Desde Córdoba
“Cada distrito hará lo que pueda”. La frase de un radical cordobés grafica la disgregación de escenarios que plantea la pregunta central en todo el radicalismo: ¿Qué hacemos con Milei?. La diversidad de respuestas llevó a la trabazón para decidir una estrategia nacional --algo a lo que casi todos ya se resignan-- y coincide con lo que planteó Gastón Manes en su carta de renuncia a la Convención Nacional de la UCR: “En lugar del ‘nadie se salva solo’ ha primado un ‘sálvese quien pueda’”.
Un nuevo orden debía emerger al interior del centenario partido. El alineamiento radical alumbrado en 2015 en Gualeguaychú terminó de estallar por los aires en 2023. Al naufragio de la gestión Macri se le sumó la derrota electoral de 2019 y las elecciones de 2023, en las que solo una persona de las diez que integraban los binomios en la primera vuelta era de origen radical.
Han pasado dieciocho meses y ninguna definición asoma en el horizonte. La Convención tenía fecha para el 25 de abril pero dos semanas antes de ese ‘nuevo Gualeguaychú’ la Mesa Nacional del partido la dio de baja. ¿Por qué? Por “la dificultad que presenta para muchos convencionales con procesos electorales abiertos en sus provincias poder trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires”, decía el comunicado. Los heridos de esa decisión apuntan a los gobernadores y a parte del radicalismo porteño, con Angelici a la cabeza.
El radicalismo gobierna cinco provincias: Chaco (Leandro Zdero, que ya hizo un acuerdo con los libertarios en las elecciones provinciales), Mendoza (Alfredo Cornejo), Jujuy (Carlos Sadir), Corrientes (Gustavo Valdés) y Santa Fe (Maximiliano Pullaro). De ellos, el principal apuntado por la suspensión de la Convención es Cornejo. Hay quejas internas por la inclinación a seguir la lógica de látigo y billetera y algunos les espetan ser “iguales al kirchnerismo”, ya que según denuncian todos recibieron Aportes del Tesoro Nacional (ATN) para ‘ablandar posturas’, salvo Santa Fe y Mendoza. Cornejo sí recibió fondos para un mega plan de obras en lugar de los ATN, recuerdan.
Pocas semanas después, Gastón Manes publicó su carta de renuncia a la Convención: “Lo que alguna vez fue una comunidad de pensamiento y acción se ha visto reducido a una suerte de confederación de posturas provinciales, cada uno con sus urgencias, con sus lógicas locales y con sus pactos circunstanciales”. La sucesora natural, por estructura, sería Ivana Coronel, joven dirigente de Evolución. Pero a esta altura está claro que la Convención no será convocada y no habrá estrategia nacional. Es cierto que la Carta Orgánica no obliga a eso en elecciones distritales, pero en los hechos la pregunta por el posicionamiento ante Milei no admite grises. “O estás a favor o estás en contra, más allá de lo que diga la Carta Orgánica”, resoplan.
Así las cosas, en cada provincia se teje con un punto distinto. Los Balcanes radicales. En provincia de Buenos Aires, se sabe que el senador y titular provincial del partido, Maximiliano Abad, empujaría un acuerdo. “Está cerrando el acuerdo con Montenegro en Mar del Plata para que quede su esposa en la intendencia. Es increíble: va a ir con los libertarios, pero no quiere dejar los dedos pegados”, señaló una fuente que conoce el radicalismo provincial.
Por su parte, los que quieren alejarse de cualquier cosa con peluca sonrieron esta semana ante la coincidencia de miradas con intendentes que se reunieron en una mesa de contingencia. Se ilusionan con un efecto contagio que genere una suerte de ‘cordón sanitario’ que aísle a los mileístas rojiblancos.
