Los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza dejaron dos palestinos muertos que se suman a otros dos fallecidos ayer en choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad, en medio de una ola de violencia desatada tras la decisión de Estados Unidos de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, informaron ayer fuentes oficiales palestinas. Al menos 170 personas resultaron heridas ayer en nuevos disturbios en Gaza, la mayoría de ellos por gases lacrimógenos, según la Media Luna Roja Palestina y el Ministerio palestino de Salud. A su vez la Policía israelí dio cuenta de cuatro policías heridos e informó que 13 palestinos habían sido detenidos. Los incidentes de ayer se concentraron en los barrios palestinos de Jerusalén Este, donde la Policía israelí a caballo redujo todo conato de manifestación.

Los mayores disturbios se sucedieron en Cisjordania y la Franja de Gaza, donde los jóvenes palestinos retaron al Ejército israelí, que suele responder con amplio material antidisturbios, y donde hubo 135 heridos, 25 de ellos por munición real y que fueron trasladados a centros hospitalarios, según el Ministerio de Sanidad palestino. Una portavoz del Ejército israelí aseguró que en la frontera de la Franja de Gaza decenas de palestinos quemaron neumáticos y lanzaron piedras contra los soldados. 

Los bombardeos de la Fuerza Aérea israelí en la Franja de Gaza dejaron en la noche del viernes dos muertos, miembros del movimiento radical Hamas, según indicó esta organización islamista. Como reacción al lanzamiento de cohetes desde Gaza, la Fuerza Aérea israelí atacó cuatro emplazamientos de la milicia radical islámica Hamas, informó el Ejército israelí en la noche del viernes. Se trata, según sus datos, de dos fábricas de armas, un almacén de armas y un puesto militar. 

El lanzamiento de misiles contra territorio israelí fue reivindicado ayer por dos grupos palestinos: las Brigadas de Al Aqsa, el brazo armado del partido Al Fatah, y los Comités de Resistencia Popular, afines a Hamas. Las Brigadas de Al Aqsa no siguen la línea política moderada del presidente palestino, Mahmud Abbas.  

Hamas había llamado ante ayer a los palestinos a una nueva Intifada (levantamiento) contra Israel tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer de manera unilateral Jerusalén como capital del Estado judío, lo que generó el rechazo generalizado en el mundo árabe. Los palestinos quieren proclamar la parte este de Jerusalén como capital de un futuro Estado propio. 

Como reacción a la declaración de Trump ya hubo disturbios el viernes en los que dos palestinos murieron y más de 700 resultaron heridos, informó la Media Luna Roja, la mayoría por inhalación de gas lacrimógeno. Miles de palestinos salieron a las calles tras las plegarias de los viernes en Jerusalén, Cisjordania y la Franja de Gaza para protestar. Numerosos jóvenes quemaron banderas de Estados Unidos y lanzaron piedras y botellas contra los soldados israelíes. 

Como respuesta a la decisión de Trump respecto a Jerusalén, también la Iglesia ortodoxa copta de Egipto anunció ayer la cancelación de un encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, programado para mediados de diciembre en El Cairo. Entre tanto, el traspaso del control sobre la Franja de Gaza a la Autoridad Palestina (AP) del presidente Abbas, previsto para el domingo, podría volver a postergarse, ante la ausencia de información al respecto por parte tanto del gobierno de Abbas como de Hamas. 

Las dos principales organizaciones palestinas, el partido Al Fatah, de Abbas, y Hamas, firmaron el 12 de octubre un acuerdo de reconciliación en El Cairo después de diez años de enfrentamientos. El pacto prevé que la AP, que controla hasta ahora sólo Cisjordania, se haga cargo también de la Franja de Gaza. El traspaso había sido fijado para el 1 de diciembre inicialmente y después fue postergado al día 10. Ahora tampoco está claro que se mantenga esta fecha.

El principal escollo a la reconciliación es que Abbas quiere que las fuerzas de seguridad de la Franja queden bajo su control, pero Hamas no está dispuesto a ceder la seguridad ni a disolver sus milicias armadas. Ambas partes negocian también sobre el futuro de los empleados públicos. El reconocimiento de Jerusalén como capital israelí es una decisión que rompe con el consenso internacional sobre la solución al conflicto, que promueve la creación de dos estados: uno palestino y otro israelí, con la parte oriental como capital de la primera y la parte occidental de la segunda.

El anuncio de Trump generó el repudio de la comunidad internacional, incluso de los propios aliados de Estados Unidos, que ayer le dieron la espalda en una reunión convocada de urgencia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Todos los líderes alertaron de que declarar a la ciudad ocupada capital de Israel socavará los intentos por alcanzar la paz y atraerá otra vez la violencia, mientras que Hamas llamó a los palestinos a una tercera intifada.