El jueves 19, antes del feriado toca el Club 20 (bancamos el artículo porque son más salteños que comen empanada en la vía con las piernas abiertas) en La Roca, la disco más grande del norte argentino.
Antes de su show estuvimos conversando con el Club (Clusito, para los amigos), PiruMancia, Pablo Garzón y Maxi Montañez, con preguntas varias, picantes, profundas para que nos cuenten en qué andan, cuáles son sus horizontes musicales, algún que otro spoiler, y empezar a vibrar desde este encuentro literario un nuevo encuentro musical.
—Como artistas salteños, ¿qué les seduce y que les dificulta/cuesta/complica de la escena?
—Nos seduce mucho el hecho de poder conjugar encuentros nacionales e internacionales. Que nuestra música pueda sonar lejos, en otros puntos del mapa, haciéndolo desde acá para nosotros tiene muchísimo valor. Incluso gente que ni en pedo pondría una banda local que nos escuche y tocarle el corazón es un anhelo que tenemos. Lo complicado siempre son los recursos, el hecho de poder viajar y estar físicamente en otro lugar, la forma de distribución… pero bueno con ingenio y huevovario (risas) estamos apuntando a eso.
—Se vieron reels donde remixaban un tema a cumbia y estuvieron jugando con ritmos folclóricos, ¿cuáles son sus horizontes musicales o hacia donde quieren tocar/explorar/fluir?
—El horizonte musical está siendo un poco experimental, si queremos seguir profundizando la idea de buscar ritmos de todas las latitudes, seguir siendo plásticos y permeables en ese sentido; haciendo otra búsqueda más consciente de otras formas de sonido, de otra profundidad, otras capas, otras texturas, otras formas de contar nuestra música. Ahondando sobre todo en ese latinismo y esa variedad de ritmos que no necesariamente vienen del lugar donde vivimos.
—Vienen subiendo la apuesta en tamaño y cantidad de los espacios que tocaron: Jekill, La Rosa, ahora La Roca. ¿Tocan en estos espacios porque buscan tener un sonido disco o a qué se debe la tendencia de tocar en boliches?
—Tocar en boliches se dió naturalmente. Empezamos a necesitar lugares más grandes para que este más cómoda la gente y el Club: además de poderse mover y bailar libremente, en estos espacios nosotros podemos darle el espacio que necesita lo escénico y lo técnico. Fuimos avanzando en esta búsqueda de mejores lugares, más grandes, con un ánimo de no repetirnos a nosotros mismos. Y bueno, sin quererlo llegamos a la roca, que como músicos y público que fuimos, de haber ido a bailar al lugar, es un sueño estar ahí.
—De dónde sacan inspiración para construir las historias de ¿amor? prohibidas, no heteronormadas, tímidas, atrevidas, etc, así como los acordes, melodías, cadencia.
—La inspiración nos viene un poco de la calle y del mundo que mamamos en la infancia y la adolescencia. Esas son nuestras grandes referencias, en las letras, historias, en lo estético, en lo musical, las texturas, las cadencias, las melodías. Están esos mundos mezclados y conviviendo con el otro que tomamos desde otra perspectiva. Algunos de nosotros trabajamos en la calle y siempre es una gran fuente de inspiración: ese mundillo que se mueve a la par de uno y pasa desapercibido todo lo que sucede si no prestas atención. Si uno lo escucha, ese mundo que asoma, asoma en nuestras letras y nos sirve de inspiración. También hay cosas que nos duelen, interpelan, sacuden, nos hacen doler la panza y nos sacan el sueño y la música es la manera o el mensaje que nosotros queremos transmitir o extraemos de esas imágenes
—Todas sus presentaciones son tremendas y especiales. ¿Qué traman (mini spoiler alert) esta vez para encender la mecha?
—A modo de spoiler, vamos a tocar nuevas canciones que no tocamos nunca. También habrá regalitos, cosas pequeñas sencillas pero de mucho valor afectivo para nosotros. Encenderá la mecha tocar en un nuevo lugar, más cerca de la gente, los esperamos porque estamos seguros que nos movilizará a todos.
*a.k.a Lírico Ardiente. Sociólogo, poeta, gestor cultural.