Nacido en Buenos Aires en 1946, hijo de inmigrantes polacos judíos, cuyas familias fueron exterminadas durante el Holocausto, Mauricio Wainrot se crió en un conventillo y desde allí inició un camino excepcional. Su vínculo con el Teatro San Martín comenzó en 1968 como bailarín del Ballet Contemporáneo, bajo la dirección de Oscar Araiz y Ana María Stekelman. En 1982, asumió la dirección artística de la compañía, etapa decisiva en su desarrollo como coreógrafo. Desde entonces, construyó una trayectoria internacional sobresaliente, con más de 165 obras en compañías de todo el mundo: The Juilliard Dance Ensemble, English National Ballet, Ballet Real de Wallonie, Cincinnati Ballet, Bat Dor Dance Company of Israel, Ballet Nacional de Chile, entre otras.
Una biografía es siempre el recorte de una vida. La de Wainrot interesa especialmente por su riqueza y trascendencia en el mundo de la danza. Wainrot, tras bambalinas, el nuevo documental de Teresa Costantini, se interna en el universo artístico del prestigioso coreógrafo para alcanzar la esencia de su obra y la profundidad de sus procesos creativos. Las entrevistas, combinadas con imágenes actuales y de archivo, permiten entender cómo su vida personal y su trayectoria profesional están entrelazadas. Se trata de un homenaje íntimo y profundo a uno de los coreógrafos argentinos más influyentes y reconocidos a nivel mundial, cuyo legado sigue inspirando a nuevas generaciones.
Desde el próximo martes la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Corrientes 1530) exhibirá Wainrot, tras bambalinas. Se realizarán tres únicas funciones: el martes 24 a las 21; el miércoles 25 a las 18, y el jueves 26 a las 15. Ese mismo día, desde las 19 , previo a la exhibición del film, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín ofrecerá en el Hall Alfredo Alcón una presentación especial de un fragmento de Estaciones porteñas, coreografía del propio Wainrot, con música de Ástor Piazzolla. Luego del espectáculo, el público será invitado a ingresar a la sala para un conversatorio con Wainrot y la directora (modera Constanza Bertolini) y luego será la proyección.
"La idea de la película nació de una manera que ahora me parece casi maravillosa porque Mauricio me llamó para invitarme a la reposición de La Tempestad en el San Martín", cuenta Costantini en la entrevista con Página/12. "Yo estaba en Madrid porque había ido a presentar mi película sobre Tita. Y le dije: 'No puedo ir al estreno, pero voy a ir a verla, obviamente, te voy a acompañar. Lo que pasa es que siento que lo que hay que hacer es un documental sobre tu trayectoria'. No sé por qué me apareció eso. Y él me dijo que sí y ahí arrancamos", agrega la directora.
-O sea que no lo tomó por sorpresa...
-Lo de él fue: "¿Qué me estás diciendo? ¡Qué maravilla!". Un entusiasmo enorme. Pero le dije: "¿A vos te gustaría?". "Y sí", me dijo. Entonces, lo primero que hice al volver fue llamar a Marga, mi productora. Arrancamos y fuimos a filmar La Tempestad. Nos autorizó el San Martín y pudimos ir a tres cámaras con Hugo Colace a filmarla. Es como la mejor imagen que tenemos de lo que ha hecho Mauricio porque el material de archivo es más complicado de encontrar.
-¿Es más difícil hacer un homenaje en vida a una figura de esa dimensión?
-No, porque en verdad lo interesante fue que esto empezó a fines del 2018. Y en el 2019 repusieron Carmina Burana. Entonces, fuimos a Montevideo con él. Y a partir de ahí nos contó que lo invitaron de donde se inició la Segunda Guerra Mundial. Y él nunca había vuelto a Polonia, que es su lugar, donde nacieron sus padres, de donde se vinieron a la Argentina. El nunca había ido en sus más 70 años de vida. Entonces, le dijimos: "Tenés que ir a Varsovia". Y le costaba, pero fue y lo pudimos filmar en Varsovia. Así que fue maravilloso, en realidad, todo lo que fue pasando. Y en los años que demoramos que no fueron pocos por miles de cosas, incluyendo la pandemia, nos conocimos más. Fue un camino re lindo hacerlo con él. Estando es mucho mejor.
- ¿Y cómo fue el recorte que te propusiste para narrar esta biografía? ¿Fue tal cual como lo pensaste? ¿O en el camino se fueron dando situaciones que alimentaron el documental?
-Yo hago ficción y he hecho documentales, pero no me considero documentalista. Lo que necesito es encontrar el hilo de la historia, necesito la narración, obtener el cuentito. Así que se fue armando a medida que tuvimos el material. Fue un proceso de mucho tiempo. Yo tardo mucho porque me cuesta encontrarle la vuelta, pero una vez que la encuentro, fluye para adelante.
-¿Buscaste hacer una biografía no convencional?
-En verdad, mi intención siempre fue un poco buscar eso y cuando apareció La Tempestad y Mauricio reflejaba cómo él se identifica con Próspero, que es el personaje principal de esa obra, sentí que el documental tenía que atravesar La Tempestad, que tiene un significado simbólico y emocional fuerte. Entonces, fue como una guía para introducirnos dentro de la danza, dentro de la creación de Mauricio, atravesado por su propia historia de vida .
-¿Cómo fue el trabajo de recolección de material de archivo y la selección de entrevistas para moldear el documental que pretendías?
-El material de archivo fue arduo. En un momento, dije: "Hay que contratar a alguien". Y apareció Rita Falcón, que tiene una empresa, para que nos facilitara la búsqueda, pero no había mucho del material en el extranjero. No todo se filmaba. La mayor parte vino del Sodre y del San Martín. Después, Mauricio también consiguió material de una amiga que había filmado porque yo quería tener algo de Carlos Gallardo, que me costó muchísimo encontrar y también apareció. Eran todos formatos que había que ver cómo bajarlos, pero se resolvió de la mejor manera y dándole una impronta a lo que es material que no tiene la misma calidad que La Tempestad.
-¿Qué te sugiere la narración de su infancia en un conventillo y el lugar al que terminó llegando?
-Me sugiere una historia de vida conmovedora, porque él es el que cuenta que fue su padre el que lo llevó a la Escuela de danza, y que eran todas chicas. Cuando le dijeron al padre que Mauricio era muy tímido, salió enojado, como si hubiera visto en Mauricio esa cualidad porque desde muy chiquito bailaba, actuaba, cantaba. Me da la impresión de que cumple con algo, como que él lo hace de más grande, ya cuando su padre no está. Y tiene una resiliencia con su vocación, con el ser bailarín, que después pasa a ser coreógrafo porque tiene esa visión y esa capacidad. Y es incansable la obra. O sea que me sugiere una vocación temprana, un apoyo de una familia que vivía en un lugar hostil, y me parece que el padre tuvo la visión de decir "No, no vas a ser como yo, podés salir de acá y hacer otra cosa".
-¿Y cómo reconstruiste su extenso vínculo con el San Martín?
-En realidad, cuando filmamos La Tempestad pudimos entrevistar a sus colaboradores, a él que contó un poco su conexión con el Teatro, y me parece que en el relato de su vida hubo tantas idas y venidas que están, y también su exilio cuando se fue del San Martín a vivir afuera porque lo convocaron de Bélgica. Así que, en realidad, el vínculo está establecido por todo lo que pudimos escuchar de él y de la gente que quedó a cargo de la compañía del Teatro, que son los que hoy reponen sus obras.