prometerle a la querida Difunta Correa para ganar el clásico de este domingo? Es complicado, Eduardo Bermúdez lo imita cada vez mejor a Usandizaga.

¿Glifosato mata palomita? La Lepra es salud. Los partidos se ganan o se pierden en la cancha. Por un Clásico sin violencia.