Hace algunas semanas, el Indec publicó, como todos los meses, el Índice de Producción Industrial de la industria manufacturera correspondiente al mes de febrero marcando un crecimiento intermensual del 0,5%. A esto le debemos sumar un crecimiento interanual del 5,6%.
“Todo marcha de acuerdo al plan”, dirían desde el Ministerio de Economía. Sin embargo, hay una serie de datos que encienden todas las alarmas y borran de un plumazo el clima exitista del gobierno. Para empezar, el mes pasado la Misión Productiva de la ONU para el Desarrollo Industrial informó que la industria argentina fue la que más se contrajo en todo el mundo durante el 2024: -9,4%.
La actividad industrial comenzó a caer en mayo de 2023, se desplomó con la asunción de Milei y encontró su punto más bajo en marzo del 2024. A mitad de año hubo un repunte de la actividad que se estancó rápidamente en septiembre. Desde ese momento hasta ahora la industria oscila en niveles inferiores a los que dejó el Frente de Todos.
En cuanto al dato del crecimiento interanual, febrero 2024 contra febrero 2025 es compararse con el piso más bajo de actividad provocado por la acción del propio gobierno, tras la devaluación y ajuste fiscal. En cambio, la variación con respecto al último febrero del Frente de Todos muestra una caída del 5,8%. El otro cálculo posible es comparar con el nivel de noviembre de 2023, que implicaría una caída de 1,2%.
Sectores
Sectores en verde: alimentos y bebidas, tabaco, maquinaria y equipo, automotriz, muebles. Sectores en rojo: textiles, prendas de vestir, madera, refinación, industria química, caucho y plástico, no metálicos, industrias básicas, productos de metal.
Para ilustrar mejor el panorama industrial, con el equipo del Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales (CEICS) tomamos la ponderación que el INDEC calcula para cada rama en las notas metodológicas del IPI manufacturero.
De esta forma podemos establecer el peso que tiene cada una sobre el total del índice de producción industrial. El resultado es el siguiente: si tomamos la variación desestacionalizada desde noviembre de 2023, el 60% de la industria está en rojo; si la comparación la hacemos con febrero de 2023 el cuadro es todavía peor: el 75% de la actividad manufacturero está en rojo.
Otro aspecto para analizar es la situación de las PyMEs. Independientemente de los sectores particulares, mientras el promedio general de la industria cayó en un 1,2% respecto a noviembre de 2023, las pequeñas y medianas empresas lo hicieron en un 27,9% según el último informe del IPI de CAME. Esta es, sin dudas, la fracción industrial más golpeada por el plan económico libertario, dejando un tendal de más de 16.000 negocios cerrados durante el 2024 según la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC).
Tampoco es que parezca haber una luz al final del túnel de la mano de la inversión de los grandes capitales extranjeros. Hace pocos días el Banco Central publicó el dato de la inversión extranjera directa del tercer trimestre de 2024. La caída del flujo de inversiones es, en general, muy fuerte pero puntualizando en las dirigidas a la industria manufacturera se observa una desplome del 39% durante los primeros 9 meses de 2024 respecto del mismo periodo de 2023, pasando de 5.685 millones de dólares a 3.477 millones.
Existen factores estructurales que explican los problemas de competitividad de la industria argentina, vinculados a la baja escala de los capitales que acumulan en la Argentina y a la fragmentación de la producción. Ahora bien, a estos problemas de base se suma la política fiscal y monetaria de Milei. Desde lo fiscal: los tarifazos impactan directamente en la estructura de costos de la producción local; muchos proveedores vinculados a la obra pública están en crisis por el parate de esta; y el bajo nivel de inversión en infraestructura básica desalienta la llegada de inversores internacionales.
Desde lo monetario: la sobrevaluación del peso empeora la competitividad internacional de la industria argentina haciendo más barato producir en otro país e importar bienes de consumo final como ya se está viendo. Lo mejor que les puede ofrecer el gobierno es empeorar las condiciones de trabajo de sus empleados.
*Historiador, investigador de CONICET y del CEICS.


