A poco más de un año de la marcha federal universitaria y de la extensión de diversos reclamos al Gobierno de Javier Milei por el impacto del ajuste en la educación superior, desde el Consejo Superior de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, emplazada en el corazón del conurbano bonaerense, se declaró la emergencia salarial y comunitaria. El argumento central es la caída del salario de los trabajadores, pero también la merma en la matrícula estudiantil.
“Hay compañeros docentes que no logran cubrir las cuatro comidas del día”, sentenció en diálogo con Buenos Aires/12, la secretaria General de la Asociación de Docentes, Extensionistas e Investigadores de la casa de estudios (Adeiunaj), Clara Chevallier. “Hay una pérdida salarial inédita, sabemos que cobraríamos más en otras tareas incluso menos calificadas, tanto docentes como no docentes”, añadió.
La crisis en el sector es tal que incluso muchos docentes que pasan la hora del almuerzo en la casa de altos estudios evitan comprar la vianda, que incluso está subsidiada, para comer las frutas de la sede gremial. “Es una emergencia inédita”, describe la docente.
En la argumentación de la declaración de emergencia, desde la universidad argumentaron que los trabajadores perdieron el equivalente a 4 salarios y este año la perspectiva no es mejor, considerando que en enero la inflación fue 2,2 por ciento y el aumento 1,5, en febrero la inflación fue 2,4 contra un aumento de 1,2 por ciento de los salarios y en marzo la inflación fue 3,7 contra un cero de aumento.
En la universidad ubicada en Florencio Varela, variedad de docentes decidieron renunciar dado el contexto económico, que se refleja también en el estudiantado, donde más de 6 de cada 10 de las jóvenes y 7 de cada 10 de los jóvenes que trabajan, lo hacen en la informalidad, lo que importa más horas de trabajo que las legales, peores condiciones salariales y otras situaciones incompatibles con el estudio.
“En una articulación de la comunidad académica organizada, notamos que afecta a la comunidad en su conjunto. Tenemos un altísimo porcentaje de estudiantes que son primera generación universitaria, que se ve particularmente afectada por el costo del transporte y encima hay un congelamiento de becas, dado que el Progresar está en 35 mil pesos”, marcó Chevallier.
La idea de la declaración de la emergencia implica “tomar nota de que el año pasado hubo grandes movimientos a nivel federal, pero la única respuesta que se dio fue en los gastos de funcionamiento cuando el 95 por ciento del gasto universitario es salario”.
“Las universidades siguen en riesgo. No son espacios vacíos. Los docentes están renunciando, los no docentes también, hay menos inscritos. Hay una regulación del Estado en el salario como no hay en otras áreas, pero el de los universitarios es el más bajo”, explicó la gremialista, previo a asegurar que, por parte del Gobierno libertario, “hay una decisión deliberada de atacar el sueldo docente”.
Desde la entidad gremial señalaron que, por ejemplo, un docente que trabaja medio tiempo, es decir unas 20 horas diarias, recibe un salario de 500 mil pesos. “Es un laburo que no sirve para pagar un alquiler, mucho menos para tener un proyecto de vida”, lanzó.
“El apoyo a la medida fue unánime y contundente. Hay una conciencia de que los trabajadores se están yendo. Creemos que contribuye a poner en escena lo que está pasando y a veces es difícil tomar dimensión, con problemas abrumadores que hace complejo parar la pelota y focalizar en el riesgo”, evaluó. “Es un ataque a la universidad pública del que no tenemos memoria. Está en riesgo que deje de ser una institución de referencia, democrática, donde se discute y están todas las ideas”, agregó la profesional.
Desde Florencio Varela valoraron que la ampliación del sistema universitario ocurrido a partir del año 2009, además de asegurar por lo menos una universidad en cada provincia, multiplicó las casas de estudio en el conurbano haciendo viable el derecho a la educación superior para enormes franjas de la población. Por eso, los gremios de las diversas unidades académicas de la región del área metropolitana, empiezan a afinar las estrategias de articulación.
“Nosotros tenemos un Frente en el que participan varios sindicatos de universidades del conurbano y diría que algo que sobra en este momento es fragmentación. Por eso trabajamos fuertemente con vistas a la unidad, que es la única respuesta, dado que tenemos que construir puntos de acuerdo para avanzar y una unidad concreta”, afirmó Chevallier.