La fábrica de calzado deportivo Bicontinentar, en Chivilcoy, encarna como pocas la versión argentina del mito de Sísifo. Hoy, a pesar de haberse achicado, vuelve a estar en riesgo por el modelo económico, que ya mandó a la quiebra a más de cien empresas del rubro y sufre presiones del intendente por motivos políticos.
Abierta en 2006 con una inversión extranjera directa de casi veinte millones de dólares, Paquetá llegó a ser el mayor empleador privado del distrito. Cerró en 2018, por la combinación letal de tarifazo, caída del consumo y apertura importadora y reabrió en 2021, gracias a un proceso de repatriación de capitales que encabezó su actual CEO, Juan Recce, bajo el nombre Bicontinentar.
Tras experimentar un crecimiento sostenido en 2021, 2022 y 2023, en 2024 dejó de recibir órdenes de trabajo de las grandes marcas, porque les resulta más rentable importar pares terminados. Para evitar el cierre, lanzó una marca propia de botines de fútbol, Argie, que lucha por sostenerse en un mercado entre recesivo y deprimido.
Antes de la última elección presidencial, Recce, junto con la Cámara Argentina del Calzado y el sindicato Uticra, promovió un proyecto de ley para, justamente, intentar evitar otro industricidio como el de 2016- 2019. El texto fue aprobado en Diputados, permanece en el Senado y de no tratarse perderá estado parlamentario en diciembre próximo.
La iniciativa llevaba la firma de la diputada justicialista Constanza Alonso, que en 2023 compitió con el actual intendente Guilermo Britos y quedó a muy pocos votos de quien fue finalmente reelecto. Britos, por su parte, estuvo muy cerca de ser candidato a gobernador de Milei, con quien posó sonriente junto a la motosierra.
Hoy, mientras pugna por pagar indemnizaciones y salarios en una economía que define como “frenada, en cambio y con las ruedas desinfladas”, Recce recibe presiones del intendente filo libertario y alerta sobre lo difícil que será revertir el actual proceso de desindustrialización.
--¿Bicontinentar contrataba gente cada mes y ahora se achica? ¿Cómo se explica?
--En 2018, cuando nos vimos forzados a cerrar, Chivilcoy en un día se convirtió en el tercer pueblo con mayor desocupación de la provincia de Buenos Aires. En 2022, habíamos vuelto a producir dos millones de pares de calzado deportivo. Teníamos casi 700 trabajadores, contratábamos 30 personas nuevas por mes. Hoy tenemos 38 y no llegamos a facturar para cubrir el costo operacional. En Argentina, para tener razón hay que esperar un turno; para no tenerla, dos turnos; para volver a tenerla, tres. Estamos en el turno dos. No se puede construir una Nación así. Hacen falta puentes, significantes comunes y una mirada responsable, de largo plazo.
--¿Todos las fábricas de calzado están igual de afectadas?
--El calzado tiene dos grandes segmentos: las empresas pequeñas enfocadas en calzado de moda y las grandes empresas con mayor incidencia en calzado deportivo y casual. Bicontinentar es la única grande en capacidad instalada de capital nacional, las restantes son brasileñas, que cerraron sus fábricas en Argentina o redujeron sus dotaciones de personal al mínimo para dedicarse a importar desde Brasil y hoy están mejor que antes. No tienen que girar capital de trabajo a Argentina y toda la renta industrial y comercial queda en Brasil inmediatamente; solo tienen que cruzar la frontera con sus productos. Hoy, los mayores beneficiarios con nuestra apertura son Brasil, China y Vietnam. Mientras la torta total de la oferta en Argentina se achica, la porción que más crece la absorbe el calzado terminado importado, que creció interanual 140 por ciento. ¿Vos ves el calzado más barato? Importar no baja los precios. Los minoristas y licenciatarios perdieron una enorme cantidad de capital de trabajo. El 9 de diciembre de 2023 debían dólares a 370 pesos; el 10 de diciembre, a 800. Con la caída del consumo, debieron liquidar stocks. Así se redujeron tanto los pares en stock como los pesos necesarios para reponerlos.
--¿Los intimaron para irse de Chivilcoy?
--Sí, el 1° de mayo, Día del Trabajador, exactamente cuatro años después de nuestra reapertura. Pero nuestra empresa está emplazada en hectáreas industriales que son propiedad de nuestra compañía, sólo la nave industrial es propiedad del municipio y hay un comodato totalmente vigente. En 2007, el gobierno municipal construyó una nave para que Paquetá abriera su primera unidad productiva. Eso es lo que reclaman ahora.
--¿El intendente dice que están al borde de la quiebra por “jugar a la política”?
