Aunque parezca increíble, salvo algunos actos modestos y escolares, este domingo 18 de Mayo se cumplieron 215 años del comienzo de la Revolución de Mayo, lo que en sí mismo es un aniversario fundamental para esta Nación. Pero el acontecimiento pasó casi completamente desapercibido.
Así, y como para profundizar el perverso proceso de desnacionalización que impone el actual gobierno cipayo, uno de los Padres de la Patria –Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (1770-1820)– puede decirse que fue ofendido de manera cruel, necia e innecesaria.
Belgrano, como el pueblo argentino sabe, fue abogado y economista, y también diplomático y militar, y su actuación pública fue destacada no sólo porque creó la bandera celeste y blanca que nos enorgullece y representa ante el mundo, sino también porque contribuyó a la libertad americana combatiendo en Paraguay y en Bolivia, e incluso porque encabezó una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.
Precursor de la Revolución de Mayo –ésa que el actual gobierno cipayo desdeña porque no se da cuenta, o no le importa– Belgrano se ocupó de destituir al virrey Cisneros y ocupó una vocalía en la Primera Junta de Gobierno que reemplazó a ese virrey.
A partir de entonces, y durante las guerras por la Independencia, Belgrano enfrentó a diversos ejércitos realistas, y condujo la primera expedición libertadora al Paraguay, que finalizó cuando celebró en 1811 el Tratado Confederal entre las Juntas de Asunción y Buenos Aires, lo que ya entonces auguraba disputas por el río Paraná. Y también encabezó una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.
Durante las dos invasiones inglesas –1806 y 1807– defendió la capital del Virreinato, esa misteriosa Buenos Aires, como definió Manuel Mujica Láinez. Y fue de los primeros patriotas en trajinar la emancipación hispanoamericana.
Es bastante evidente y obvio, hoy, que el gobierno cipayo que padece la Argentina todavía no se dio cuenta de esto, porque no le importa. Pero por eso mismo son oportunas ciertas recordaciones. Y es que, por si fuera poco, Don Manuel creó, a orillas de la hoy ciudad de Rosario y frente al majestuoso Paraná, la hermosa bandera que también representa a la hoy desdichada, jodida y abusada república que somos por obra y gracia –dígase de una vez– de la maldita horda de resentidos, cretinos y corruptos que fueron votados lamentable y boludamente por millones de argentinos y argentinas confundidos y manipulados. Que ya es hora de decirlo, además y a la vista del imparable deterioro de este país.
No sería entonces errado pensar que a modo de bomba atómica de entrecasa una caterva de patanes apátridas formó, con cuestionables visos de legalidad y aprovechando la confusión generalizada en las urnas y la estupidez de muchos dirigentes, el infame gobierno que en menos de dos años ha despedazado toda esperanza y corrompido hasta a las hormigas, y de todo tamaño.
El gobierno actual reniega de todas las glorias de nuestra Historia, sobrado como está de bestiales pretensiones de continuidad y eternización. Su apuesta, peligrosa y repugnante, apunta a la necedad, blandura ideológica y poco cerebro de casi todas las clases dirigenciales que todavía hoy siguen o negocian con un Presidente cuyo estilo goriláseo y necio no solamente se orienta a concretar la desaparición de la República Argentina, sino que ya hay claros signos de que a este paso muy posiblemente nuestro amado país dentro de no muchos años quede reducido y dividido en 4 o 5 republiquetas o neocolonias al servicio de Inglaterra y los Estados Unidos. Y seguramente con el beneplácito de los dizque “libertarios” que no libertan un corno, y del idiota silencio cómplice de dirigencias políticas y empresariales que siguen disputándose chiquitajes.
También por eso Belgrano no merece olvido, y mucho menos de parte de la caterva cipaya, violenta y desordenada que se pretende a sí misma "libertaria", vocablo tarado si los hay en este país autoestafado por muchísimos de sus propios hijos. Y no lo merece aunque sólo sea porque junto a José de San Martín a orillas de la hoy ciudad de Rosario y frente al Río Paraná, la bandera celeste y blanca enorgullece y representa todavía (y acaso no por mucho tiempo más) a la hoy desdichada y abusada república que todavía somos.
Y que se degrada por obra y desgracia –dígase de una vez– de la horda de resentidos cretinos y corruptos que fueron votados lamentable y boludamente por argentinos confundidos en sus hartazgos, varios millones de los cuales astutamente manipulados y también por eso furibundos a la hora de votar cualquier cosa. Que es lo que hicieron y esta columna piensa que es hora de decirlo.
Lo cierto es que a modo de bomba atómica de entrecasa una caterva de patanes apátridas formó legalmente, al menos aprovechando la confusión generalizada en las urnas y la estupidez de casi todas las clases dirigentes, el infame gobierno que en menos de dos años ha despedazado toda esperanza, corrompido hasta a las hormigas, y encima haciendo alarde de sus pretensiones de continuidad y eternización gracias a la necedad y poco cerebro de clases dirigenciales que todavía hoy se confunden en peleítas de gravísimas consecuencias, y mostrando egoísmos y chiquitajes que solamente garantizarán la desaparición de nuestra amada Republica.
Es de esperar que l@s lector@s disculpen el tono de furia que enmarcan –y pretenden justificar– estas parrafadas, pero este columnista está convencido de que ante el desguace sistemático de nuestra Patria y el penoso estado de la oposición en su conjunto, ya no caben elegancias retóricas ni esquives pertinentes, salvo poquísimas excepciones.
Y es que no, ya no caben elegancias ni esquives que sólo fastidian a la gran masa del pueblo. Que ve y sobre todo siente que la Patria, esta amada y doliente República Argentina, está siendo tasajeada por grandes potencias planetarias que ya se están repartiendo descaradamente la torta con el consentimiento de inesperados dirigentes y legisladores degradados y que se prestan a esta etapa signada por un gobierno traidor, violento y cipayo como nunca jamás se habrá imaginado compatriota alguno en esta tierra hoy desdichada y llorosa.
Y el gobierno, hay que decirlo, que es obvio que fomenta la partición de la Argentina de modo que a este paso, y en menos de una década, podría dejar de existir para volver a ser colonia. Y entonces los que todavía sobrevivan deberán tragarse la Patagonia británica e Israelí, la Antártida Argentina desaparecida y acaso norteamericana o chilena, y mucho más y sin industrias ni educación ni futuro valedero.
Este columnista está convencido de que ante el desguace sistemático de la Patria y el penoso estado de la oposición en su conjunto, y con poquísimas excepciones, ya no hay elegancias retóricas ni esquives pertinentes. Al menos ya no cuando la Patria, nuestra amada y doliente República Argentina, está siendo tasajeada por las grandes potencias planetarias y sus servidores locales, que anidan en burguesías urbanas y mayoritariamente porteñas.
Una sucesión de mentiras, burlas y provocaciones definen al actual gobierno nacional como lo que es: un hato de traidores, mentirosos, violentos y cipayos como nunca jamás se habría imaginado ver ningún argentino en esta tierra hoy amargada y llorosa. Y gobierno que fomenta la partición y desguace de la Argentina, que a este paso y en menos de una década podría dejar de ser república para volver a ser colonia.