Algunos exploran otras opciones. Federico Storani se mostró semanas atrás con Axel Kicillof, aunque sabe que este año esa alianza no tendrá lugar porque en esa vereda tiene sus propias disputas. “Usan los despojos del PRO de trampolín para ir a los brazos de La Libertad Avanza. Como Ritondo, Santilli o Montenegro, aliado en Mar del Plata con Abad”, fustigó el histórico dirigente en diálogo con Página/12. Storani es de los más críticos con sus correligionarios con peluca. Validó por ejemplo el latigazo verbal de un colectivero que le dijo “sorete, llorón”, al jefe de bloque de Diputados, Rodrigo de Loredo. “Lo suyo es indigno porque pelea con Luis Juez para ver quién tiene la franquicia de La Libertad Avanza en Córdoba”, agregó ahora.
Por su parte, los hermanos Manes están armando un espacio alternativo a la estructura orgánica del partido para plantear un radicalismo modernizado. El foco está puesto en 2027, donde una estrategia nacional pueda hacer confluir ahí a los radicales desencantados con Milei.
En Mendoza, el Congreso partidario realizado ayer dejó en evidencia la tensión entre el gobernador y los intendentes versus el sector de Luis Petri, ministro de defensa libertario y único candidato radical que formó parte de los binomios en 2023 (Gerardo Morales sucumbió en las PASO junto a la lista encabezada por Rodríguez Larreta). La puja es por quién tiene la sartén por el mango a la hora de elegir las candidaturas. La propuesta cornejista, que primó, era que esa decisión quedara en manos del Congreso. Petri y compañía proponían una mesa que tuviera en cuenta lo obtenido por el ahora ministro en las primarias provinciales de 2023, donde compitió con el propio Cornejo y, aunque perdió, obtuvo cuatro de cada diez votos.
El comunicado del Congreso no deja dudas de la rispidez: “Quedó desestimada la propuesta remitida por la vicepresidenta del partido, Griselda Petri, quien solicitaba que una comisión conformada por cuatro personas --Luis y Griselda Petri y dos a designar por el Comité-- la encargada de dirimir ‘a dedo’ dichas candidaturas”. De todos modos, tanto Cornejo como Petri tienen buena sintonía con el gobierno nacional. De hecho, radicales de otras provincias que no congenian con esa idea aseguran que Petri debería estar sancionado por integrar el gobierno de otra fuerza política sin autorización del partido. Pero admiten que los organismos partidarios están muy debilitados y que hoy pensar una cosa así es una quimera.
En Córdoba, por ejemplo, sí se avanzó en algo así: Myrian Prunotto, actual vicegobernadora, fue desafiliada por aliarse al espacio que conduce Martín Llaryora. Prunotto se resiste a esa decisión y el episodio está en un barro jurídico-administrativo. Pero la decisión partidaria estuvo, más allá de lo que defina la Justicia. Mientras tanto, de Loredo deshoja la margarita para decidir su rumbo. En la convención de Amcham, dijo que un acuerdo con los libertarios no podría hacerse si no hay alianza de partidos. En LLA, el karinismo --que tiene como delegado a Gabriel Bornoroni-- insistía hasta hace pocas semanas en una lista de máxima pureza y ahora tienen un discurso más flexible y hasta admiten conversaciones informales. Eso sí: esperan a personas cuyo apoyo a Milei sea imposible de doblegar y que lleguen a las orillas violetas despojados de cargas inútiles como una pesada estructura partidaria. Es decir que vengan solos, justamente a lo que De Loredo, por ahora, dice que se niega.
Del otro lado, como hace mucho en la interna partidaria, está el exintendente de la ciudad, Ramón Javier Mestre, que además es parte de la Mesa Nacional del partido. Su propuesta es ir con la histórica Lista 3: “Yo prefiero dejar clavada la bandera. Si no, caemos en la polarización que proponen Milei y Cristina, que se necesitan mutuamente”. El objetivo, modesto y realista en este caso, sería lograr al menos una banca pura --teniendo en cuenta la alta polarización que habría entre los libertarios y el oficialismo llaryorista-- para el radicalismo.
Hay otros sectores que acompañan el rechazo a Milei. Esos directamente apuntan a que una alianza con el líder libertario quebraría el partido. Y advierten con ironía que llegado el caso incluso militarán en contra de una candidatura surgida de esa alianza.