Diciembre, siempre en diciembre dice un amigo y recuerda tristemente el diciembre del "que se vayan todos", claro que este diciembre maneja otro contexto pero con el mismo contenido represivo hacia el pueblo; ¿paradójico no? En vez de ser el mes del amor, paz y reflexión lo convierten en represión y violencia, y lo que resulta más doloroso es ver en las redes sociales o en la vida misma que compartimos con personas -no virtuales‑ el pensamiento destructivo para con aquellos que salen a defender los derechos de los trabajadores, maestros, jubilados, niños o indígenas, con palos, piedras y botellas, tildándolos de "vagos vayan a trabajar" o "está bien, ellos se lo buscan".

Analizo y no comprendo esa actitud de muchos ciudadanos. Con algunos de ellos hemos compartido infancia, escuela, vecindad, parentesco también y sabemos que vienen de familias de origen muy humilde y vivieron en barrios muy pobres. Cómo olvidar que algunos contaban a modo de baño con un "excusado" en los fondos de su casa. Eran pobres pero con dignidad; y hoy han mejorado considerablemente su economía. Nos alegran sus logros, pero no se dan cuenta muchos de ellos que si sus padres vivieran estarían luchando para que no le descuenten de la miseria que significa hoy una jubilación, después de haber aportado toda su vida para vivir con un poco de dignidad.

Cómo pueden tener esa desmemoria y no ponerse hoy en el lugar del que sufre. Cómo puede ser que no los conmueva que el 50% de los niños en  el país sean pobres, tampoco que maten a sangre fría y por la espalda a una persona que reclama por su tierra, ni recordar que en algún momento de sus vidas ellos mismos sufrieron las mismas carencias. No los conmueve nada que no sea su espacio y su interés propio y, como excusa y complicidad con este gobierno violador de derechos, insultan   justificando en nombre de una ex presidente como si eso le diera  libertad para hacer las barbaridades y vejaciones contra las mayorías.

Juzgan livianamente la conducta rebelde de los que se ven afectados por estas políticas infames, justificando todo tipo de violencia, hasta lo más extremo.

 
Adriana Diez