8 - TIEMPO DE GUERRA
(Warfare, Estados Unidos/2025)
Dirección y guion: Alex Garland y Ray Mendoza
Duración: 95 minutos
Intérpretes: Will Poulter, Cosmo Jarvis, Joseph Quinn, Aaron Mackenzie, Michael Gandolfini, Evan Holtzman y Kit Connor
Disponible en Amazon Prime Video
Las películas bélicas, especialmente las estadounidenses, casi nunca son sólo “películas bélicas”. Como si no confiaran en el poder de la acción por la acción en sí misma, ellas suelen utilizar sus pliegues para traficar pasos de drama, con los inevitables llamados a casa, los gestos de camaradería o las despedidas durante la agonía, con algunos apuntes geopolíticos sobre el conflicto en cuestión. De allí, entonces, que muchas de ellas caigan en el patrioterismo más burdo, con sus buenos muy buenos y sus malos bien malos, además de en la proliferación de banderas con bastones y estrellas. Todo esto, y varias cosas más, brillan por su ausencia en Tiempo de guerra. Dirigida a cuatro manos por Alex Garland y el soldado retirado Ray Mendoza, el flamante estreno de la plataforma Amazon Prime Video se erige orgullosamente como una película bélica pura y dura, seca, sin adiposidades, ni música incidental, ni discursitos: solo un grupo tratando de sobrevivir a un brutal asedio de un enemigo cuya motivación es ninguna.
Si no fuera por un par de placas negras con letras blancas que sitúan la película en un tiempo y espacio determinados (Irak, 2006), Tiempo de guerra podría transcurrir en una suerte de no lugar. O, mejor dicho, en Eritrea, Somalia, Sudán del Sur o Ucrania, por citar algunos lugares calientes del mundo contemporáneo. Nada de lo que vendrá puede suponerse cuando, al comienzo, se vea a un grupo de soldados excitadísimos mirando un videoclip ochentoso en el que un grupo de chicas hace gimnasia. Ninguno se distingue sobre el resto, una maniobra narrativa que se mantendrá durante todo el metraje, cuando sólo se diferencien por sus acciones. Por eso es que nunca sabremos nada de ellos más allá del puro presente que les toca en (mala) suerte. Apenas termina el video, y ya en plena madrugada, llegan los preparativos de cara a una misión que asoma sencilla: tomar una casa de una pequeña ciudad para, una vez reducida la temerosa familia que la habita, controlar los movimientos de una zona que cobrará vida una vez que asome el sol.
Narrada casi en tiempo real, la película tendrá una media hora inicial centrada en las rutinas previas, los controles de equipos, el chequeo de posibles recorridos y, una vez en la casa, tiempos muertos y las comunicaciones radiales con la base operativa en las que prodigan términos propios del argot militar. ¿No se entiende? No importa. Al contrario: esa parece ser la directiva de Mendoza y Garland, que la experiencia sea lo más parecida a lo que fue en la realidad aun cuando se trate de una recreación y más de un espectador quede afuera de lo que se dice. Que Mendoza haya sido uno de los protagonistas del hecho durante su periodo de servicio no hace más que reforzar esa sensación. Pero no hace falta ser un experto en estrategia militar para suponer que esas voces que llegan desde edificios cercanos son el primer síntoma de que el peligro acecha. Más aún luego de que la calle quede repentinamente vacía.
Cuando un grupo salga a chequear, una explosión en la puerta de la casa dejará varios heridos de gravedad a los que habrá que evacuar mientras arrecian las balas y los ataques. A partir de esa situación, Tiempo de guerra se convierte en una experiencia inmersiva en el que las balas repiquetean, los gritos de dolor se hacen carne y la cámara prácticamente no sale del edificio donde los soldados quedan encerrados. Al mejor estilo de otras películas sobre asaltos, Garland y Mendoza disponen los elementos a la manera de una muy violenta batalla a pequeña escala en la que prima el instinto de supervivencia más vital, sin que importe cómo llegaron hasta allí ni mucho menos cuál es el objetivo macro de la toma. Quizás tampoco sirva para algo, como demuestra un cierre que evidencia de manera solapada el sinsentido de la aventura.