--Abrir una fábrica es un hecho político, cerrarla también. Lo que entró en quiebra es el contrato social y el empleo como ordenador social. Nosotros somos sólo un caso. Hay médicos de sala de emergencia y hay sepultureros: unos tratan de salvarte la vida y otros sólo te entierran. Puedo citarte ejemplos de empatía de todo el arco político, no sólo Coty Alonso, también José Ferro de la UCR en 2018 o Sebastián García de Luca del PRO en 2019 o el ministro Augusto Costa y todo su equipo de trabajo. Lo que la crisis del sector genera en Chivilcoy es una tragedia. La misma postal se repite en Coronel Suárez, Las Flores, Santa Rosa. Igual seguimos adelante para tratar de cumplir, porque cerrar tampoco nos asegura cumplir.
--¿Tuvieron audiencia en el Ministerio de Trabajo? ¿Se presentaron?
--La empresa siempre estuvo representada. Tenemos nuestro abogado y apoderados. Siempre estuvimos a derecho, respondiendo a término.
--¿Cómo se vive esto en el pueblo?
--Bicontinentar tiene una vara social muy alta. En la imaginación de la gente estamos obligados a tener éxito. No cuenta si el consumo se desploma, si todos los competidores cierran y quiebran, si importar productos terminados del exterior paga menos impuestos que importar insumos.
--¿Es similar a lo que ocurrió entre 2016 y 2018?
--Exacto, “lo mismo, pero más rápido”. Teníamos toda la información, ya habíamos vivido en carne propia las consecuencias de este ambiente político que nos llevó al cierre en 2018. Reabrimos sabiendo que este libreto se podía repetir, que era un escenario posible. Incluso conocíamos a los actores que hoy ejecutan las políticas que nos vuelven a sacar de la cancha. Muchos de ellos nunca han arriesgado su capital para pagar sueldos, aguinaldos o comprar insumos.
--¿Sabían que esto podía pasar?
--Por eso impulsamos una ley sectorial, para anticiparnos, y quedamos con la media sanción a mitad de camino, para que fuera una política de Estado darle condiciones a la industria del calzado para lograr la tan exigida competitividad. Todos hablan de competitividad pero pocos pueden definirla en general, muy, pero muy pocos, sectorialmente.
--¿Retomaron conversaciones con los senadores para volver a meter la ley en la agenda del Congreso?
--Es la idea. Sólo falta la aprobación del Senado. Hoy la ley tiene tanta o más lógica que en 2023, el problema es que todos estamos con el agua al cuello y es difícil hacerse de tiempo y energía para algo que no sea la supervivencia de las empresas. Estamos en medio de una carrera geopolítica planetaria por el empleo industrial. De eso se trata la guerra comercial: no de productos, no de impuestos, se trata de empleos remunerados y del tamaño de las clases medias trabajadoras, de pymes y entramados productivos territoriales. Lamento que nuestra gente no esté viendo eso. No se trata de izquierdas o derechas; China y Estados Unidos están en ese camino y tras de ellos todos los países del mundo, menos nosotros.
--¿La desindustrialización es reversible?
--Si, pero cada vez cuesta más. Cuando vino Alberto Fernández a la fábrica en 2021, al darle el saludo institucional le dije: «Sin zapatillas, no hay satélites». No es una metáfora, lo ves en los datos. Cada vez que cae el empleo industrial registrado de calidad, cae la inversión en ciencia, tecnología e innovación y desarrollo. Es matemático: se cierran fábricas de heladeras, zapatillas o jeans y, a los pocos meses, se cancelan proyectos de INVAP. No es magia, es muerte por inanición. Vivimos en un ecosistema productivo, social y de conocimiento. Eso no tiene ideología. Cuando rompes algunas cosas, rompes muchas otras. Esto no es para aprendices. El problema es que estos ciclos consumen el capital y envejecen la capacidad instalada. Cada vez que volvés a empezar, las poleas están más viejas y las correas, más cerca de romperse.
--¿Qué es Argie?
--Es una marca de botines de fútbol que lanzamos en 2024. Es la forma en la que los combatientes ingleses llamaban a los nuestros durante la Guerra de Malvinas y lo tomamos como reivindicación. Por eso, cada modelo tiene un nombre tributo: podés calzarte unos Milstein o unos Gaucho Rivero para pasto, o unos Piazzola o unos Borges para jugar en sintético. Hay un hilo conductor. Bicontinentar se llama así por el Mapa Bicontinental. Fue nuestra forma de contribuir a la comprensión del espacio estratégico del país: un país en dos continentes. Le pusimos por nombre a la fábrica la forma de un país grande con una parte en Sudamérica y otra en la Antártida y el de la identidad de los patriotas de Malvinas a los botines que ahí se fabrican.
--¿Cómo siguen?
-- Buscamos mantener la empresa en marcha. Ya pagamos 500 indemnizaciones al contado. Tenemos en marcha un plan de pago con atraso para otros 140 acuerdos. Necesitamos al menos triplicar la facturación y recibir un shock de capital, que estamos buscando. Seguimos con los Argie puestos.