Ambientado en 1904, El salón dorado se llama el último de los cuentos que componen Misteriosa Buenos Aires, libro de Manuel Mujica Láinez que encierra 42 historias de la ciudad desde su fundación en 1936. El director Oscar Barney Finn, quien ya había llevado al cine este cuento en 1981 (De la misteriosa Buenos Aires se llamó el film) ahora estrena una versión libre del mismo relato en la sala Luisa Vehil del Teatro Cervantes, con la actuación de Malena Figó, Mercedes Fraile y Lucila Gandolfo. El diseño de iluminación pertenece a Claudio Del Bianco, el diseño de vestuario a Isabel "Mini" Zuccheri.

Ubicada la acción en una casona de la calle San Martín, refleja el auge y caída de las grandes familias aristocráticas conservadoras del país, a partir de una síntesis que desemboca en la llegada del radicalismo y la clase media a la escena política nacional. Sabina es la anciana que desconoce el derrumbe de su situación económica, Matilde, la sobrina que vela por ella hasta descuidar su propia salud y Ofelia, el ama de llaves enamorada de la joven que finalmente muere, que será quien abandone a su suerte a la matrona caída en desgracia.

“Volver a estos textos de Manucho fue una suerte de revival”, cuenta el director en la entrevista con Página/12. La invitación a revisitar y darle formato escénico a El salón… fue cursada por el propio director del Cervantes, el dramaturgo Gonzalo Demaría. El desafío fue pensar la puesta para esta sala del teatro, también dorada, “sin contar con más decorado que esas mismas paredes”, según detalla el director. “Tener certezas e inquietudes es lo mejor que me puede suceder”, asegura refiriéndose a las últimas jornadas de ensayos generales.

También ocupado en escribir un libro sobre su vida y su extenso recorrido artístico, Barney Finn afirma su atracción por los mundos habitados por mujeres. En ese sentido, rememora los aportes que en su etapa juvenil recibió tanto de su madre como de sus abuelas y tías que lo fueron guiando durante su formación sugiriéndole lecturas, compartiendo con él la música y el cine que ellas consideraron valiosos y también alentándolo a que emprendiera viajes iniciáticos, motivo de experiencias y estéticas diversas.

En cuanto a su experiencia con los textos de Mujica Lainez, Barney Finn recuerda la libertad que le concedió el autor para trabajar, al punto que sobre una escena o algún detalle que revelan los personajes le cuesta recordar si se encuentran en el original o en su película. En este sentido, el director reconoce la importancia de haber encontrado colaboradores valiosos para realizar las dos versiones: si Ernesto Schóo lo acompañó en el desarrollo del guión cinematográfico, en esta nueva apuesta fue Marcelo Zapata quien le aportó su propia perspectiva para reforzar “la carnadura de los personajes de esta historia que vienen de un autor que fue un agudo observador de la sociedad argentina”.

El director decidió ubicar al personaje de Matildita, la abnegada sobrina que contrae tuberculosis “en un plano que no es el de la realidad: al comenzar la obra la joven llega desde la muerte para comprobar la escasa experiencia afectiva que ha podido vivir. Y Ofelia, que la amó siempre en silencio, sabrá por la propia Matilde que también fue querida aunque no como hubiera deseado”, detalla el director. Pero si este personaje llega a reflexionar y a sacar conclusiones sobre lo vivido aun desde la muerte, la aristocrática dueña de casa continúa aferrada a sus convicciones aún en la soledad del final. Asimismo, el director decidió hacer presente solamente desde la narración al personaje masculino que con sus consejos rompe con la unidad de ese mundo femenino, multiplicando con su presencia los conflictos internos del trío.

“No quise quitar nada de la esencia del cuento. Y elegí que ese mundo hoy fuese interpretado desde un estilo que roza el melodrama. Claro que en el cine está la invalorable ayuda de la imagen, de los primeros planos, pero aquí intentamos que estos personajes expresen en palabras muchos de los sentimientos que solo aparecen latentes en el cuento”, detalla Barney Finn, quien define a las protagonistas como “tres mujeres que vivieron encerradas, incomunicadas, desconocidas para sí mismas porque el tiempo las ha ido transformando en objetos.”.

*El salón dorado, en el Teatro Cervantes (Libertad 815), de jueves a domingos a las 19 hs.